Pase Libre.

PDV Isabel.

     – Pareces inofensiva ahí dormida – me despertó Pilar, quitándome el cabello de la cara.

     – Oh, no supe cuando me quedé dormida – Dije, terminando de abrir mis ojos – ¿y Luis?

     – Tuvo que salir a resolver algo en una obra. – respondió con la boca torcida.– Vente, vamos a comer hice una tortilla de vegetales, para que veas que cuido de ti – dijo sacándome la lengua.

     – Huele delicioso y muero de hambre – dije a mi amiga.

    – Oye Pilar, ¿puedo tomar esta novela prestada? está muy interesante.

     – Si la ves a leer si, es de mis novelas preciadas, me encanta. Bueno tómala, se que no pararás de leerla.

     Comimos hablando de cualquier cosa mientras bebíamos un vino Shiraz, luego nos sentamos frente a la tv buscando alguna película interesante, cuando recordé nuestra conversación pendiente.

     – Cuéntame sobre esa locura del pase libre a Luis – le pedí a Pilar, quién estaba concentrada leyendo la sinopsis de una película de terror.

     – Nada bueno que no hayamos visto, salgamos, ¿qué te gustaría hacer? – respondió como si no me hubiese escuchado.

     – ¿Que te parece si vamos al Zeil Gallerie? a sentarnos en su terraza y tomarnos algo.

     – Me encanta, pensé en invitar a las chicas del bufé, pero mejor nos ponemos hoy al día y mañana quizá hagamos algo con ellas.

     – Bien - dije entrando a la habitación para darme una ducha y cambiarme la ropa.

     Pilar tenía un hombre que la amaba, amigos, salidas, y además una carrera exitosa, ¿Qué estaba yo dejando de hacer que sólo el trabajo me absorbía? Me pregunté, mientras me vestía. Opté por unos jeans, un maxi suéter manga larga y cuello alto color beige y unos tacones verdes.

     – ¡Que chula! – Exclamé a Pilar, quién salió casi vestida como yo solo que su suéter era de color negro al igual que sus tacones.

     – Pasan los años y esta sincronía entre nosotras sigue – responde Pilar abrazándome.

     Nos reímos y bajamos hasta el sótano donde estaba el estacionamiento y el mini Cooper rojo de mi amiga/ hermana, nos dirigimos al mall y el frío solo estaba para café o vino, optamos por pedir una botella de Merlot.

     – Ahora sí me vas a contar de qué va lo del pase libre a Luis, me tienes intrigada con eso. – pedí a Pilar.

     – Ah cierto, bueno ¿recuerdas a mi amiga Adeline, la francesa? – me preguntó y ya tenía una sonrisa pícara en su rostro.

     – Claro, la sexóloga, ¿Ella fue la que te dio esa idea? – pregunté, un tanto decepcionada.

    – ¿Me crees tan manipulable así? – me respondió ofendida – ¿me dejas contarte o seguirás con las críticas? Ya estás como tus plasti amigas.

    – No las llames así, deja los celos – defendí a mis tres amigas de toda la vida.

    – No son celos, y recuerda que también fueron mis amigas hasta que te presionaron hacerte esa operación en la que casi te mueres en el quirófano.

     Sé que ese fue un punto crítico en nuestra amistad, bueno de hecho lo fue en mi vida. Pilar aún está dolida por ello, así que la abrazo y siento empatía hacia ella, sé que está así porque me quiere y se preocupó mucho por mi salud en ese momento.

      – Ven aquí, Pili – la acerco a mi – yo sé que te preocupaste mucho por mí y por eso y por muchas cosas más te quiero como la hermana que nunca tuve, pero ya han pasado tres años de eso, María, Leticia y Pilar Rosario son nuestras amigas desde la infancia, además fui yo quien tomó la decisión de hacerse las operaciones estéticas.

     – Porque ellas vivían con la presión, no querían tener una amiga gorda.

     Tome una respiración profunda.

     – Admito que insistieron un poco en que me hiciera el bypass, pero la final yo no me sentía feliz como me veía, aunque nunca lo dijera, ahora me siento bien viéndome en el espejo.

     – Como no, si ahora pareces una modelo de Victoria's secrets, pero casi te costó la vida.

     – Gracias, viniendo de ti, que tienes un cuerpo natural perfecto, es un excelente cumplido.

     La hago reír y ya ha pasado el malestar.

