Un sentimiento inesperado, que se reconoce en medio de la fragilidad.

—Determinar el día exacto en el que me enamore de Alondra, es imposible porque yo mismo aún no lo sé. Sin embargo, puedo afirmar que desde que la vi por primera vez, yo le tomé un gran afecto y un fuerte instinto de protección hacia ella, nació dentro de mi, pero aún yo no lo aceptaba como amor, aunque confieso que desde siempre me cautivaron tanto su personalidad como su mirada esquiva y tímida, a pesar de la corta edad que yo tenía en ese momento. Recuerdo que yo apenas tenia 15 años y ella tenía 10, cuando nos presentaron y ella llegó a vivir en el palacio. Ese día Alondra se notaba muy triste y asustada, eso me conmovió profundamente.—comenzó a relatar el Príncipe Lexter y agregó: 

—Ese día, luego de conocer su historia y el por qué de su tristeza, yo decidí que sería su amigo; y así fue, ambos nos convertimos en muy buenos amigos desde entonces.

—Y, ¿Lady Alondra ya había manifestado síntomas de la enfermedad cuando se conocieron, o la condición de salud tan frágil se presentó después? —preguntó Aisha.

—Yo puedo responder a esa pregunta. En ese momento, yo ya estaba presentado algunos síntomas, hacía varios meses atrás, por lo que el día que Su Alteza Real y yo nos conocimos, me habían diagnosticado la enfermedad de cristal o de porcelana, declarándome así como Dojagi de palacio. —explicó Alondra.

—Me imagino que para usted no debió ser fácil, padecer esta delicada enfermedad desde que era niña. —respondió Aisha.

—Claro que no lo fue, sobre todo, porque desde ese mismo instante, pude sentir en carne propia, lo que realmente significa el rechazo y la discriminación, por parte de las personas que deberían haberme protegido —le dijo Alondra—. Yo usualmente no hablo de este tema, pero el día que me declararon Dojagi, mis padres abandonaron tanto el país como a mí, dejándome bajo el cuidado de mi tío paterno, Lord Leopold Richmond, quien ha sido y es, un pilar fundamental en mi vida, posteriormente él me adoptó legalmente y se entregó completamente a cuidarme y a protegerme en el palacio, pese a sus múltiples ocupaciones y responsabilidades, como inspector del Reino, olvidándose de hacer su propia vida y formar su propia familia. De hecho, cada vez que yo le decía, que él era muy joven para hacerse cargo de una niña enferma como yo, él me sonreía diciéndome que no necesitaba más hijos, porque la vida le había dado la dicha de ser el padre, de la niña más hermosa del mundo; y que a partir de ese día, yo era su hija y él mi padre y que íbamos a ser una hermosa familia, por eso, yo lo veo y lo siento como mi verdadero padre, porque para él yo soy su hija. Fue en medio de esas circunstancias, en las que el Príncipe y yo, nos conocimos y nos convertimos en amigos. —respondió Alondra Richmond.

—Ante todo, lamentamos que usted haya sido rechazada y abandonada por sus padres biológicos, como si el tener esa enfermedad, hubiese sido su culpa o fuera una maldición. Afortunadamente, quien se hizo cargo de usted, la hizo sentir amada y muy segura, pese a  su condición de salud y la aceptó sin importar su estado físico —le respondió Aisha—. Tenemos una persona del auditorio, que quiere hablarle. Por favor, díganos su nombre y formule su pregunta.

—Muchas gracias, mi nombre es Kenna Bremont, Marquesa de Oxford. Ante todo, déjeme decirle Milady que en todas las Cortes del mundo, es usted considerada una verdadera heroína, la misma representación de lo que es la valentía y el coraje. Yo he visto de cerca su lucha diaria por hacerse de un lugar en esta sociedad, y también soy consciente, de que la Corte no se lo ha hecho nada sencillo, por lo que me uno en el deseo de que muy pronto podamos tenerla a usted como futura Reina de la nación. Ahora, si me lo permite, me gustaría preguntarle a ambos ¿En que momento ambos se dieron cuenta que lo que sentían, iba más allá de un sentimiento de amigos? Se los pregunto porque hace un momento, el Príncipe Lexter dijo que él no podría determinar el día que comenzó a enamorarse de usted, pero, ¿A usted le pasó lo mismo o hay un día en específico, en el que se dio cuenta de los sentimientos que Su Alteza despertaba en usted? —preguntó la Marquesa de Oxford.

