Capítulo 3 El reto está cumplido

Diego saltaba la cuerda en el salón de combate del gym, ya había pasado una semana desde su encuentro con don Massimo, desde ese día, salía del gym más temprano y dejaba a Roxana a cargo del cierre, ella era su entrenadora de confianza y los últimos años se estaba preparando en artes marciales mixtas con él. Diego, como prometió, entrenaba a los peleadores para la exhibición de apertura de la arena del casino Fortuna de don Massimo, regresaba a casa casi a medianoche, un ritmo extenuante que solo soportaba manteniendo su cuerpo caliente para que el dolor de sus músculos lastimados no lo hagan desear drogas.

   —¿Qué te tiene tan preocupado? —preguntó Roxana sorprendiendo a Diego, estaba recostada a la puerta del salón de combate —perdón por sorprenderte.

   —Debes quedarte hasta tarde y cerrar, no tienes por qué llegar tan temprano, aún no son ni las 6.00 AM —Diego soltó la cuerda y se acercó a ella limpiando el sudor con una toalla de mano y Roxana se tensó.

   —He visto en redes sociales la promoción de la primera noche de peleas en el casino Fortuna, serás el peleador de la noche, ¿por qué no me invitaste a participar?

   —No estás lista para entrar a esa jaula —dijo Diego con determinación y estiró su mano para tomar la de ella cuando la vio resoplar jactanciosa—. Roxana eres muy buena en esto, pero no quisiera que te ligaras a un casino de apuestas, puedes optar a desarrollarte en campeonatos profesionales, incluso te recomendaré para gerente de aquí en cuanto me vaya y será pronto.

   —¿Por qué te vas?, ¿te dedicarás a pelear para don Massimo? —preguntó interesada—, se rumora que viene con todo y que su gente consigue a los mejores luchadores, incluso de la UFC

   —¡No se te ocurra involucrarte con Halcón!... —gritó Diego, mostrando preocupación, sabe que Halcón es un desgraciado y no desea mal para Roxana.

   —¿Halcón?,  no he oído nada de un fulano halcón.

   —Y es mejor que no lo oigas ni lo veas nunca, si el Halcón que conocí en Estados Unidos es quien conseguirá peleadores para don Massimo, él solo tiene esclavos, así que mantente alejada.

   —Don Massimo no puede involucrarse con matones, es un hombre respetable —expresó muy segura, miró a todas partes, aún no habían clientes en el gym, miró a Diego coqueta—. Me gusta que te preocupes por mí —Roxana se pegó a él hasta acariciar su cuello—, me has hecho falta.

    —Buongiorno  —saludó Rebeka desde la puerta.

   Rebeka había desestimado varías veces la idea de ir al gym, con llamar a Brenda e informarle que Diego renunciaba se libraba de problemas, pero quedaría mal con Diego, como poco profesional y niña chismosa, ahora lo ve con una entrenadora muy acaramelado, pues ella había cambiado, pero obviamente él no y seguía siendo un mujeriego.

   —Rebeka —dijo Diego y Roxana lo miró molesta, ya que no le agradó la confianza que él mostraba —es decir, señorita Larsson.

   —Puedes tutearme Diego, nos conocemos.

   —¿Y qué tanto se conocen? —preguntó cruzando los brazos Roxana mirando a Diego, él la miró haciendo un mohín y negando con la cabeza.

   —Quiero presentarte a Roxana, a ella recomiendo para la vacante de gerente que quedará cuando yo no esté.

   —Diego, eso lo discutirás con Brenda, que es quien se encarga de los gym Warriors en todos los hoteles, recuerda nuestro trato.

   —Princesita, Brenda se enfurecerá conmigo, contigo no tiene por qué hacerlo.

   —Bueno, ya veremos —le contestó Rebeka restando importancia—, ahora no tengas miedo a que una chica toque tu cara, vamos al ring antes de que deba estar en la oficina —invitó a Diego con una sonrisa, luego miró a Roxana de manera amable—, si pierdo, lleva tu curriculum a mi oficina.

