◇ Capítulo 2 ◇

Lo prepare y cuando termine fui a pedirle a mi padre que me ayudara con la charola, pero en cambio el señor Wellington se ofreció.

Mi padre según se opuso alegando que era un invitado, pero al final accedió que él me ayudase.

No le creía su gesto de buena voluntad, pero no podía negarme a nada. En cuanto apareció en la cocina se acercó a mí y me acorraló contra el fregadero.

—Pronto te convertirás en mi esposa, ya tengo todo un plan contigo—. Me quede perpleja ante su acto.

Se acercó a mí y trato de besarme, pero increíblemente lo esquive para que sus labios no tocaran los míos.

—Me encantan las niñas difíciles, y tú no te escaparas de mí—. Me presionó contra su panza y el mueble.

Iba gritar, pero él intrépidamente me lo impidió tapando mi boca, su mano libre se introdujo dentro de mi vestido rozando mi muslo, mi cuerpo temblaba.

—Me gustan las niñas sin experiencia y tu cuerpo me dice que no has sido tocada—. Mi corazón latía desbocado en mi mente llamaba a mi madre y a mi padre a gritos más sabía que ellos no vendrían a salvarme. —No es así nadie ha tocado tu piel, responde—. Me ordenó con voz severa.

Saco la mano de dentro de mi vestido y tomó mi cabello con fuerza.

Lo mire con terror ese hombre me estaba haciendo daño y mis padres no se daban cuenta y ni siquiera vendrían a la cocina y ver por qué tardamos en ir con el té.

De un manotazo y jalón me zafo de él y me aparto. —No sea atrevido—. Mi cabeza me dolía del jalón de cabello.

—No te hagas la difícil cariño pronto seremos esposos—. Lo miro perpleja.

Tomo la charola y salgo de la cocina la pongo en la mesa. —Padre me retiro mañana tengo que levantarme temprano—.

—Está bien hija descansa—.

—Nos vemos pronto señorita Dasha—. Le di una sonrisa más falsa que la chequera de mi padre.

Me fui a la habitación y me metí bajo las cobijas…

Días después en la entrada de mi colegio me encontré al señor Wellington. —Señorita Dasha vengo por usted—. Me dijo al verme.

—¿Disculpe? —.

—Si le dije a tu padre que venía por ti y él no se opuso—.

—Gracias por el gesto señor Wellington, caminaré con mi amiga, además tengo que pasar a la biblioteca —.

—Te llevo—.

—Gracias señor, supongo que usted tiene cosas que hacer, usted es un hombre muy ocupado y solo lo haría perder el tiempo llevándome—.

—No te vas escapar de mi Dasha—. Sube a su auto, exhalo el aire que estaba conteniendo.

—¡Dasha no me digas que ese señor te pretende! —. Miro a mi amiga.

—No es que él me pretenda, es amigo de papá solo eso—.

—Ten mucho cuidado, cuando ese hombre pone sus ojos en una mujer no hay quien pueda escapar de sus garras—.

—¿Tu lo conoces? —.

—No, pero he escuchado cosas de él—.

—¿Cosas como qué? —.

—Pues que a él le gusta pretender a chicas de nuestra edad, sobre todo señoritas inocentes que no saben nada de la vida y eso no es todo, escuche que a él le gusta maltratar a las mujeres, y por lo visto a puesto sus ojos en ti—. Y ella no se equivocaba, pero en ese entonces no lo sabía.

—Él no me pretende Anastasia—.

—Dasha te falta aprender de la vida si ese hombre vino aquí a buscarte fue porque él quiere algo contigo—. Niego, entramos a la biblioteca.

En la noche cuando mis padres llegaron me regañaron por despreciar al señor Wellington, me mandaron arrodillarme en una esquina por el acto tan descortés que había tenido con ese señor.

—¿Qué no ves que si ese hombre se fija en ti podremos formar parte de su círculo social? —.

—No quiero que ese hombre se fije en mí, yo quiero seguir estudiando—.

—No seas tonta hija con un hombre como él no tendrás necesidad de nada ni de trabajar—.

—No quiero una vida así—.

—Pues lo harás, por tu padre y por mí, de alguna forma tienes que retribuirnos todo lo que hemos hecho por ti, crees que ese colegio de señoritas al que asistes es barato—.

—Para eso estudio para poder mantener mi beca—.

—Y crees que ser una chica becada está bien—.

—No me importa como lo veas para mi es un orgullo tenerla—.

—Te callas harás lo que te diga y si ese señor te va recoger te vas con él y vas a ser obediente con él—.

Días después estaba preparando la cena para otro invitado de mi padre, y con respecto al señor Wellington no lo volví a ver por esos días y lo agradecía internamente.

—Ya está lista hija—.

—Si mamá solo falta la crema del estofado—.

—Ve a ponerte bonita—.

Voy a mi habitación y me arreglo con un lindo vestido que me compro mi padre según él era mi regalo por adelantado de mis dieciocho años.

Salí de la habitación y fui con mi madre ya que mi padre llegaría con el nuevo invitado, le ayude a terminar con los arreglos.

—Se una buena hija compórtate con el señor Melitón y tal vez con este te valla mejor—.

—Mejor en que madre por que hacen esto—.

—Ya pronto serás toda una mujer Dasha y puedes contraer matrimonio con el hombre que nos pueda dar un buen estatus social—. En ese momento no sabía el significado de esas palabras.

Aunque esas palabras me quedaron resonando en la cabeza como eco. “Pronto serás toda una mujer y puedes contraer matrimonio”.

Esas palabras martillaban en mi cabeza, pero aún no le encontraba alguna razón por la cual mi madre me las decía…

Yo aún no sospechaba de las tretas que estaba haciendo mi padre.

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