◇ Capítulo 4 ◇

Un gran bullicio se escuchó en todo mi alrededor de pronto todo eso me empezó a molestar.

—No... No voy a ser la esposa de un hombre tan anticuado como usted, y no quiero ser esposa de nadie—. Me levanté y salí corriendo.

Yo no podía creer lo que me estaba sucediendo como se atrevían mis padres hacerme esto, sé que me castigarían, pero no me importaba no estaba dispuesta que jugaran así con lo que yo quería, quería ser diseñadora de joyerías tenía tres cuadernos llenos de bocetos de ellos.

Yo pensaba ser una diseñadora y mis padres pensaban en casarme, empecé a llorar de la impotencia, solo era una chica de casi dieciocho años que apenas está aprendiendo de la vida. Corrí a todo meter de repente la lluvia empezó a caer.

El pie se me doblo y el tacón del zapato se rompió, me los quite y los tire, ya me daba igual todo, yo había caminado el asfalto sin zapatos esta no sería la primera vez.

La lluvia camuflajo mis lágrimas, de pronto sentí que alguien me tomo del hombro deteniendo mis pasos.

—Dasha no lo tomes a mal por favor se lo pido—. Me gire hacia él para enfrentarlo.

—Y como quiere que lo tome señor Melitón si usted quiere casarse conmigo a mí nadie me dijo o pregunto si me quería casar—.

—Lo sé, pero yo no quiero que seas ve...

Paro de hablar era como si él quisiera decirme algo, pero no lo hizo en vez de decir algo más se quitó la chaqueta y me la colocó.

—Ven vamos a refugiarnos no querrás resfriarte—. Tomo mi mano y me llevo a una cafetería que había cerca.

—No puedo entrar—.

—Por favor no puedes quedarte aquí, estás empapada y necesitas algo caliente, un chocolate o un té lo que quieras—.

—Si quiero eso, pero es que estoy...

Mire mis pies, al igual que él lo hizo.

—Eso lo podremos arreglar—. Se agachó y quitó sus zapatos y medias quedando descalzo también. —Ahora no sentirás vergüenza de entrar descalza—. Sonreí por su acto tan amable.

Entramos a la cafetería y nos sentamos en una mesa, una camarera vino en seguida, el pidió un café negro y yo pedí un chocolate, y aunque la camarera nos vio de mala manera igual tomó el pedido.

Mire por la ventana y la lluvia se hacía más fuerte al paso de los minutos.

—¿Qué es lo que deseas Dasha? —. Me miró fijamente. —¿Por qué no aceptas mi propuesta? —.

—Es que no me quiero casar señor Michel, tengo ya casi dieciocho años lo único que quiero es estudiar y ser...

—¿Ser que Dasha? —.

—Ya no importa—.

—Si importa Dasha dime qué quieres ser—.

—Soñé con ser diseñadora de joyas me gusta dibujar anillos collares, alhajas, todo tipo de joyerías—.

—Pero puedes serlo Dasha—.

—No, no podré, un esposo me amarraría y me quitaría toda mi liberta—.

—Solo tú tienes la decisión Dasha, toma el chocolate para llevarte a casa—. Casa esa palabra me trajo a tocar fondo, había defraudado a mis padres y el castigo que vendría sería terrible por dejarlos en ridículo, tal vez me den con el látigo esta vez.

Me tomé el chocolate, Melitón término su café, se levantó a pagar y sonreí por su ropa, los tirantes lo hacían ver un hombre de otro milenio parecía de esos abuelos que usan esos tirantes en los pantalones.

Me levanté y fui junto con él. —Tenga señorita gracias por su atención que tenga una linda noche—. Su voz denotaba molestia, puse mi mano encima de la suya. —Puede quedarse con el cambio—. Y con eso tomo mi mano y me saco de la cafetería.

Unos hombres estaban esperando con paraguas, al vernos se acercaron y nos cubrieron, subimos a uno de los autos.

