CAPÍTULO 05

BRENDA

CAPÍTULO 5

Después de tan aparatoso accidente en el ascensor; resultado del dichoso apagón que ocurrió por toda la ciudad, Thania se ofreció a traerme a casa de mis padres.

Estaba a pocos pasos para llegar al porche de la casa de mis padres, cuando de repente mi bolso comienza a sonar, es obvio que es lo que está sonando; mi celular.

Registré mi bolso con una sola mano mientras intentaba ver, ya que estoy en la oscuridad de la noche y la luz del farol es muy tenue.

Cuando por fin lo tengo en mis manos suelto un resoplido agotador.

Quien llamaba era nada más y nada menos que el Señor Valente, el Vicepresidente quien desgraciadamente es mi jefe.

Frunzo el ceño algo molesta, pero igual contesto.

—¿Que desea Señor? —fue lo primero que se me vino a la mente para contestar.

No recibí ninguna respuesta por su parte. Eso me extrañó un poco ya que ese hombre le encantaba regañarme en algunas ocasiones, y si pretendía reprocharme lo de esta tarde era mal momento ya que me arruinaría la noche estando con mis padres.

—¿Señor?

¿Qué haces aquí? —por lo menos me respondió, pero... ¿ha qué se refiere con su pregunta?

Tenía la intención de responder pero una voz femenina del otro lado interrumpió mis palabras:

—¿Qué?¿ya no puedo tan siquiera visitarte? —respondió esa mujer, su voz se oía lejana pero aún así la escuchaba fuerte y claro. —¿Qué te parece si nos divertimos un poco...?

Estoy un poco ocupado, Chloe...

—Puedo ayudarte en lo que sea que estas haciendo. —creo haber oído un ¿beso? —¿Por qué no te entretienes conmigo un poco, mi amor...?

¿Había escuchado bien?

¿Le dijo mi amor?

¿Y por qué rayos sigo escuchando esto? Es obvio que el jefe se le marcó el celular por error, aunque, la cosa es... ¿por qué justamente a mi número?

Bueno, recuerdo que hoy me llamó, pero es tonto creer que yo haya sido la última persona a la cual le marcó.

Ah... ah... Ignacio... —escuché por mi auricular.

Eso me espantó.

Realmente siento que sufro un ataque de pánico y más porque si el Señor Valente descubre que yo estoy en la línea... Diablos. Corté la llamada antes de escuchar otra cosa.

—¡Papá, Brenda ya llegó! —cuando por fin volví a la realidad y a mis cinco sentidos, llevé la mirada hacia la puerta de la casa de mis padres, mi hermana Sofía estaba parada en la puerta con sus auriculares puestos.

Me acerqué hasta ella sonriendo.

—¿Cómo estás hermanita? —Sofía odiaba que yo la llamara así.

Ella frunció el ceño fastidiada torciendo los labios hacia abajo, después se quitó los cascos los cuales provenían una escandalosa canción de adolescentes.

—Tengo dieciséis, ya deja de llamarme "hermanita". —rodó los ojos al ver una sonrisa ladina y enternecida en mi rostro.

—Aunque tengas treinta años, siempre serás mi hermanita, Sofi...

—Brenda, que bueno que llegaste.

Mi padre estaba parado justamente detrás de mi hermana. Sofía se hizo a un lado y yo introducí mi cuerpo para abrazarlo.

—Brenda, estábamos muy preocupados por ti... nos enteramos por los vecinos lo que sucedió en la empresa donde trabajas. Realmente tu madre y yo por poco salíamos corriendo para ir a buscarte... —hablaba aún abrazándome. Unida a él pude sentir su miedo y preocupación que llevaba en su corazón.

Lo apreté un poco más fuerte sin hacerle daño, antes no lo había pensado pero, ¿qué hubiera pasado si ese ascensor no hubiera resistido, o haya pasado algo muchísimo peor, algo catastrófico que le dejara una gran tristeza y depresión a mi familia?

Y sobre todo a mi madre.

—No pasó nada papá, ¿dónde está mamá? —murmuré con la voz un poco ronca ya que sentía un ardor en la garganta.

—Te está esperando en la sala, sigue en el sofá desde hace rato. —comentó mi padre con un tono apagado en sus ojitos. Sé lo mucho que le duele a mi padre pensar en la enfermedad de mi madre.

