Hazme Tuyo
Hazme Tuyo
Por: Heizzen
Prólogo

Pensó que sería divertido, pero ahí estaba. 

El frío de la noche lo envolvía causándole cierto escalofrío que lo tenía sin cuidado. 

No se sentía para nada correcto el estar en el medio de ese bosque a esas horas de la noche.

—¿Están seguros de que aquí estamos a salvo?

El moreno continuaba abrazándose a sí mismo para darse algo de calor, temblaba y no estaba seguro de si era solo por frío o el miedo ya estaba teniendo efecto en él, esperaba que fuera la primera.

—No va a pasar nada, Ethan, por favor, no seas tan aguafiestas.

El castaño parecía bastante tranquilo, pero en la oscuridad de la noche su temor no era para nada visible. Estaba asustado, la idea había sido suya, claro que no iba a dejar que sus dos amigos lo supieran.

—Harry, si muero hoy, déjame decirte que haré tu vida miserable en el infierno.

Isaac amenazó mientras caminaba un poco más atrás que los otros dos chicos.

Lo único que podía percibirse era el ruido de las hojas de los árboles al ser movidas por el frío viento de aquella oscura noche. Solo eso, nada más y nada menos.

Un aullido los mantuvo algo alerta. 

¿Acaso habían lobos ahí? No sabían que en aquel solitario y perdido bosque podría haber siquiera algún tipo de animal, parecía ser un bosque olvidado, uno del que nadie conoce absolutamente nada.

—Dios, lo que faltaba.

De repente unos pasos se oyeron algo lejanos, pero con el pasar de los segundos se acercaban.

Alguien corría hacia ellos.

Se juntaron en un punto, acercando sus espaldas y mirando hacia el frente. 

Tres lobos distintos fueron visibles. 

Uno blanco de ojos celestes y brillantes se posicionó en frente del chico castaño de ojos marrones. El lobo estaba parado y lo miraba fijamente, con detenimiento. 

Otro lobo pero de pelaje algo más oscuro, siendo éste mismo marrón, y teniendo ojos claros que no eran posible distinguirse se paró delante del otro chico de ojos celestes, mientras le gruñía algo molesto. 

Por último, delante del asustado y temeroso moreno, un lobo de pelaje marrón no muy oscuro, se paró delante suyo mirándolo, como si pudiera entender qué sucedía. Sus ojos marrón chocolate brillaban con demasiada intensidad, tanta que el moreno se sintió desfallecer, era un hermoso color, los ojos tenían un hermoso brillo.

Entre los árboles, tres presencias se divisaron, tres personas que se veían oscuras debido a la tenue luz de la luna. 

Tres personas de ojos brillantes y grandes, ojos llamativos y hermosos.

—¿Es tarde para creer que no debimos venir aquí?

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