En línea

Alba y Marco comenzaron a chatear constantemente y a diario, sin embargo, había un problema y era que Alba no podía dejar que Luis viera que ella estaba chateando con un amigo. Luis haría todo lo posible por alejar a Marco si es que se llegara a enterar y eso era algo que Alba no quería. Sabía perfectamente que Luis haría un problema enorme al saber de la existencia de Marco en su vida así que ella hacía lo posible por hablar con Marco cuando Luis no estaba junto a ella.

Alba y Marco habían comenzado a recordar todas las cosas que su infancia y cuanto se divertían. Alba le dijo a Marco lo agradecida que estaba de que él haya querido ser su amigo en aquella época que para Alba era muy difícil hacer amigos y divertirse un poco. Marco se sentía también agradecido con la presencia de Alba, ella siempre había sido una amiga muy especial en su vida y le tenía un cariño muy grande.

“Tenemos bueno recuerdos juntos, me gusta pensar en ti como esa niña temerosa del fuego, el fuego que a mi tanto me apasionada” escribió Marco.

“Es que éramos muy pequeños para jugar con esas cosas, era peligroso” Respondió Alba.

“Lo sé, pero yo siempre tenía ganas de hacer cosas peligrosas, no entiendo por qué”.

“Pues yo siempre tenía miedo de todo, tampoco sé por qué”.

Al final del día ambos reían de todo y se acompañaban, así sea de manera virtual. Marco era una persona que a pesar de estar rodeado de amigos se sentía bastante solo, porque nunca había encontrado a alguien que realmente lo comprenda. Era una persona bastante particular, tenía gustos poco comunes, le gustaba vivir al límite, amaba con fuerza e intensidad, pero nunca había conectado realmente con alguien, es lo que se dio cuenta cuando comenzó a hablar con Alba. Ella siempre había sido muy especial, y sentía por primera vez que alguien lo entendía a la perfección. Él comentaba sus ideas, a veces un tanto descarriadas, y ella las apoyaba y daba su opinión con seriedad. “Cualquier otra persona pensaría que estoy loco” pensaba, mientras sentía tranquilidad en su interior. Alba, por su lado, era realmente solitaria, su hábitat era su habitación, y solo salía para ir a la universidad y de vez en cuando con Luis. Pero ella, realmente sentía la misma conexión con Marco, de sentirse acompañada y entendida.

Sus conversaciones se tornaron largas e interesantes. Compartían mucha información, tanto Marco como Alba, tenían bastante conocimiento, eran personas que les gustaba aprender sobre diversos temas y siempre tenían algo interesante de que hablar. Cierto día, Luis invitó a Alba a un pequeño paseo con su familia, era un viaje corto de un día de estadía. Ella aceptó ya que anhelaba salir de la ciudad. Saldrían el sábado muy temprano y regresarían el domingo en la noche. Viajaron con los padres de Luis y su hermano mayor.

La familia de Luis era indiferente con Alba, su padre no solía tomarla en cuenta ni para las conversaciones, mientras que su madre de vez en cuando conversaba con ella, aunque poco. El hermano de Luis tampoco era muy comunicativo. El lugar al que llegaron era bastante agradable, una pequeña cabaña en un espacio selvático. Alba tenía una enorme fascinación por la naturaleza y ese lugar le encantó. Quería ver las plantas y los animales que habitaban y aunque se logró acercar un poco y darse unos minutos para eso, rápidamente Luis interrumpió su espacio de observación. La noche de ese sábado, mientras estaban recostados en una hamaca, Alba pensó, por un momento que ese instante era lindo, que amaba a Luis y que podría ser el amor de su vida. Lo miró con ternura y le dio un beso, el cual Luis recibió agradecido. Minutos después entro una llamada al celular de Alba, se podía ver quien era, era Marco. Él nunca la había llamado antes, Alba pensó que algo podría necesitar.

—     ¿Quién es Marco? — Dijo Luis quitándole el celular e impidiendo que ella pudiera contestar.

—     Es un amigo, amigo del barrio — Dijo Alba con nervios.

—     ¿De tu barrio?

—     No… quiero decir, de antes, de donde yo vivía cuando era niña.

—     Alba, habla con claridad. Un amigo de tu infancia, ¿verdad? — Dijo Luis con tono burlón— ¿Tú piensas que yo te voy a creer eso?

—     Pero es verdad, nos conocimos cuando teníamos como doce años, casi ni recuerdo.

—     ¿Y porque te llama?

—     No lo sé, nunca me había llamado, tal vez necesita algo.

