Capítulo 3

La clase se sintió eterna pero al fin había finalizado.

Estaba sentada esperando que salieran todos para poder acercarme a Chad

Faltaban pocos chicos, estaban a punto de salir.

Apenas salieron, gruñí molesta.—¡Por fin!—Me dirigí hacia Chad, quién me esperaba sentado en su escritorio.

—¿Qué m****a es esto, Chad?—Le reclame con autoridad, como si tuviera poder sobre él.

Chad río—Cálmate, quieres...—dijo con su estúpida y encantadora sonrisa.

—¡No! No puedo, necesito una explicación Harris y hablo en serio.

—¡Demonios! Solo estoy de suplente, no me quedaré mucho tiempo. Tampoco me agrada estar aquí contigo.

—Yo no he dicho eso.—Dije bajando un poco mi mal humor, al ver que él lo subió.

—No hace falta hablar Zoe. Tengo muy claro que no quieres verme ni en pintura.—Manifestó frío y cortante. Dejándome sola.

Sentí un vacío horrible en mi pecho cuando se marchó.

Nunca me imaginé que el hermano de mi ex fuera mi profesor. Se supone que esto no sería así, se supone que este semestre iba a ser normal, igual a los de siempre y con Chad aquí, no lo será.

Con Chad aquí las cosas serán difíciles.

Joder, él no puede ser mi profesor, necesito solucionar esto.

Tenía que ir al comedor donde me esperaban los chicos, pero preferí ir a control de estudios. Donde tengo las esperanzas de que me solucionen este desastre.

Minutos después ya me encontraba ahí. Había una fila larga,  sin embargo ya solo me faltaba una persona para poder entrar.

“Escúcheme señor Víctor, de verdad necesito que me añada cinco clase más a mi horario, sino nunca entraré a Harvard ¿Usted entiende la gravedad del asunto?” — esa era Palmer Casas, la chica más inteligente del instituto, incluso más que mi amiga Camyl.

“Señorita Palmer, entienda usted. No puede agregar más asignaciones a su horario el instituto pide solo siete materias para poder pasar de año, así que me complace anunciarle que su petición ha sido negada. Creo que Harvard puede entender eso ¡Adiós, señorita Palmer!” —expresó firmemente Víctor. Nunca antes lo había visto furioso, pero lo entiendo, Palmer puede llegar a ser insoportable a veces, siempre quiere tener la razón. —¡Siguiente!—Gritó Víctor y Palmer se retiró molesta.

Es mi turno.

Me acerque a él, y me sonrió.

Víctor Antonio de los Ríos, ex alumno de Excel, uno de los más problemáticos que tuvo la institución, mejor amigo de mi madre Amber y padrino de aguas de mi hermana, Elizabeth Johnson.

—Oh, joven Johnson. Qué alegría verla ¿En qué te puedo ayudar Zoe?

—A mí también me da alegría verlo Víctor.—Sonreí.—Necesito cambiar una clase ¿Será que se puede hacer?—Dije, y dentro de mi suplicaba que dijera que sí.

—Claro que sí ¿Cuál quieres cambiar?

—Quiero cambiar Cálculo, quiero ver esa con la profesora Angelic a las 9 de la mañana si es posible.

Víctor sacó un libro enfrente de mí y comenzó a revisarlo.

Luego me miró retirando sus lentes, suspiró mientras movía la cabeza de un lado a otro. Diciendo que algo estaba mal.

—¿Qué sucede, Víctor?—pregunté inquieta.

—La clase con Angelic ya está completa—dijo y enseguida mi mundo se vino abajo, la desesperación brotó de mí.

—Oh no. No, no ¿Tiene que ver algo que se pueda hacer? Has cambio de alumno, te lo suplico, no me puedo quedar en esa clase—le suplique mientras mi manos temblaban.—No me puedes hacer esto. Víctor, tu eres amigo de mi mamá, somos como familia, ayúdame.—añadí.

—¡Cálmate Zoe!—tomo mis manos—Si pudiera hacer algo, juro que lo haría. Pero los cambios tienen que aprobarse por el director y la primera orden de este semestre fue que "No habrá cambios, ni retiro para nadie". Por qué el semestre pasado hubo muchos problemas con ese transmite, hubo muchos alumnos que no tuvieron horas asignadas y el instituto de educación nos regaño por eso. Así que... lo lamento mucho Zoe, no puedo hacer nada.

Una lágrima se manifestó por mi mejilla.

Salí desolada.

Apretaba mis libros fuerte mientras caminaba por los pasillos.

Me dirigí a la cafetería siempre con una pregunta retumbando  en mi mente ¿Esto será un castigo de Dios o una bendición?

[...]

Minutos después llegué a la cafetería y estaba repleta como suele ser siempre a la hora de comer.

Entre y una sonrisa grande se deslizó por mi rostro al observar que la cafetería no ha cambiado. Esta igual que todos los años. Repleta de personas, sucia y todos sentados según su estatus social. El grupo de los sexys calientes que no hacen otra cosa que hablar de sexo, está en el medio. Los rebeldes góticos sentados al fondo del lugar. Los nerds al lado izquierdo cerca de donde ponen los desechos del almuerzo y por últimos los populares que rodean toda la cafetería.

Respire hondo y la sonrisa seguía en mi rostro.

Camyl me hizo señas con su mano para que me acercara a ella, lo que hice. Al estar ahí salude a Austin quien comía con desesperación.

—Cuidado te ahogas, mira que la clínica queda lejos—bromeé riendo al ver que ingería su desayuno como si hubiese pasado dos días sin comer.

