Mi Vida antes de conocer a Mork PT III

—¡Pero…!

—¡Hey, vamos a llegar tarde y yo apenas tengo que ir a comer! —gritó Saint.

Respiré desviando la mirada hacía a mis amigos que me señalaban. Así que asentí caminando hacía a ellos, con las manos en los bolsillos ignorando a las personas que estaba frente a nosotros, en vez de seguir hacía las aulas, fuimos a por unos bocadillos antes de entrar a clases.

Nos sentamos en una mesa cerca de una ventana que daba de vista hacía la cafetería del campus, en el restaurante local de la universidad. En esta universidad, todo era elegante, siempre había personas muy interesantes con intenciones ocultas, aunque tengan que aparentar lo que son en realidad.  Sabía bien que cada persona escondía su rostro, bajo una máscara que no podía ser revelada frente a los prejuicios.

Por eso es que siempre trato de dar riendas a mi orientación sexual. Toda mi familia me aceptaba, aunque sabía que, a mi padre, todavía le costaba aceptar que tenía un hijo homosexual. Mis hermanos, mi madre, estaba agradecido de que ellos me aceptaran como soy. Y aunque sé que muchos hablan de mí cuando di a conocer lo que era, eso no me importaba en lo más mínimo.

Sí, me preocupaba mucho que mi reputación lastimara a mis seres queridos, pero, ¿no debería de ser feliz como soy? Sé que el mundo está avanzando, y aunque me duela reconocerlo, estoy seguro que el mundo no cambiará de un momento a otro. Miré a mis amigos que estaban comiendo el desayuno: Arroz con huevo. Sí. Mis amigos eran raros, a excepción de Win.

—¿No vas a comer? —me preguntó el rubio, con una sonrisa cuando la chica que estaba atendiéndonos había llegado con las órdenes. ¿Cuándo habían pedido? ¿Me había estado perdiendo en mis vagos pensamientos? Negué con la cabeza, ordenando sólo un café a la chica.

—Sólo un café, gracias —le sonreí. Ella se sonrojó, haciéndome una pequeña reverencia de forma de respeto.

—Que desperdicio de que seas gay —contestó Kris. Lo miré con la ceja levantada, odiando que comiera como un puerco—, me refiero, esa chica está loquita por ti. ¿Y te importa? No. ¡Está muy buena!

—¡Eso es! —gritó Saint. Kris y él se rieron—, aunque si te soy sincero, si tú eres feliz como eres, es lo único que importa. Creí que lo habías superado, Kris.

—¿Por qué dices que no lo he superado de que uno de mis mejores amigos sea gay? —refunfuñó este.

—¡Sólo escúchate cuando hablas! ¡Hablas como un idiota! —le gritó sarcásticamente. No aguantaba la risa.

—Ere un imbécil. Lo sabes, ¿no? —contestó fúrico Kris, comiendo en silencio.

—No tengo problemas con que Kris se exprese como se expresa —me llevé la mano hacía mi cabello—, algún día dejará de decir esos estúpidos comentarios. Aunque, lo dudo. No tiene mucho cerebro.

—¡Hey! —me reí antes la queja del contrario, sobándome el hombro cuando me golpeó. Negué varias veces con la cabeza.

—Es que, a veces dices unas cosas que es para matarte—vociferó Win tranquilamente, llevándose la taza de café que había ordenado hace rato, oliéndolo antes.

—¿En serio? —preguntó este confundido. Todos asentimos con la cabeza—, ahora entiendo porque Lydia me odia.

—¿Y que tiene que ver mi hermana aquí? —fruncí el ceño, con la duda en mi rostro. Abrí los ojos cuando sus pálidos cachetes se sonrojaron en aquel rostro redondo—, no puede ser.

—No me juzgues—me señaló con sus dedos gordos. Intenté no reírme, quedándome quieto—, no me juzgues porqué no tienes madera para hacerlo. ¿Entendiste? —asentí divertido, agradeciéndole a la chica cuando apareció para darme el café. Lo tomé entre mis manos, cuando me dio un papelito después. Lo revisé frunciendo el ceño, sonriendo a ver que era su número de teléfono—, ¡uy! ¡Miren, lo consiguió otra vez!

—Debe ser que eres nueva estudiante, ¿cierto? —ella negó con la cabeza. Tenía un bonito cabello liso sujetado con dos coletas.

—No, no soy estudiante. Sólo trabajo aquí… es mi primera vez…—comentó la chica tímidamente. Me dio ternura.

