Cuida del Ángel
Cuida del Ángel
Por: Florencia Tom
Prólogo

Prólogo 

Kim Seon Ho vio el final de su existencia cuando esa chica cruzó las cortinas en cuanto dos señoras levantaran la tela para que eso sucediera. Lo vio venir porque sabía que sus padres querían un matrimonio arreglado para él. Y por supuesto que nadie tiene derecho a imponerte algo que no deseas.

Nadie debe obligarte a hacer algo que no quieras. Punto.

Esa chica, cuya cabellera negra larga y lisa y cuerpo frágil como una copa al borde de una mesa tiene el nombre de Eun-ji. Su significado es: flor de la bondad. Pero nada de eso habia ella. 

Kim la conocía de la escuela y sabía la clase de chica que era: pretensiosa, manipuladora y falsa. Sus padres era uno de los mayores Ceo de su país natal y, a decir verdad, tenerla parada frente a él, no le causaba nada más que la personificación de la presión familiar que tenía.

Su madre le había prometido que, si se unía a ella en sagrado matrimonio, habría suficiente dinero como para que él pudiera cumplir su sueño de ser actor.

Una promesa debe sonar a eso, una promesa. No a algo que debes hacer para luego hacer lo que tú quieres. Como si su madre no supiera realmente qué era casarse con alguien que no quieres.

Eun-ji llevaba un vestido floral pegado al cuerpo que llegaba hasta sus tobillos, delineando su delgada silueta. Su pálida piel entraba absurdamente en el canon de su país. Incluso su delgadez genera preocupación. Pero claro, lo que no se cuestiona no se discute ni se lleva sobre la mesa.

La chica le sonrió dulcemente, pero él se mantuvo serio, indiferente. Ella no se vio afectada por esa reacción suya, continuó sonriendo mientras otras señoritas se acercaban a ella para charlar mientras la fiesta de unión se celebraba.

Kim tenía una copa burbujeante de alcohol mientras observaba en lo más alto del edificio toda la ciudad de Nueva York. La reunión “familiar” y colegas de la familia se llevaron a cabo en un edificio con muchísimos pisos. Y era irónico que los padres de Eun-ji lo pagaran con tal de que se realizaran allí porque le encantaba la vista y porque podía permitírselo. Eso la ponía loca.

—Felicidades por el compromiso, hijo —se acerca a Kim uno de los colegas de su padre, estrechándole el hombro.

Se esfuerza por sonreírle, pero lo único que consigue es una mueca un tanto...torcida.

—Gracias señor Ong —le agradece, tranquilamente.

—La señorita Eun-ji es un encanto, educada y buena persona. Es usted un hombre muy afortunado al igual que su familia, quien ahora hija de sus padres —se ríe el hombre de estatura bajita será, ojos pequeños y futura calvicie.

—No se da una idea de lo afortunado que somos —se les acerca la madre de Kim, con una amplia sonrisa y buen humor.

El chico se endereza un poco. Su presencia era simpática, pero, a decir verdad, el joven le tenía algo de miedo por su carácter...peculiar.

—Eun-ji es perfecta para nuestro Kim Seon Ho —los ojos de su madre recayeron sobre él. 

Kim tragó saliva y se obligó a sí mismo a platicar amablemente con el señor Ong, quien no paraba de halagar a su futura esposa como si fuera una joya a la cual apreciar.

Lo único que quería Kim era que lo atropellara un tren. 

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