—Te llevaré a tu casa, discúlpame por la propuesta, no debí hacerlo, pero ten en cuenta que muchos otros vendrán y ninguno sera como yo—. Y cuanta verdad había en sus palabras solo que yo no lo sabía aún.

Al llegar a casa él me acompaño, tocó la puerta y esta fue abierta por mi padre quien de inmediato mostró angustia en su rostro.

—Muchas gracias Melitón, gracias por traerla sana y salva—.

—No hay de que señor Estévez, nos vemos pronto Dasha—. Asentí.

Él se marchó dejándome con una angustia, sus palabras me dejaron pensativa, la mano de mi madre en mi mejilla me trajo de vuelta a la realidad de mi vida.

—Como te atreviste hacernos un desplante como ese Dasha, eres una ingrata, estamos haciendo todo lo posible por comprometerte con un hombre de buena posición y tu sales corriendo, que no piensas en tu futuro—. Sobaba mi mejilla y la mire con enojo.

—Pensando en mi futuro o en el de ustedes, no quiero ser parte de sus mentiras, no quiero ser parte de la sociedad de las que ustedes quieren pertenecer...

Otra garnatada más fuerte me dio mi madre, las lágrimas se desbordaban de mis ojos.

—No importa si es por nosotros o por ti, tienes que hacerlo eres nuestra hija y debes obedecer, no los agradecerás algún día, con un hombre como ellos no te hará falta nada—.

—No entienden que no quiero, yo solo quiero estudiar, no estar a la sombra de un hombre—.

—Lo harás niña ingrata te casaras con uno de esos dos prospectos tú eliges, Melitón o Wellington—. Sentenció mi padre ya cabreado.

—Esto es un negocio para ti no es así—. Le grite a mi padre con enojo.

Me tomo del antebrazo y me llevo a la habitación, pensé que me iba pegar como algunas veces lo hacía, pero en vez de eso solo salió y me dejó ahí.

Al día siguiente iba salir para ir al colegio, pero la puerta estaba cerrada.

Caí en cuenta que ese había sido mi castigo, no ir al colegio y no salir a ningún lado.

Estaba tan molesta por ello, además de eso pesqué un resfriado, todo el día la pasé con temperatura.

Tres días habían transcurriendo, por suerte Anastasia me había traído las tares y llevado las mía a los profesores.

Hoy al fin era mi cumpleaños, y mi regalo de cumpleaños ya estaba preparado.

—¿Hija ya estás preparada con tu decisión no es así? —.

—Papá por favor no me hagas esto, no quiero contraer matrimonio aún—.

—Todos estos días aquí encerrada no te sirvieron de nada—.

—Papá...

—Papá nada Dasha, si no eliges yo lo haré por ti y el mejor prospecto para mi es Wellington—. Escuchar ese nombre hizo que mi estómago se revolviera. —Le daré la noticia ya para empezar los preparativos—. Salió de mi habitación con pasos firmes y decidido a dar la noticia.

Yo no podía contraer matrimonio con ese hombre, había investigado de ellos mientras estuve encerrada en mi habitación, de Wellington se dice muchas cosas como el hecho de que fue acusado de golpear a una chica de mi edad hasta dejarla casi muerta, claro que nunca comprobaron nada y la familia de esta se mudó muy lejos. De Melitón no había mucho solo el hecho de que es un hombre de negocios el cual viaja mucho, no encontré más que eso.

Salí de mi habitación y vi a mi padre que esperaba en línea.

—Papá por favor no me cases con ese señor te lo pido por favor papá—.

—Te di a escoger Dasha y no me diste respuesta, ahora yo escojo por ti—.

—No papá por favor te lo suplico por favor—.

—Has silencio que estoy esperando en la línea—.

—Papá por favor—. Cada vez mis lágrimas eran más gruesas y amargas.

Si no funcionaba de la forma tradicional lo haría a la antigua, me puse de rodillas y camine hacia el así, uní las palmas de mi mano y le suplique, tome sus piernas y me incline más suplicándole que no hablara con ese señor.

Mi padre se giró hacia mí y aproveché que me observaba. —Por favor padre te lo pido por favor piedad...

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