—Lo siento—tomé su mano. Le entregué el papel, ella estaba ofendida con el ceño fruncido—¸ no puedo corresponderte. Al menos que te quites los pechos, y los reemplaces por un pene.

Ella se molestó. Casi me da una cachetada, pero se contuvo recordando que estaba en un lugar público. Intenté no reírme antes el momento todo tenso, y miré como se dio vuelta para volver a atender a las personas. Tomé un poco del café, estaba delicioso.

—¿Qué? —miré a los chicos que estaban sorprendidos. Negaron con la cabeza, siguiendo en lo suyo—, prefiero ser sincero.

—Sólo pienso que fuiste un poco brusco —contestó Saint todo calmado. Su cabello se veía hermoso a través de los rayos del sol por el cristal de la ventana—, eres hermoso. Pero tienes una personalidad fría cómo el hielo.

—Olvidé lo directo que eres —contesté con un tono bufido. Kris y Win se rieron. Suspiré—, pero sí. Sé que tengo esa personalidad, o esa ‘reputación’; ¿pero no debería de hacerlo? Si fuera de una personalidad débil, alguien como Flex podía volver a aprovecharse de mí y de mi inocencia.

—¿Por qué odias tanto a Flex? —me quedé callado, mirando a Kris fulminándolo con la mirada. Me estremecí. Todavía me molestaba hablar de ese tema—, Win comentó algo, pero… realmente no sabemos con detalles porqué.

—Es una historia larga —susurré suspirando, recostando mi espalda a mi silla, viendo a la gente pasar a través de la ventana—, sólo puedo decir que con Flex perdí mi virginidad. Le di mi inocencia, y ese imbécil me la destruyó—apreté los puños con mis manos.

—No tienes porqué contar eso —miré como Win me colocó su mano sobre mi hombro, con una de sus añoradas sonrisas—, si no estás listo, no lo hagas. Podemos esperar.

—No te hagas como si no supieras, eres su mejor amigo, estoy seguro que sabes más que nosotros—cortó Kris el momento, rodando los ojos mientras dejaba de comer. Suspiré.

—Sí, es cierto—cuando él era sincero, me daba miedo. Solo me mantuve firme en mi puesto, respirando hondo una y otra vez—, pero no tenemos porqué presionarlo. Si eres su amigo, tienes que respetar su decisión. ¿O te vas a molestar por eso?

Miré ambas miradas desafiantes. Si no fuera porqué había una mesa entre nosotros, estaba seguro que ellos se matarían sin dudarlo. Win no soportaba a Kris porqué sus pensamientos eran realmente antiguos, pero mi admiración hacía a él era que lo hacía recapacitar. Kris era un chico con problemas en casa, supongo, que era por eso que se molestaba cuando no conseguía lo que quería.

—Chicos, chicos, chicos —volteé la mirada hacía a Saint que tenía ambas manos al aire, sonreí—, por favor, no se peleen. Somos amigos todos, estamos juntos desde el primer semestre y tenemos que seguir hasta el final de la carrera. ¿No? —nadie dijo nada, simplemente asentí dándole la razón—, así que Kris, cuando Arthit esté listo de contarnos todo, estaremos agradecidos.

—Lo siento —fue esta vez él quién habló. Miré al chico más alto—, ya sabes como soy de intenso cuando no me salgo con la mía.

—Tienes que aprender a controlarlo —contesté, miré mi reloj para evitar ver a Kris, al final le sonreí—, tenemos que irnos. Es tarde.

—Sí, primer día de clases y vamos tarde —respondió Win, miré cuando puso sus manos sobre la espalda musculosa de Kris, este rodó los ojos—, venga gruñón. No te molestes con nosotros—le jaló las mejillas de forma juguetona.

—¡Mis mejillas, no soy un juguete! —se quejó este, cuando ambos terminaron riéndose. Miré a Saint, cuando se levantó igual.

Al final, dejamos el lugar. Caminamos por él pasillo que llevaba directamente hacía la facultad. Cuando de repente, miré que Yos estaba con alguien que se me hacía familiar. ¿Quién era? Abrí los ojos deteniéndome, sintiendo como mi corazón estaba latiendo furiosamente. ¿De verdad? ¡No, no podía ser cierto! Me volteé rápidamente cuando ese chico me había mirado.

—Hey.

Fue Win quién me habló. Mi rostro estaba pálido. ¿Había visto bien? ¿De verdad mis hermanos tenían razón? No. No podía ser cierto. Mikla no podía tener un gemelo. Era imposible. Recapacité cuando me jalaron hacía adentro del edificio, quejándome por tener que ir a clases. Este día sin duda era extraño.