—¡Wow! ¡Gracias por tan bellísimas palabras Su Gracia! Desde que nos conocimos, usted ha sido muy generosa conmigo. Su pregunta es muy importante, porque yo quisiera decir lo mismo que dijo el Príncipe Lexter, cuando mencionó que es imposible determinar el día exacto, en el que se despertaron otros sentimientos en él hacía mi. Pero, en mi caso fue distinto, porque si me pregunta cuál fue el día en el que me di cuenta con certeza, que lo que sentía por él no era una simple amistad, yo podría decirle que fue un martes dos de noviembre, hace 1 año. Ese día se marcó un antes y un después en nuestras vidas. —respondió Alondra.

—Recuerdo ese día a la perfección y si no lo mencioné, es porque yo ya tenia sentimientos románticos hacia ti, desde antes de ese día, lo que sucede es que yo luchaba contra mis sentimientos y fue ese día, que yo decidí reconocerlo y demostrarlo a manos llenas. Pero, tienes toda la razón, ese día cambió mi vida para siempre, mejor dicho, esa tarde cambió la vida de los dos. Perdóname por no mencionarlo. ¿Si? —le dijo Lexter a Alondra, recibiendo de parte de ella, una tierna sonrisa mientras asentía con la cabeza.

—Tanto el auditorio como yo, estamos deseosos de escuchar con detalle, qué fue lo que sucedió, para que ambos concuerden en que hubo un gran cambio en los dos. —dijo la señorita Brown.

—Milady, ¿Le gustaría a usted relatar lo que ocurrió o prefieres que lo haga yo? —le preguntó Lexter a Alondra.

—Supongo que debo hacerlo yo, para que se entienda muy bien lo que pasó. —le respondió Alondra y entonces añadió, dándole inicio al relato:

—Eran las 2:00pm del día martes dos de noviembre del año 2000, yo acababa de dejar a la Princesa Katarina en el instituto Real, para que tomara sus clases diurnas cuando…

Flashback: dos de noviembre del 2000.

<Aprovecharé este momento, para ver a mi padre, porque de verdad hoy quiero verlo y quiero que me abrace y me diga lo que siempre me dice: “Tu sonrisa es tan brillante, que es capaz de iluminar el mundo entero.“ Tal vez, también pueda saludar un momento al Príncipe Lexter y... ¡Por Dios Alondra, ya basta! ¿Puedes dejar de pensar en el Príncipe por una vez por todas?> —pensaba Alondra mientras caminaba a orillas de una escalera, sin que ella se percatara de ello. 

De hecho, estaba tan sumida en sus pensamientos, que no sintió  cuando unas manos la tomaban de la cintura con fuerza, para empujarla al lado contrario de la escalera, evitando así que ella sufriese una aparatosa caída, que hubiese podido ser fatal. Sin embargo, en el acto Alondra, quien aún no entendía que había pasado, cayó encima de quien la salvó, quien amortiguó con su propio cuerpo, cualquier golpe que ella se hubiese podido dar.

Por otra parte, cuando Alondra levantó la vista para agradecer a su salvador, el haber evitado su caída, palideció al ver que quien la ayudó, no era otro que el Príncipe heredero, el cual sólo la miraba fija y profundamente a los ojos, logrando que ambas miradas conectaran de una forma excepcional y única, mientras que en la mente y el corazón de los dos, un gran cúmulo de emociones y pensamientos, crecía a pasos agigantados.

Pensamientos de Alondra:

<Alondra por favor, deja de mirarlo de esa manera, ¿Qué te ocurre? ¿Acaso quieres que se dé cuenta de tus sentimientos hacia él? ¿Qué es esto que estoy sintiendo en este momento, al sentir su mirada sobre mi? ¿Por qué siento mi corazón a punto de salirse de mi pecho? ¡Dios mío! Dame las fuerzas para poder separarme de él, porque si no lo hago, sé que sería capaz de pedirle que me bese por primera vez! ¿Qué me está pasando? Alondra, por lo que más quieras, ¡Aléjate de él ya mismo.!>

Pensamientos de Lexter.

<¡Dios! ¿Por qué tuvo que pasar esto precisamente hoy, que durante todo el día, no he podido sacarme de la mente a este bello ángel que ahora está entre mis brazos? Sé que debo soltarla de inmediato, antes de que alguien nos vea, pero lo único que mi corazón me pide y me grita, es que la estreche mucho más entre mis brazos, hasta que ella se sienta completamente segura.