—¿Ya tomó su medicina? —mi papá negó.

—Dijo que no se la tomará hasta no verte. —informó mi hermana Sofía caminando hacia la sala.

La seguí tomada de la mano de mi padre, cuando los tres hicimos acto de presencia en la estancia, visualicé a mi otra hermana Daniela con mis dos hermanos pequeños mellizos al lado de mamá riendo. Parecía que estaban entretenidos en el celular viendo vídeos de risa o comedia.

Por lo menos ellos ayudaban a distraer mucho a mi mamá cuando se sentía deprimida o ida pensando en tantas cosas.

—Hola mamá... —me acerqué hasta ella intentando no llorar. —Estoy aquí y estoy bien...

—Brenda... —intentó levantarse pero no pudo sino después con la ayuda de Daniela. —Gracias cariño... —le sonrió y terminó por abrazarme igual que como hizo mi padre. —Mi cielo... ¿por qué tardaste tanto...? —apreté el cuerpo de mi madre escondiendo mi rostro en su cuello.

—Nosotros tratamos de llamarte hermana. —Daniela se acercó cuando mi mamá deshizo el abrazo. Después mi hermana me abrazó, cosa que no había hecho Sofía antes. —Estábamos muy preocupados por ti, Bren...

—¡Hermana Brenda sigue viva! —los mellizos gritaron al unísono.—YEEEIIHHH! —gritaron aún mas fuerte haciéndonos reír.

—Me agrada escucharlos chicos. —dije riendo después de también abrazarlos.

Todos fuimos directo a la cocina, estuve ayudando a mi papá y a mi hermana Daniela a preparar la cena. Cenamos animadamente contando cosas, preguntando y una que otra broma para reír más, la verdad es que me sentía tan afortunada de tener a una familia así, tan diferente pero al mismo tiempo especial, era grandioso ver a mis padres sonreír con un espectacular brillo en sus ojos, y sobre todo a mi amada madre.

Todo lo soporto por ti, mamá...

—Y dinos Brenda... ¿Ya te acostaste con tu jefe? —casi me atraganto con el jugo cuando Sofi habló.

—Sofía, ¿cómo puedes preguntar eso? —reprendió mi padre a mi hermana menor.

—Papá, sólo estaba jugando. —Sofía como cualquier malcriada se cruzó de brazos y se mantuvo en silencio.

—Ah bueno... —Daniela habló: —¿Por qué precisamente su jefe, Sofi?, tal vez este saliendo con alguien más ¿o no Brenda? —todos me miraron.

¿Es en serio?

Suspiré encogiendome de hombros. Como siempre estas dos mocosas metiendo sus narices en mi vida personal.

—La verdad es que estoy mejor sola. No quiero ninguna distracción en mi vida ya que estoy trabajando en una muy buena empresa. —llevé un bocado de comida a mi boca. —Además, me da igual lo que ustedes dos digan. —ignoré sus miradas de disgusto y sonreí sintiéndome victoriosa.

El tema de mi vida amorosa quedó hasta ahí cuando mi padre comenzó a hablarme sobre los nuevos partidos ganados por su equipo de fútbol americano preferido, todos, excepto Sofía que tenía sus auriculares puestos, lo escuchábamos, también los mellizos me contaban de alguna nueva anécdota que tenían acerca de la escuela y todo eso.

Mi madre era quien menos hablaba ya que por su condición a veces se sentía muy cansada, cuando terminamos Sofía me ayudó con los platos y aunque insistía en hablar de algún tema con ella, sólo prefería ignorarme y hacer sus cosas, desde que me independicé ella comenzó a rechazarme, y la verdad es que no lo entiendo ya que antes éramos unidas y ella conversaba conmigo de cualquier cosa abiertamente.

—Buenas noches. —dijimos al unísono estando en el segundo piso.

Ella se fue por su lado hasta encerrarse en su habitación, mientras yo me dirigía a la de mis padres para despedirme.

—Toc-toc... —toqué un par de veces con ritmo en la madera de la puerta. —Vine a despedirme...

—¿Te vas?, creí que te quedarías...—los ojitos de mi madre se veían cristalinos.