   Rebeka dió tres pasos dentro del salón de combate y a Diego se le iluminó la cara con una sonrisa.

   —Así que le agarraste el gusto al combate, veremos si ya sabes patear traseros.

   —Si quieres apostamos —respondió Rebeka riendo y Diego también rió, pero con una sonora carcajada, él no podía apostar, claro que ella no sabía que él era un imbécil que se hacía adicto a cada cosa posible en el mundo.

   —Hermosa, las princesas no deben patear traseros, deben tener quien lo haga por ellas —dijo él de manera dulce, Rebeka lo miró mientras ambos caminaban hacia el ring, Rebeka no podía saber si era sarcasmo o si era sincero.

   —Pues esta princesa aprendió a patear traseros.

   —Pelee conmigo —la voz de Roxana llegó desde atrás, pero de inmediato estaba junto a ellos—, así no necesitará mi curriculum, sabrá que soy buena.

   —Yo no tengo problema —respondió Rebeka elevando los hombros sin demostrar emoción alguna.

   Roxana estaba furiosa, no le agradó ver las risas de Diego con Rebeka, Diego en verdad le gustaba, pensó en darle su merecido a la consentida, para que no le coqueteara más a su hombre.

   —Espero que si le dejo un moretón no le diga a los dueños que me despidan —respondió Roxana lanzando el reto a Rebeka, se moría de ganas partir su bello rostro para que Diego no la mirara embobado como lo hacía.

   Rebeka se echó a reír y contestó:

   —Para hacerme un moretón, primero tendrás que pegarme.

   Diego las miró a ambas.

   —Cambio de planes, peleará Roxana y yo seré el árbitro —en cuanto estuvieron preparadas, Diego les ajustó las vendas en las manos, primero a Roxana y luego fue con Rebeka.

   —No me dirás que no debo estar de bravucona —comentó Rebeka concentrada en sus manos mientras Diego ajustaba la fina venda para proteger aún más sus manos— ; que no debería pelear con una profesional que obviamente me tiene rencor porque está celosa.

   Diego la miró a los ojos.

   —Tú aceptaste meterte en esto y yo no consiento a nadie. Además dijiste que te entrenó Brenda y estabas dispuesta a patearme el trasero, si es cierto estarás bien, si no lo es, Roxana te dará una paliza.

   Ambas mujeres se pusieron los guantines y en guardia, Roxana era ligeramente más baja que Rebeka, pero más musculosa, también era excelente con las piernas, Roxana lanzó el primer golpe y de inmediato la primera patada de frente, Rebeka esquivó ambas, no era lo que hubiera hecho Diego, él hubiera asentado el primer golpe, Roxana descuidó su defensa, se notaba que pensaba que esto sería un castigo fácil a Rebeka, ambas lanzaron golpes con los que se rozaron, lo siguiente fue muy rápido, Roxana repitió la combinación, lanzó el golpe y de inmediato preparó el movimiento para lanzar la patada, pero Rebeka vio el movimiento y esquivó el golpe, pero no echando atrás, ella se agachó y lanzó desde abajo un opel golpeando con fuerza en la barbilla a Roxana antes que pudiera lanzar la patada, Roxana aturdida dio un paso atrás y Rebeka aplicó una llave tumbándola, Roxana al verse en la lona le dio dos buenos golpes en el abdomen, Rebeka le dio dos golpes en la cara y Diego paró la pelea.

   —Es suficiente —dijo Diego interponiéndose entre ambas mientras quitaba a Rebeka de encima de Roxana, que no pudo pararse de inmediato, y tenía un hilo de sangre en la ceja.

   —¿Por qué nos detuviste? —dijo Rebeka molesta y llena de adrenalina.

   —Soy el árbitro —respondió sin dar detalles y le dio la mano para ayudar a levantar a Roxana.

   —¿Estás bien, Roxana?

