Capítulo 1 Trajecito.

Narra Hali Frey.

Viernes, 3, diciembre, 2027.

08:20 a.m.

Salgo del cuarto hacia la cocina en busca de comida después de vomitar el desayuno de esta mañana, suspiro al ver que nada me provoca comer, miro a Elián sentando en la isla investigando algo en su laptop, alza su mirada y me mira.

— ¿Aun te harás la que no sabe? — pregunta, miro a otro lado, desde que llegue ayer no ha parado de preguntar de “quien es el padre”, de esto y de aquello, ¿Cómo le explico que yo tampoco sé? — Hali… — lo miro y luego la hora.

— Me tengo que ir, llego tarde a mi trabajo — digo saliendo de ahí tomando mi bolso, me relajo porque Ana no estaba en casa porque si no, ambos no me dejan ir como anoche.

Niego bajando por las escaleras, estuve pensando en un aborto, tal vez tenía la oportunidad de deshacerme de este niño sin padre pero tuve un sueño extraño sobre un niño de ojos dorados como el hombre del bar que me decía mamá.

Pido un taxi y le doy la ubicación del museo, miro por la ventana siguiendo pensando en eso.

— Hemos llegado, señorita — le pago y le agradezco saliendo del taxi, entro por la puerta del personal mostrando mi identificación y en el pasillo me encuentro con Julián con una taza en mano quien me mira confundido por mi llegada.

— ¿Qué haces tan temprano aquí? — pregunta viéndome entrar  a la sala, me volteo frunciendo el ceño.

— Te mande un mensaje anoche de que vendría temprano… — respondo, saca su teléfono sin dejar de tomar de su café, asiente mirando que si le mande un mensaje.

— Lo siento, no lo había visto — asiento volteándome decepcionada, después de ver su verdadero rostro y de que borracho se burlara de mí en esa reunión en el bar aquella noche, yo no estaría embarazada de Dios sabe quién. — Oh, señor Kana — trago saliva al escuchar el apellido del hombre, me siento para no mirarlo ya que su mirada da miedo, abro el papel en donde está la supuesta imagen de Hades, el Dios del inframundo.

— Te compro esto — escucho tras de mí, miro el espejo que hay frente a mí y veo al hombre casi inclinado viendo la antigua imagen, veo que mira hacia el espejo y me mira a los ojos mediante este, sus ojos casi amarillos por el sol me intimidad de inmediato haciendo que baje la mirada.

— No está a la venta — digo con una voz casi audible.

— ¡Claro que si lo está! — miro a Julián con mirada molesta.

— Pues está en reparación aunque si se lo quiere llevar, lléveselo — contradigo cruzándome de brazos mirando a otro lado acomodando mis lentes.

— Veo que hay muchas cosas aquí… — miro un poco al hombre de negro, su cabello tan oscuro como la noche y esa piel pálida le va muy bien con esa mandíbula marcada y dura, quito mi mirada cuando se da cuenta que lo miro de más sin darme cuenta — Doy 1 millón por cada obra no reparada — abro mi boca al igual que Julián.

— Increíble, así me quedo sin trabajo, ¿no cree? — digo enfrentándolo a la cara, el castaño de Julián niega para que me calle. El hombre que tiene por nombre Hades pone una mano en la mesa y con la otra dentro del bolsillo de su abrigo se acerca a mi cara haciendo que me aleje aunque no pueda ya que la mesa no me deja.

— Te pagare mucho más que este lugarcito de cuarta si trabajas para mí reparando las obras por reparar, tengo muchos más de esta en mi casa — trago saliva sin dejar de mirarme, siento el olor de su perfume aunque es un rico olor que en otro momento hubiera dicho que le queda muy bien, ahora me da asco.

Me alejo y salgo corriendo a vomitar el desayuno en el baño más cercano, respiro sentada y mirando la puerta de madera, comienzo a pensar que con ese dinero que me puede ofrecer, puedo salir adelante y mantener a mi bebé.

Niego riéndome.