Cuando llegamos al aula, nos sentamos cerca de la ventana. El profesor de inglés nos miró con fastidio. Él sabía que habíamos reprobado su clase, y claro, tenía que aguantarnos en la única clase que da. Escuché la broma que Kris le había hecho haciendo que se le molestara.

—¿Está estrenando un nuevo peluquín, profesor?

Todos nos reímos. Había un rumor que esparcí por todos los rincones de la universidad el semestre pasado que él profesor era calvo, y en esta época los peluquines estaban de moda para las personas con ese problema. ¿Vengativo por hacerme reprobar? Sí, quizá. Pero el Arthit que había comenzado en la universidad con toda la ilusión del mundo, quedó atrás. No volverá.

Respiré hondamente cuando todos nos quedamos en silencio. Fruncí el ceño rápidamente cuando Yos apareció con aquel joven que estaba a su lado. ¡Joder! De verdad, se parecía a Mikla, sólo que él era un poco más alto y el cabello lo tenía largo. Escuché como el profesor le reprochaba ‘aquella broma’ que le estaba haciendo.

Entendía la posición del maestro. Hasta yo no lo hubiese creído. Pero por alguna extraña razón, sabía que él no era Mikla. Abrí los ojos cuando el chico comenzó a respirar rápidamente, observé como sus ojos estaban a punto de lloriquear. Me levanté rápidamente de mi asiento, escuchando la advertencia de Kris.

—¡Hey Arthit!

Pero no lo escuché. Sabía lo que estaba pasando aquel chico. Era un ataque de ansiedad, me había dado en el pasado. Fui corriendo hacía a él, abrazándolo. Lo estreché entre mis brazos. Escuché como estaba lloriqueando en silencio. Acaricié suavemente su cabeza, repitiendo que todo estaba bien. Que debía de tranquilizarse. Los miré amenazante a todos para después de exclamar:

—¡Deberían de darles vergüenza! —exclamé, acariciando el cabello de Mork. Me estaba dando paz—, profesor, en realidad él es su hermano gemelo, no es Mikla.

Escuché las disculpas del profesor. Miré como este estaba alarmado. Se arrodilló, y luego miré aquel rostro de aquel chico. Era precioso. Su cabello negro. Su cara. Sus ojos oscuros. Mi corazón estaba latiendo con ferocidad. Mi cuerpo estaba comenzaba a sudar por alguna rara razón. Sentía como si mis ojos, estaban a punto de llorar con él. Le limpié las invisibles lágrimas que salían de sus ojos, preguntándole que si estaba bien.

Sabía que todos estaban mirando sorprendidos. Suspiré cuando Yos se metió, negando con la cabeza cuando acabé de discutir con ella. Una vez que se retiró, me fui a sentar en mi puesto sólo por qué aquella persona adulta me lo pidió. Sonreí ignorando las miradas de mis amigos, llegando a mi pupitre, escuchando como se llamaba.

—Así que te llamas Mork.

Puse mi mano sobre mi corazón. Aún seguía latiendo. ¿Por qué estaba reaccionando de esta forma? Era una estúpida locura. Cuando se sentó al pupitre de al lado que estaba libre, me miró. Lo miré. Fruncí el ceño cuando estaba buscando algo, Recordé que tenía dos lápices, así que le toqué el hombro. Se lo entregué. Era muy tierno.

Pestañee varias veces, comenzando a hablarle. Me sorprendí a escucharlo. ¿De verdad, nunca había salido de su casa? Esto lo hacía mucho más interesante. Sonreí sintiéndome raro. Por alguna razón, no dejaba de sonreírle, escuchando cada palabra que él decía. Me rasqué el cabello cuando el profesor, empezó la clase. Me acerqué a él con una sonrisa.

—Tú me agradas.

—Tú también me agradas.

Me respondió. Y ahí estaba yo. Sintiéndome como un estúpido, con el corazón latiendo fuerte por él. Por Mork Sang.

osdocarstairs

¡Hola! Muchas gracias por haber llegado al final del primer capítulo. Quiero decir algunas cositas antes de seguir escribiendo. 1) Cada capítulo tendrá una canción. Podrán hacer una playlist cuando termine la historia si quieren, o escuchar la canción cuando lean las partes. 2) Este es el fin del capítulo uno. Por favor, esperen muy prontito con el capítulo dos! ¡Muchas gracias por darme la oportunidad como autor, y espero que les guste mucho esta novela! PD; La canción siempre estará en el nombre de los títulos.

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