Una aventura muy peligrosa
Una aventura muy peligrosa
Por: RZ
Capitulo 1

Ser empresario es fácil, tener acciones a tu nombre también lo es. ¿Ganar millones y millones? Pan comido. ¿Codearse con ineptos malcriados? Más fácil que la tabla del 1.

¿Qué es lo difícil? Aguantar a tu m*****a familia. Es la familia, obviamente que la amas y darías lo que sea por ellos, pero a veces, solo a veces, no puedes soportarlos ni en pintura. Y ahora mismo, es el caso.

—Hijo, no te lo voy a repetir dos veces. ¿Qué estás esperando para darme un nieto?

—Madre, por favor, sabes que no es simplemente tener un hijo y ya. Es tener mucha responsabilidad…

—¿Crees que no lo sé? He criado a tres preciosos hijos y los tres me han salido hechos y derechos.

—Entonces…

—Entonces sé que puedes hacerme este regalo. Ya estoy vieja.

—Tonterías, madre. Eres aún muy jóven.

—Y si sigues así, me haré vieja y no tendré a mi primer nieto en los brazos.

La madre de Easen subió obstinadamente el mentón. Easen suspiró. La cena se estaba yendo al caño.

—Padre. ¿No tienes alguna opinión aquí?

Tenía la leve esperanza de que al menos su padre hiciera entrar en razón a su madre. Pero él simplemente subió ambos hombros sin prestar atención.

—Hijo, te daré un consejo que te llevará a un matrimonio largo, feliz y duradero: Nunca vayas en contra de los deseos de una mujer. 

Easen sujetó el puente de su nariz. Salir de la empresa sumamente tarde y tener que cenar con tus padres que insisten tanto en un heredero no es precisamente el plan que tenía de un viernes con tan buen clima.

—Y hablando de matrimonio, ya concreté la cita con Amanda Fisherton.

—¡¿Amanda?! ¿No te había dicho ya que Amanda no es mi tipo?

—No es mi asunto. Ya que no has hecho nada para conseguir a mi nieto, no me queda más remedio que tomar esta situación en mis propias manos. 

—Madre, no me voy a acostar con alguien que conozco solamente de la infancia. 

—Es una hermosa mujer, tiene 30 años al igual que tú, su padre es dueño de la cadena de joyas más grande del país y sus modales compiten con el de la Reina Isabel. ¿Qué más puedes pedir?

—No lo sé, ¿quizás que me guste?

—Te va a gustar, amor mío—tomó la mano de mi padre—. Así como yo aprendí a amar a tu padre. 

—¿Por qué solo yo recibo tus ataques? Tienes otros dos hijos totalmente capaces de procrear y darte nietos a montones.

La mujer negó con pasión.

—Me niego. Almer y Argo no pueden casarse ni tener hijos si tú no los tienes primero. El primogénito es primero. Ésa es la tradición en esta casa y se respetará mientras yo viva bajo este cielo azul.

Árbol que crece torcido, jamás su rama endereza. Ella nació terca y morirá terca.

Easen se puso de pie sin ceremonias y agarró la ropa colgada en el perchero.

—Padre—le dejó un beso en su cabeza—. Madre—la besó en la frente—. Los amo muchísimo, pero debo irme. Estoy muy cansado y sólo quiero acostarme a dormir. 

Avanzó hacía la puerta para luego girar y seguir hablando.

—Espero que me llamen mañana. Buenas noches.

(...)

—Dios Santo, Almer. Cuando me dijiste que querías hablar conmigo y que demos un paseo no creí que hablabas de esto.

De camino a casa, su hermano dos años menor, lo había llamado y dicho que quería hablar sobre un tema urgente. Y aunque, sentía que su cabeza iba a explotar lo hizo, lo hizo por su hermano y aceptó su salida. Muy grande error.

—¡Te vas a ver cómo papá si sigues arrugando el ceño así, hermanito!

La música no estaba tan alta, pero si lo suficiente para que le retumbara hasta los pensamientos.

—¿Porqué tengo que aguantarlos?

Almer sacó la lengua en gesto infantil.

—Porque eres nuestro querido hermano mayor.

—Hablando de hermanos ¿Dónde está Argo?

Almer hizo un gesto despectivo.

—Está enterrándose en algún coño de por ahí. 

—¿Vinimos a un bar para que él encuentre una mujer?

—Nope—Almer negó —. Vinimos para que tú encuentres a una. Estamos cansados de que mamá nos dé lata sobre por que no le das un nieto. 

Easen tomó el vaso de whisky de un solo tirón. Tener a una familia que te presione para tener hijos sin importarle tu m*****a opinión, cansa.

—Unas hermosas mujeres a las tres—Almer silbó—. Deséame suerte, veré si puedo llamarlas y conseguirte un útero para tus hijos.

Easen tomó dos vasos más de whisky seco de un solo trago. El alcohol le quemaba la garganta, pero era una distracción más que bienvenida en su sistema. Quizás así mañana despertaría y todo cambiaría. Nunca pensó que eso sería un gran spoiler de su vida.

El alcohol ya estaba haciendo efecto, aún así tomó un vaso más, rezando para que su hermano no tenga éxito. ¿Quería ser padre? Absolutamente. Siempre se imaginó una casa medianamente grande, una esposa preciosa y su redondeado estómago caminando lentamente como pato alrededor de él. ¿Era el momento para hacerlo? Absolutamente no. Tenía muchas responsabilidades en la empresa, una imagen que mantener, sacar a flote muchas cadenas y tener tiempo para sí mismo y su salud mental. No podía ni imaginarse cuidar de niños en esta etapa de su vida. Tenía apenas 30 años, le sobraba toda una vida por delante.

Sus cavilaciones fueron cortadas abruptamente cuando sintió un perfume dulce y picoso en la nariz. Estaba aletargado por lo que solo se dió cuenta cuando ya era muy tarde.

Tenía a una pelirroja de exuberantes tetas, pegada a su pecho y sus labios contra su boca.

Pensó que era obra de su hermano, pero vió por el rabillo del ojo a su hermano con las dos mujeres bajo sus brazos y tenía una cara mortalmente sorprendida. 

Si no era a causa de su Almer…¿Qué demonios estaba pasando?

La pelirroja lamió su boca y restregó su coño contra su pene. Easen casi se atragantó cuando sintió que la mujer no traía bragas y la pelirroja aprovechó la oportunidad y le metió la lengua.

Easen sintió derretirse. El amigo se alzó orgulloso y victorioso, reclamando también atención. 

Era la cosa más dulce jamás probada. No era un santo, cada tanto pasaba con mujeres dispuestas a pasar el rato pero no había probado tanta dulzura nunca.

En un momento de razón pensó: ¿Qué estoy haciendo? Y trató de zafarse, la pelirroja lo sintió, o eso creyó ya que estaba un tanto borracho. No toleraba el alcohol tan bien ya que no acostumbraba beber y lo agarró de la nunca gimiendo en su boca impidiendo que se alejara.

Eso fué todo. Eso lo mató. Tomó sus nalgas y las amasó entregándose por completo a los deseos.

La noche aún no terminaba.

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