Epílogo

8 meses después.

“Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia”.

Repitieron todos los integrantes de la sala de reunión de narcóticos anónimos, estaban en Milán y Diego fue con su padrino Fabricio, el día de hoy recibían a varios nuevos, razón por la cual la reunión la hicieron un poco más formal con un púlpito y era el turno de Diego.

Buenas noches, mi nombre es Diego y soy adicto —los presentes lo saludaron—. Señores no les diré que la sobriedad es fácil, pero todos aquí hemos tenido una vida dificil, el solo hecho de luchar contra esta terrible enfermedad ya es una tragedia, pero es cierto, sí podemos superarla un día a la vez, un minuto a la vez, un segundo a la vez, en mi caso me hice adicto siendo un niño y me repetía que no era mi culpa, y pues quizas no lo era, pero recaí siendo adulto, tratando de soportar la tentación comencé a jugar en casinos y resulta q
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