Capítulo 6

La sala quedó en silencio momentáneamente. Ni Vick ni Anna se atrevieron a romper la quietud.

—¿Tengo que preocuparme por dejarlas sin palabras? Es raro que un domingo estén tan calladas.

Obviamente la broma de Kathy no ayudó ni por asomo a aligerar el ambiente.

Vick comenzó a hiperventilar y rápidamente buscó entre sus bolsillos su medicina. Después de respirar varias bocanadas de su inhalador se calmó y contestó:

—Te casaste ebria, festejaste en un bar y no puedes divorciarte durante 5 años ¿Correcto?

Kathy asintió.

—¿Quién es?

Kathy, incapaz de quedarse sentada, comenzó a mover sus pequeñas decoraciones a otros lugares más específicos.

—¿Quién es qué?

—¡El presidente de Paraguay!—Vick saltó —. ¡No te hagas la tonta! ¿Quién es tu esposo?

—No es nadie, sólo un hombre cualquiera que conocí en el bar…

—Kathya…

—¡Bien, bien! Es ese hombre que nos llamó la atención y a quien seducí por un día completo en el shopping.

Anna quién se mantuvo todo el tiempo, arqueó la ceja derecha. Esa información ya la sabían y Kathy sólo se hacía la loca.

—Ejsh-Mp—balbuceó para luego toser. Se ganó miradas fulminantes por parte de sus mejores amigas. Suspiró—. Easen Merph.

—¿Merph? ¿El mismo apellido que administra la mitad de las empresas del país? ¿El mismo príncipe de hielo?

Kathy rodó los ojos. ¿Príncipe de hielo? ¿Desde cuándo Vick estaba al tanto del mundo empresarial?

—Es sólo un cabrón sin emociones en la cara. No es para tanto.

—Y ese cabrón sin emociones logró meterte la polla.

—¡Anna!—gritaron sus mejores amigas al mismo tiempo.

—¿Qué?—subió ambos hombros —. Es la verdad.

Kathy sabía que aunque era Vick quien la regañaba, Anna era la más lastimada.

—Mira Anny, sé que rompí la promesa de casarme en una iglesia con invitados, familiares y toda la cosa, pero…

—¡No sólo te casaste, sino que también no estábamos ahí para tomar nuestros lugares como damas de honor! ¡Me lo prometiste!

Recuerdos de una boda fallida, desastrosa, sangre y una muy deprimida Anny llegaron a su memoria. Inmediatamente tomó a la ruda pero delicada mujer y la aprisionó en sus brazos, no con fuerza sino con calidez. No quería que se sienta encerrada.

—Lo siento, cariño. Lo siento—Vick se acercó sin decir palabra alguna y se unió al abrazo fraternal —. Te prometo que algún día podrás ponerte a mi lado y lucirte como una de las damas de honor.

Anny tembló y después de unos minutos se calmó.

Las mujeres se miraron en silencio.

—Hablando de eso, ¿Dónde estaban ustedes? Porque no creo que simplemente se sentaron y miraron como mandaba mi vida por un caño.

Ambas amigas inconscientemente enderezaron la espalda. El instinto "maternal" de la pelirroja se activó al instante.

—Reconozco esa actitud. ¿Qué hicieron?

Entrecerró los ojos cuando Anna y Vick se miraron por un microsegundo.

—No lo voy a repetir de nuevo. ¿Qué pasó esa noche?

Anny suspiró. Por la actitud de Vick ya intuía que de su boca no saldría ninguna palabra.

—También nos emborrachamos. Solo que Vick tropezó con ese hombre que acompañaba a tu esposo y yo sin querer terminé en el auto de un hombre.

—¡¿Qué?! ¿Pero cómo?

Ambas mujeres negaron.

—No ocurrió nada. Jugamos un poco y al final las busqué pero como no estaban supuse que ya se fueron a casa.

Kathy asintió. Probablemente ya era muy tarde y con su nuevo esposo ya estaban en su mansión.

—¿Y tú Vick?

—Lo mismo —Vick subió los hombros—. Después de jugar, también fui a casa, les hice una llamada para avisar que había llegado y preguntando si llegaron bien también.

Hmmm, sus historias coinciden y lastimosamente no aportan nada para poder reconstruir su noche. Se masajeó el cuero cabelludo.

—¿Qué harás a continuación?

Kathy volvió a sentarse en el sofá.

—No lo sé, probablemente concentrarme en mi trabajo.

—¿Y tu matrimonio?

—De mi matrimonio no vivo, no como y no pago la renta. Tengo que trabajar para sobrevivir.

Ann tomó un vaso y lo llenó de yogurt.

—Técnicamente, sí.

—¿Qué?

La pelirroja y Vick miraron a su mejor amiga como si estuviera loca.

—Técnicamente de tu matrimonio si puedes vivir. Estás casada con el CEO, ¿Recuerdas?

Vick saltó del sofá para hacer un pequeño baile de la victoria.

—¡Sí! ¡Tengo un papi rico!—movió las caderas a un ritmo que solo ella podía oír—. Siempre soñé con no tener que ponerle agua al champú.

Anny se unió al baile improvisado aportando el canto.

—Se quieren, se aman, se pas-an el c-chicle…

Kathy simplemente rió con genuina felicidad mientras arrojaba almohadones a sus amigas cabras. 

A pesar de todo, es muy feliz.

(...)

—Voy a salir, cancela las reuniones que tenga hasta al mediodía.

Easen miró a la secretaria sonreír con incomodidad y anotarlo en la libreta.

—¿Algo más, señor?

—Si por algún motivo Amanda viene a buscarme, avísame inmediatamente.

—¿Fisherton?

—Exacto.

—Pero es lunes, ¿No se encarga de la joyería…?

Suspiró y negó.

—Algo me dice que vendrá y pondrá a alguien a que haga su trabajo en vez de ella, sólo por hoy.

—Muy bien, señor.

—Gracias, Clarissa.

Abandonó su empresa antes de escuchar la respuesta.

Por eso no pudo ver la cara de sorpresa y emoción de su secretaria, ¡Su jefe sabía su nombre!

Clarissa tomó el teléfono e inmediatamente comentó lo sucedido a sus colegas. Era la primera vez que el jefe recordaba el nombre de un trabajador y que suerte que fuera ella la primera. ¡Los otros morirían de envidia!

El CEO presionó su oreja izquierda. Estaba caliente y roja. ¿Será que alguien estaba hablando de él?

Sin prestar más atención aceleró su automóvil, haciendo rugir su motor. Llegaría junto a Almer pase lo que pase.

El camino fue rápido y ligero, por lo que pudo llegar sin inconvenientes al apartamento compartido de sus hermanos.

Su piso era el último, al tener mucho dinero puedes tenerlo prácticamente todo y un departamento con vista preciosa no era nada para sus hermanos.

Ya traía una copia de la llave porque sospechó desde un principio que Almer no aparecería por su empresa con la amenaza y menos tan temprano.

Desbloqueó la puerta y la abrió de una patada muy ruidosa haciendo que Almer quien estaba durmiendo en el sofá caiga de culo al suelo.

La sábana suave que tenía enrollada en la cintura cayó amontonada a los pies del sofá, dejándolo completamente desnudo.

—¿Qué…? ¿Qué…?

Almer trataba de enfocar los ojos, buscando el origen del ruido.

Easen avanzó con paso decidido y cerró la puerta tras sí.

Sonrió cuando al fin su hermano menor pudo enfocarlo y su cara palideció notablemente.

—Ding dong.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo