Capitulo 2: Yo tambien soy tu hija.

Tan solo una pequeña respuesta cambio el mundo de Jade, aunque sería una boda discreta; ella solo sabia que era su deber eso fue lo que dijo su padre; desde que tenía uso de razón había sido apartada por su familia. Cuando tuvo la oportunidad de escapar al extranjero lo hizo sin dudarlo. Habría regresado pensando que sería diferente, pero klara la veía como una amenaza.

Cuando su padre le dijo que debía hacerle un favor, para ayudarle a pagar su deuda; ella intento ayudarlo con lo poco que tenia reunido en sus años de trabajo en el extranjero, sin duda el grande monto era el cuádruple de lo que ella tenía ahorrado.

Mañana sería el gran día realmente no sabia mucho y tenia miedo otra vez se sentía como una niña pequeña perdida, como siempre pensó en escapar como lo hacia siempre; sus manos sudaban quería correr, pero los hombres la mantenían custodiada; su madrastra había tomado su pasaporte. Tenían todo controlado hasta el final.

—Señorita, el señor Sergei quiere hablar con usted—informo Laura con expresión triste ella la había cuidado desde pequeña.

—Ya voy— respondió poniéndose de pie deseando atrás todos esos pensamientos y con una sonrisa forzada salió de la habitación.

Baja las escaleras hasta llegar a la biblioteca donde su padre la miraba con advertencia. Apretó sus manos a su costado y ingreso a la habitación donde el señor Sergei la esperaba jamás pensó que todo cambiaria con ese señor entrando a su vida.

—Déjennos solo—hablo fuertemente —toma asiento.

Con nerviosismo me senté en el sillón frente a él. Sin apartar la mirada en sus movimientos corporales.

—Me llamo ¿Algo que desea algo?

El hombre le dio un ultimo trago a su bebida para mirarme atentamente.  Ese hombre provocaba un miedo en mí, era peligroso y lo sabía.

—Es sobre la boda, sé que esto será sorpresivo para ti… pero te aseguro que no te arrepentirás— dijo lentamente mirándome esperando alguna reacción de mi parte—. Cosas que tu familia no tiene derecho a saber, pero debes saber que también tiene un precio… no se si lo sabes, pero para mi eres especial como una joya ¿No lo sabes?

Mantuve mi expresión neutra no quería nada de aquello, pero sabía que no podía llevarlo la contraria, había oído pequeños rumores acerca de la familia a la que ahora pertenecería.

—Primero este trato es entre nosotros, a cambio durante todo el tiempo que dure el matrimonio; es un convenio de un año y medio. Tu objetivo aquí es quedarte embarazada —, jadeo ante sus palabras aquello era todo aun mas absurdo—. Luego puedes marcharte, a cambio dependiendo de tu desempeño recibirás un bono muy jugoso. Mi hijo es un poco difícil, pero tienes que asegurarte que eso suceda, ese es tu objetivo durante ese tiempo si se prolongara veremos sobre el camino.

—¿Su hijo? —pregunte extrañada.

—Si, mi hijo lo conocerás el día de la boda ¿Aceptarías los términos? — sabia que seria un trato con el diablo pero que otra opción tenia, no había un si o no en aquellos términos.

—¿Tengo otra opción? — cuestione intentando mantener mi postura.

A lo que el hombre sonrió peligrosamente, lo que hizo que se retractara de sus palabras atrevidas.

—No creo que tengas opción—fue la única respuesta del hombre.

—¿Con un año y medio? —pregunto asegurándose de los términos.

—Si.

—Entonces, no creo que tengo opción.

—Me alegro que estés de acuerdo con mis planes.

Se puso de pie y me tendió la mano y la acepte.

—Nos vemos el día de la boda.

No sabia a que me enfrentaría pero estaba segura que no deseaba aquello, no supe por cuando tiempo estuve allí sentada, retraída en mis pensamientos el sonido de la puerta levante la mirada encontrándome con mi padre, la tristeza y el resentimiento, cuando me informo su decisión la ira que sentí y sigue estando allí, en esa parte que trate de ocultar en lo profundo de mi corazón.

—¿Por qué lo hiciste, papá? ¿Merezco ser vendida de este modo? — dije alzando mi voz, nunca había tenido amor de su parte, tal vez en el fondo de su corazón, pero hacerle eso a su pequeña hija.

—Lo siento, pero no tuve opción no podía darle a Nina.

—Nina, lo entiendo… pero no quise decir eso. Veo que en tu corazón no hubo dudas.

—Jade, nunca tuve opciones contigo, agradece que te crie.

—No, no tengo porque hacerlo. Veo que solo significo algo que puedas botar con facilidad.

Mordí mi labio fuertemente y me levante su fuerte agarre en mi mano me detuvo, dudo por un momento pensé que me diría que se equivocaba, pero ahora entendía porque dicen que las palabras duelen más que un golpe. El hombre que por primera vez en el mundo me debía amar y proteger nunca lo había hecho desde que murió mama, o bueno lo poco que podía recordar de ella. A quien debía sonreír y decirle todos los días que le amaba, por mucho tiempo lo anhelé y en secreto le pedí a Dios, ¿Fueron mis ruegos escuchados? A veces me preguntaba por las noches, ¿ese hombre realmente me amara? Solo era el recuerdo de la mujer que amo y murió, pensé que también era mi culpa y me odié por eso, cuando nació Nina fue lo mismo, los celos y la rabia de saber que sus ojos nunca brillarían como cuando sus ojos se posaban en mí. Nunca.

—No puedo dejar que Nina sufra por mis errores.

—Yo también lo sufro y no disfrute de ello, los últimos años jamás lo hice… pero solo existo cuando debo encontrarles solución.

—Ella es tu hermana.

—Yo también soy tu hija, pero tu… realmente durante mucho tiempo no lo entendiste— sonreí como si esas palabras sonaban como un consuelo para mí, durante mucho tiempo estancados y se sintió bien decirlos en voz alta—. Es lo ultimo que hare por ti.

—Jade…

—Este será lo último que existirá entre nosotros.

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