—¡Que chistosa!—burló fingiendo—Deberías mejor, decir ¿A dónde fuiste después de clases?— pregunta curioso dejando lo que hacía para prestar atención a mi respuesta, la cual yo no quería decir.

Quede en silencio, esperando que pasara algo que me salvara de hablar, no quería decirles a donde fui.

—Te estuvimos esperando mucho tiempo, merecemos una explicación como amigos tuyos que somos ¿No?— Comenta Camyl observando con una mirada acusadora. ¡Dios! Contarle que trate de cambiar mi horario sin decirles, es como clavarle un cuchillo detrás de sus espaldas. En vacaciones hicimos una promesa, que estaríamos juntos en todas las clases y sé que si les cuento lo que quise hacer me odiarían por completo, ya que a ellos no les parecen tan malo que Chad sea nuestro profesor.

M****a. M****a y más m****a ¿Ahora que se supone que deba decir?

Mi mente estaba nublada, no podía pensar, sin embargo mi lengua trato de hablar.

—Bu-Bueno, fu-fu...—decía pero no podían salir las palabras, hasta que casualmente la cafetería se polariza al ver entrar a una rubia súper alta. Camyl, Austin y yo fijamos la mirada en ella. Por un momento pensé que era Ashley, pero no, está era más hermosa. La chica va entrando con una sonrisa perfecta en su rostro mientras usaba una falda y medias altas color rosa hasta sus rodillas. Su cabello es largo y ondulado como las olas del mar, tiene aretes grandes y maquillaje resaltante que no la hace ver mal. Creo que es nueva porque nadie se atrevería llegar a Excel luciendo así.

Paso por mi mesa mirándome con odio, y al instante me pregunté— ¿Quién rayos es ella?— Al sentir su mirada fría y pesada.

Luego se sentó con los populares del equipo de Lacrosse.

—Alguien me puede decir ¿por qué diablos ella me miró así?— pregunté totalmente confundida por el episodio que acaba de suceder.

—Zoe lo que pasa es que, ella es...Hannah—dijo Camyl levantándose con su bandeja al bote de basura olvidando así aquella pregunta tormentosa. Austin y yo la seguimos.

—¿Williams?—pregunté confundida, al escuchar que era Hannah.

—Sí.—respondió Austin—Es Hannah Williams, nos encontramos con ella hace rato saliendo de clases, al parecer sus padres murieron y ella ahora vive con la abuela—añadió tranquilo, soltando una bomba en mí.

Me quedé en silencio, mientras caminábamos al campus.

Tristeza, alegría, coraje, decepción, eran los sentimientos que sentía al escuchar que volvió.

Con razón regreso. Con razón me necesita. Con razón su cambio tan radical.

Hannah Williams, antes era una chica extrovertida pero que vestía con colores que no notaran su presencia en el mundo. Siempre usaba cola en su cabello mientras que solo se echaba brillo suave en sus labios.

¡Dios! La muerte de sus padres tuvo que afectarla mucho, si yo me hubiese enterado que por eso me necesitaba, obviamente le habría respondido el mensaje.

¿Será que la busco? ¿Sera que me querrá ver? ¿Será que aún me necesita?—Son las preguntas que invaden mi mente.

—¿En qué piensas Zoe? —Pregunta Austin al ver que tenía la mirada ida.

–Aún sigo tratando de digerir que ella sea Hannah. Tú sabes todo lo mal que la pase cuando se fue.—dije y contuve las ganas de llorar.

—Oigan, no entraré a deportes hoy. Voy a ir al equipo de ajedrez, nos vemos luego.— expresó Camyl alejándose de nosotros.

—Lo sé pequeña, ¿Quieres hablar de eso? —ofrecía Austin su ayuda como el consejero sin título que es.

—Sí. Si quiero.—Respondí antes que vaya a explotar por sentir tantos sentimientos.

Llegamos al campus.

Austin.

Le ofrecí mi ayuda, tenía que hacerlo. Apenas mire su carita toda triste, sentí las ganas de protegerla. El cariño que le tengo a Zoe nunca desaparecerá.

Apenas llegamos al campus, nos sentamos en las gradas.

—Se libre. ¿Cuéntame todo lo que tienes ahí? —señale su corazón.

Ella me sonrió.

—Su llegada, la muerte de sus padres, Chad Harris aquí, Noah y Elizabeth lejos y mi madre Amber haciendo de las suyas me tienen al borde de la desesperación.—suspire sin ánimos...—No sé si deba perdonar a Hannah y entiendo que está pasando por un mal momento pero lo que me hizo me dolió mucho, quiero estar cerca y lejos de ella al mismo tiempo, no sé qué hacer Austin.

—¡Vaya! Estás sumergida en un pozo muy profundo. Y no puedo decirte que hagas lo que dicte tu corazón, porque está más confundido que el mío. La verdad, no tengo ni puta idea de que debas hacer.— ella rió.—Pero no te enrolles tanto, deja que todo fluya. Dale tiempo al tiempo, y veras que todo se pone en su lugar.—expresé estrechándola en un abrazo, el cual hizo que recordara el amor profunda que sentía por ella.

Zoe.

Me abrazó y me sentí protegida. Él siempre me hace sentir mejor, es la razón de porque es mi mejor amigo.

Y tiene razón, le daré tiempo al tiempo.

Risas.

Confesiones y bromas hicieron que no entráramos a más clases y tuviéramos una tarde de amigos.

Tiempo después llegué a casa.

Me quité los zapatos y me coloque mis audífonos. Me sumergí en la música, posteriormente me quede dormida.

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