   —Creí que no consentías a nadie —dijo Rebeka de mala gana y se mordió la lengua, se sintió celosa y lo demostró.

   —No estaba preparada, quiero la revancha —dijo Roxana levantándose.

   —Es suficiente, tenemos que trabajar, ya empezarán a llegar los primeros clientes —dijo Diego con autoridad.

   Roxana pasó por el lado de Rebeka tropezandola con el hombro.

   —No la aceptaré como gerente, que no lleve ni siquiera el curriculum —dijo Rebeka en voz alta para que Roxana escuchara.

   —¿Crees que me importa ser gerente y andar de lamebotas de los Larsson?, yo me largo, y me debes la revancha, princesa.

   —Cuando quieras —contestó Rebeka subiendo los hombros.

   En cuanto quedaron solos, Rebeka vio cómo se transformaba el semblante de Diego, se veía furioso, pensó que estaba molesto porque ella ganó el enfrentamiento con la presumida Roxana.

   —¿Por qué ella no puede ser gerente del Warriors Milán?, ya solo me quedan dos semanas aquí, no puedo conseguir y mucho menos preparar a otra persona en quince días.

   —Pues ese es tu problema y no el mío —contestó Rebeka de mala gana, suspiró y le dio la espalda a Diego buscando su toalla—. Esa chica tiene mala actitud —dijo más calmada tratando el asunto profesionalmente—; no nos llevaremos bien…

   —Y todo debe ser a gusto de la princesita —espetó Diego acentuando cada palabra y Rebeka enfrentó su mirada—, todos a tu alrededor deben complacerte o si no los deshechas, tú no sabes lo que son problemas, Rebeka Larsson, crees que todo es un juego, pero es la vida real, con problemas reales y gente con necesidad, entérate de que por mucha riqueza que tengas no tienes por qué caerle bien a todo el  mundo y aunque Roxana no se lleve bien contigo no quiere decir que lo hará mal aquí.

   —No me la puedes imponer a mí, Diego, porque yo necesito demostrar que soy capaz de hacer bien mi trabajo como gerente del hotel y no puedo aceptar a esa chica con lo que desafío a Brenda por ti, para días después llamar a Brenda y pedirle que la despida porque no me respeta.

   —Por favor, como si tu familia se tomara en serio que estás trabajando —Diego estaba molesto, solo quería hacer bien las cosas, alejarse de su trabajo con los Larsson para que no se vieran involucrados si las cosas se complicaban y solo veía que ahora tenía que lidiar con la malcriadez de una consentida—. A ti no te cuesta nada, Rebeka, puedes hacer lo que quieras en este hotel y si lo haces muy mal, la única consecuencia para ti será que te enviaran a hacer otra cosa, si te sientes con los nervios destrozados por el estrés podrás irte a una isla privada a tomar piña colada con tu novio, ¿por qué tienes que molestarme a mí?

   —Eres un patán, un resentido y un imbécil.

   —No soy resentido porque no ambiciono tu fortuna, solo te pedí un favor, pero como no se ajusta a tus gustos…

  —Pues así es, pero tranquilo, no tendrás que acostumbrarte a consentir a la princesita Larsson, ya pronto te irás y no tendrás el más mínimo resentimiento en que Brenda asociará tu abrupta salida con que yo esté aquí, no te importará que me miren condescendientes, que creerán que no pude llevarme bien contigo porque…

   Rebeka calló, no le inflaría el ego a Diego por él que en este instante sentía muchas cosas y ninguna bonita.

   —Pensarán que no me llevé bien contigo porque quisiste llevarme a tu cama y yo no quise ir —completó Diego con un pésimo gusto la frase de ella que quedó inconclusa.

   Rebeka le dio un contundente golpe en la cara.

  —Por si quedaba duda, el reto está cumplido —fue lo único que le dijo Rebeka al pasar junto a Diego, él se quedó mirando su espalda y tocando su mejilla.

   —Sí que Brenda te enseñó a pelear, princesita —murmuró Diego al salón aún solitario.

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