—¿Por qué no pasas la noche aquí, hija? —mi padre se sienta al lado de mi mamá tomando de su mano. —Ya es muy tarde y...

—De acuerdo.

Accedí porque quería quedarme y estar con ellos, pasar la noche en mi viejo hogar de la infancia y la verdad es que no tenía ánimo y mucho menos ganas para irme a casa sola.

Estuve un rato con mis padres hasta que por fin mi mamá concilio el sueño. Tomé un té con papá conversando pero ese té hizo efecto en minutos en mi cuerpo, así que me despedí de él y fui directo a mi habitación.

Cuando por fin estuve en mi cuarto, noté que habían cambiado algunas cosas de lugar, al igual que el juego de sábanas de la cama. Tomé una ducha y me acosté sintiendo el cuerpo completamente relajado pero cansado al mismo tiempo.

***

Alguien estaba tocando mis piernas...

Alguien estaba besando mi piel descubierta, ya sean mis hombros o mis brazos.

Mi cuerpo se sentía entumecido, pero también con millones de sensaciones extrañas, una corriente de cosquillas aparecía en la zona que esos labios besaban sobre mi cuerpo.

Sólo mantenía mis ojos cerrados disfrutando de esa sensación tan exquisita, no recordaba la última vez que alguien besó mi cuerpo de esa manera, con detenimiento y deleite.

No soy virgen.

Tengo veintiséis años de edad, tuve unos cuantos novios en la preparatoria y en la escuela, aunque sólo me acosté con dos de mis novios, los cuales fueron en la Universidad, así que perdí mi virginidad en buen tiempo, aunque hay días en los cuales me arrepiento por haber hecho eso.

—Ah... —¿gemí?¿qué diablos?

No puedo creerlo, jamás había tenido un sueño de estos. ¿Eróticos?

El sujeto terminó por quitarme la sábana de encima, yo me había dormido boca abajo así que aprovechó esa posición y se subió en mi trasero, el cual apretó con ambas manos provocando que inconcientemente mordiera la almohada.

Apreté las sábanas con mis manos, en el proceso el hombre subía sus manos por mi espalda dejando piel descubierta, él besó cada centímetro de ella... sentí la punta de su lengua recorrer mi espina dorsal hasta la nuca y me quitó la blusa de la pijama por encima de mi cabeza, abrí un poco mis ojos pero sólo me mantenía concentrada en su tacto.

Ese hombre estaba tocándome como un demonio deseoso de pecado, y mi cuerpo parecía aceptar su tacto, de todos modos, era un jodido sueño erótico, nada malo podía pasar en ello.

Me sujetó de ambas piernas hasta llegar a mi cadera y elevarla un poco, me sentía... ¿excitada?... nada más podía escuchar mi corazón latir con tanta adrenalina y desespero, una fina capa de sudor apareció en mi frente, mi cuerpo y mis dientes temblaban por la éxtasis de sus manos.

Comenzó a tocarme aún más en mi cadera, hasta que sentí su miembro erecto contra mi trasero, ahogue un grito por estos pensamientos depravados, ¿cómo es posible que este soñando algo como esto?, el hombre empezó a frotar su masculinidad contra mis nalgas, mientras yo gemia con libertad, demonios, hasta mi rostro debe de estar al rojo vivo y más al sentir palpitar mi feminidad.

Él se detuvo para arrecostarse contra mi cuerpo el cual dejó caer despacio de nuevo en la cama, estaba en mi espalda, muy pegado, aún dejando que sintiera lo que tenía en sus pantalones, su respiración se escuchaba en mi oreja que estaba cerca de su rostro.

—Señorita Ortega...

¿Qué?

¡Esperen!

¿Qué?

—¿Por qué no se toca por mi...?—tomó mi mano y me hizo llevarla hasta mi short, la introdujo en mi ropa interior y...

—Q-que... E-esta... —muerdo mi labio con fuerza aguantando las ganas de gemir.

—Señorita Ortega... déjese llevar...—el Señor Valente acarició con sus dedos y con mis dedos mi zona húmeda.

—Señor... ah... ¿qué hace...? —cerré los ojos ante la sensación placentera de su juego con los dedos en la zona más sensible de mi cuerpo.

¡¿Estoy teniendo un sueño erótico con mi jefe?!

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