— Con ese dinero podría abortar… — pienso, la puerta se abre mostrando a Hades con una mirada más dura que antes.

— ¿Abortar? — pregunta casi molesto, me levanto y paso por su lado sin creer que lo dije alto, me detengo y lo miro.

— ¿En serio va a comprar todo? — pregunto y pasa por mi lado. — ¿No vas a responder? — pregunto casi enojada.

— Tú no me has respondido — suspiro mirando la ventana, lo miro y veo que me mira esperando.

— Estoy embarazada y el niño no tiene padre — me cruzo de brazo, se acerca con las manos en los bolsillos.

— Te doy trabajo a cambio de no abortar — frunzo el ceño mirándolo más cerca — Empiezas mañana — me da una tarjeta — Mi número, mi chofer la dejara en su casa y la recoge mañana — dicho se va dejándome en el pasillo sin entender lo que acaba de suceder.

Regreso a la sala y veo que se han llevado la mayoría de las obras que tenía que reparar, veo a Julián entrar a la sala con una sonrisa. Recojo mis cosas y paso por su lado pero me detiene.

— Vamos a festejar — lo miro.

— Renuncio, Julián, total, no me gustaba trabajar aquí con un jefe tan doble cara — me mira sorprendido mientras me voy sin escuchar ni una palabra. Al salir veo un carro negro y un señor uniformado que me abre la puerta, me señalo y asiente.

Al parecer no era mentira eso del chofer, me subo al carro que me lleva al edificio donde vivo, confundida lo miro estacionarse.

— Su pregunta no puede ser respondida — habla antes de preguntar, asiento, me bajo sin esperar que me abra la puerta, entro al edificio y miro tras de mí al carro y regreso a mirar al frente para subir las escaleras con muchas preguntas en la cabeza.

Al llegar a mi piso entro a mi apartamento y veo a Ana con los brazos cruzados, la miro sin entender, miro alrededor buscando a Elián pero me encuentro con una caja en la mesita de la pequeña sala.

— ¿Y eso? — pregunto aun con las llaves en la mano.

— No sé, eso mismo me pregunto ya que no va dirigido a mí sino a ti — me señalo y asiente, me acerco sentándome en el sofá y me cruzo los dedos sin saber qué hacer con la caja que no la he abierto porque se ve elegante y supongo su contenido debe ser costoso. — Abrirla, pues — trago saliva y abro la caja viendo dulces y golosinas de marcas junto a vitaminas y ácido fólico entre otros medicamentos para un buen embarazo.

Pero lo que me llama la atención son unos zapaticos blancos de bebé junto a un trajecito para un recién nacido. Ana me mira con los brazos cruzados sentada en el brazo del sofá esperando respuestas.

— ¿Es el padre? — pregunta, no digo nada viendo la tarjeta con mi nombre y nada más — ¿Es el padre sí o no? — vuelve a preguntar con más desesperación.

— ¡Aguanten ahí! — grita Elián desde la puerta, lo vemos correr y acercarse a nosotras, mira todo y me mira — ¿Quién es el padre? Ya desde ayer que no nos dices, Hali, deja el misterio — muerdo mi uña pulgar pensando y procesando todo de manera rápida.

Solo puedo recordar a Hades esa noche en el bar ya que ahora que lo vi ayer y hoy si es el mismo hombre que recordé pero no sé si me acosté con él, encima ¿Quién se acostaría conmigo? Si parezco una chica aburrida con ropa holgada y desaliñada.

— Mi vida es privada — respondo tomando la caja y cerrándola para irme a encerrar a mi cuarto antes de que ellos se ponga a quejarse de todo.

Recibo un mensaje de mi teléfono y veo que es un número privado, miro la foto de perfil y veo tres enormes perros daneses, leo el mensaje donde dice que si me gustó el regalo sin abrir el mensaje, dejo mi teléfono de lado en el escritorio y pongo la caja en la cama, me siento y saco el trajecito enterizo color blanco, reviso y trae guantes con un gorrito.

Los miro y se me eriza la piel de solo pensar que tendré un bebé en brazo en menos de 7 meses.

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