Mi amada Ali, ¿Cómo haré para vivir de ahora en adelante, cuando ya sentí lo exquisito y adictivo que es, tenerte abrazada como te tengo en este momento? ¿Cómo voy a soportar el no  volver a abrazarte, cuando ya conozco la gloria de sentirte tan pegada a mí? Creo que si no me separo de ella, no podré soportarlo más y la besaré con todo lo que en este instante, está ardiendo en mis venas y en mi corazón. Lexter por favor, calma tus pensamientos e impulsos. ¡No cometas una locura!>

—Su Alteza… yo… perdóneme por favor, no fue mi intención que usted se lastimara. No me di cuenta que estaba a punto de caer por la escalera. Perdóneme. —le dijo Alondra, rompiendo el contacto visual, aunque en ese instante, ambos sintieron que había nacido una conexión especial entre los dos, una conexión imposible de romper.

—No me pasó nada, no te preocupes. Pero, dime que tú no te lastimaste, por favor. —le respondió Lexter.

—No me lastime, estoy bien. Muchísimas gracias por salvarme de esa caída. —le dijo Alondra apenada.

—No soy un Príncipe azul de cuento, pero si puedo protegerte cuando tú me necesites. —le dijo Lexter y se deleitó al ver como su comentario, provocaba en ella un gran sonrojo. No obstante, para no apenarla más, él decidió cambiar un poco el tema al preguntarle: 

—¿Por qué estabas tan distraída? Usualmente siempre estás alerta a tu alrededor, ni siquiera escuchaste cuando te llamé a lo lejos. ¿Está todo bien?”

—Si, claro que si Alteza. De verdad no se que me pasó, que ni siquiera me di cuenta de lo que ocurría a mi alrededor. Estaba pensando en ir a ver a mi padre, ya que Kitty está en el instituto Real y cuando me di cuenta, ya estaba… encima de usted siendo rescatada. —dijo Alondra en voz baja.

—Si el pago por rescatarte, es el tenerte de nuevo en mis brazos como hace un momento, prometo que siempre acudiré a tu auxilio, todas las veces que lo necesites. —le dijo Lexter mirándola fijamente.

—Alteza, yo… yo… —dijo Alondra, sintiéndose incapaz de formular una frase coherente.

—No digas nada aún, te lo pido, todavía no es el momento de hablar sobre esto. Sin embargo, hoy me has dado la mayor de las dichas, al permitir que tus hermosos ojos me demuestren, que no le soy indiferente a tu corazón, así como tú no eres indiferente al mío. —expresó Lexter en un intenso susurro, que dejó a Alondra sin palabras.

—Príncipe Lexter… yo… —dijo Alondra temblando por dentro, pero Lexter la silenció, al colocar su dedo en los labios de ella, al decirle—. Esta es una conversación que no tendremos en este lugar tan expuesto. Sin embargo, te aseguro que muy pronto tú y yo, la retomaremos de forma más detallada, ¿Te parece bien? Creo que no me equivoco al afirmar que ambos tenemos mucho que decirnos, ¿O si?

—No, no se equivoca Su Alteza; y eso es lo que me asusta. Le confieso que tengo miedo de mis propios pensamientos y sentimientos en este momento. —le dijo Alondra muy nerviosa.

—Yo entiendo cómo te sientes, puesto que yo me siento igual que tú. Yo… —dijo el Príncipe, pero no pudo seguir hablando porque fue interrumpido por su guardaespaldas personal, al escucharlo decir—. Alteza Real, su padre el Rey, requiere su presencia en su despacho. Me dijo que lo estuvo llamando a su celular, pero no contestó.

—Gracias por informarme, no le respondí porque olvidé el teléfono en mi habitación, voy enseguida con él. Por favor Dante, lleva a la señorita Richmond, a ver a su padre de inmediato. —dijo el Príncipe Lexter.

—Si Su Majestad, como ordene. Señorita Richmond, acompáñeme por favor. —respondió el señor Dante.

—Señorita Richmond, ha sido un placer hablar con usted, espero que volvamos a conversar en otra ocasión. —le dijo Lexter a Alondra, de manera educada.

—Alteza Real, de nuevo le agradezco mucho que haya evitado mi caída. Ha sido un placer hablar con usted. —le dijo Alondra mirándolo.

—Sólo ten cuidado por donde caminas la próxima vez, ¿De acuerdo? —le respondió Lexter sonriendo.

—Si señor. Que tenga una bonita tarde. —le dijo Alondra y haciéndole una pequeña venia de despedida, se fue a ver a su padre en compañía del guardaespaldas, mientras el Príncipe Lexter, la seguía con la mirada y no dejaba de sonreír.

Fin del flashback.

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