—     Bien, pues que busque alguien más que lo ayude.

Luis elevó su mano y aventó el teléfono de Alba un par de metros de ella. Cayó sobre la tierra húmeda, ella se levantó de inmediato y corrió a recogerlo. La pantalla se partió, pero aún funcionaba, Alba lo tomó en sus manos con tristeza mientras lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas.

—     No llores, no es para tanto — Dijo Luis con enojo mientras se levantaba de la hamaca — Estoy harto de ti y de tus mentiras, estoy harto de esta relación.

—     Entonces déjame — Dijo Alba en un susurro.

—     Pue sí, creo que es lo mejor, tu me haces mucho daño.

Después de eso Alba no dijo nada, solo se fue a dormir con lágrimas en los ojos. Al día siguiente Alba habló poco con Luis, él actuaba como si nada hubiera pasado la noche anterior. Ella pudo recibir una llamada de su madre, aunque con dificultad pudo leer que era ella. Su madre solo quería preguntarle como estaba y a la hora que volvería, ella le dijo que llegaría en la noche. A las cuatro de la tarde salieron de regreso a la ciudad y Alba llegó a su casa a las siete de la noche.

—     ¿Qué tal estuvo todo? — Preguntó su padre.

—     Bien, papá, me divertí mucho— Mintió.

—     Qué bueno hija, ¿Quieres comer algo?

—     No, no tengo hambre. Quería contarte que, se me cayó el celular y quedó así — dijo con vergüenza mientras mostraba a su padre el teléfono con la pantalla partida.

—     Ay, hija, sí que eres descuidada. Bueno en estos días tendremos que comprar otro. 

Alba estaba realmente triste, sin embargo, apenas llegó a su habitación encendió su computador para poder hablar con Marco, ya que no pudo responder sus mensajes con Luis presente y con su pantalla destrozada.

“Marco, disculpa, salí de viaje con Luis el fin de semana, pasaron algunas cosas, la pasé pésimo como te imaginaras” Escribió Alba. Ella le había contado con anterioridad a Marco de su relación con Luis y de las cosas que ocurrían.

“No te preocupes, solo quería hablar contigo y nunca te había llamado me pareció buena idea. Perdón si te metí en problemas con Luis”

“Está bien, me hubiera encantado que hablemos, Luis destruyó mi teléfono y hora tendré que esperar un poco para tener uno nuevo”

“No puedo creer que él haga estas cosas, está loco, es una persona violenta, a veces temo por tu vida”. 

Alba tenía una fuerte opresión en el pecho y un vacío indescriptible. Odiaba su relación con Luis y comenzaba a pensar que también lo odiaba a él. Quería alejarse para siempre de Luis y no saber nada de él nunca más en su vida, ya no le importaba si nunca más volvería a ser amada por nadie, ya no tenía miedo de perder a Luis ni de estar sola, su único miedo era jamás salir de esa relación enfermiza y violenta. También tenía un deseo intenso de ver a Marco, él siempre la invitaba a salir, pero ella se negaba por el miedo que tenía a la reacción de Luis.

Al cabo de tres días, Ramiro le compró un nuevo celular a Alba y ella pudo hablar con Marco más cómodamente. Alba no había visto a Luis desde el viaje y tampoco quería hacerlo, él seguía enviando mensajes pidiendo disculpas, pero ella no quería sus disculpas, solo quería no verlo más, quería olvidarse de él y de todo lo ocurrido.

Ese mismo día, en la tarde, Alba, con su celular nuevo, llamó a Marco.

—     Hola Marco, soy Alba. ¿Podemos vernos hoy?

—     Que alegría me da tu llamada, por su puesto. A las cinco estoy libre.

—     Perfecto, a las cinco en la plaza central.

—     Ahí estaré. 

Marco estaba bastante extrañado de la llamada tan repentina de Alba y sobre todo de su predisposición a salir juntos, sin embargo la idea lo emocionaba bastante, había deseado verla desde el día la vio mudarse de casa hace más de diez años atrás. Intento terminar sus ocupaciones antes, para llegar a tiempo y no hacer esperar a Alba. Se sentía bastante nervioso y no entendía realmente el motivo. Era algo que esperaba por mucho tiempo y finalmente ocurriría. Todo el día hasta la tarde, Marco pensó en Alba y en aquel encuentro, imaginaba como se vería en persona, se preguntaba cuanto habría cambiado después de tantos años. Sus nervios alterados por todos los pensamientos que tenía, hicieron que pareciera que las horas pasaban más rápido y en menos de lo que imaginó, ya era hora de ir al encuentro con Alba.

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