     – Ahora sí, hablemos del presente, no quiero juzgarte es tu vida y tu relación, solo me sorprendí un poco, así que cuéntame. Seré solo oídos.

     – Sí, mejor, tienes mucho tiempo sin venir como para estar arruinando el momento. Bueno te cuento, pero antes pidamos otra botella.

     – Como te decía, Adeline me contaba sobre sus relaciones sexuales y que ella había elegido a su novio porque la hacía llegar a las estrellas, cosa que no habían hecho otros, entonces cuando le dije que solo había estado con Luis, que había sido mi primer y único amante se sorprendió y me preguntó algo que me dejó en blanco.

     – ¿Qué te preguntó? – inquirí. A lo que Pilar abrió comillas con sus manos para citar lo que su amiga le había preguntado.

     – " ¿Cómo sabes que Luis es un buen amante para ti? “– Pilar me quedó mirando esperando que dijera algo, ante mi silencio, continuó.

     – Entonces yo le respondí " pues porque yo tengo orgasmos con él" creyendo que eso era suficiente. Entonces, me respondió.

     – Naturalmente todas tenemos orgasmos, cariño, si yo te tocará, aun cuando no te gusten las mujeres, tendrías un orgasmo. – me dijo y aunque la sola idea de que me tocará no me gustó, me mantuvo pensando.

     Entonces me hizo otra pregunta. " ¿Cuál es tu helado favorito? Y yo le respondí” vainilla" - ¿y como lo sabes? " Porque he probado los otros y no me gustan tanto.” En ese momento Adeline me quedó mirando como si yo debía ya saber a qué ella se refería y te juro que no caí hasta la noche cuando estuve con Luis.

     Al terminar de hacer el amor le dije que esa era mi posición favorita y automáticamente me pregunté por qué lo era y fue la misma respuesta, porque he probado otras y con esa disfrutaba más. Entonces llegué a la conclusión de que debo validar que Luis es mi favorito.

     Al culminar su relato, Pilar me quedó mirando con ojos exaltados esperando que le respondiera algo. Yo no sabía que responder a eso, había tenido dos parejas por lo tanto si tenía un punto con qué comparar, aunque el segundo solo fue unas pocas veces, solo un desliz, aunque lo disfruté mucho.

     – ¡Hola! ¿estás aquí? – me sacó Pilar de mis pensamientos.

     – Claro, la verdad no sé qué decirte. Si estás decidida, no me queda más que apoyarte.

     – Eso era justamente lo que quería escuchar, así que me acompañaras para que no me raje a última hora.

     – Bueno con apoyo me refería a no juzgarte y estar contigo cuando quieras compartir tu experiencia, ¿que te acompañe a dónde? – pregunté, sin entender.

     – Al antro pues – me giró los ojos como si fuera obvio y yo aún no entendía.

     – ¿A cuál antro, Pilar? – quise saber.

     – Ok, resulta que hay unos antros donde solo se va a tener sexo, puedes ir con tu pareja, intercambiar, tener orgías, puedes ir sola y solo escoges con quien quieres irte a una de las habitaciones temáticas que tienen ahí mismo.

     – María santísima – Exclamé – ¿de verdad existen? Pensé que solo se leía en las novelas eróticas de ficción.

     – Pues sí, existen y ya tengo el elegido.

     – Antes de que avances quiero preguntarte algo – dije mirándola a los ojos y ella asintió.

     – ¿Que pasara si descubres que Luis no es tu favorito?

     Observé cómo le sorprendió mi pregunta, pero como buena abogada que es se recuperó pronto y respondió.

     – No creo que eso pase – dijo con determinación – primero porque me siento satisfecha sexualmente por mi Luis y segundo, porque no pienso repetir serían tres hombres diferentes – respondió con suficiencia.

     – ¡Tres! – exclamé más alto de lo que me dije a mi misma. Parecía una santurrona. – disculpa – dije sonrojada.

     – Sí, debe ser una buena validación y sabes que para eso se requieren pruebas contundentes.

     – Pero qué más prueba quieres si me dices que estás satisfecha. – giré mis ojos más para mí misma, debía dejar de actuar como su mamá. – en fin. ¿Piensas decirle a Luis que tú también tomarás ese pase? – quise saber.

     – Por supuesto que no, mi Luis es bueno, pero no para tanto. Sólo lo sabremos tú y yo, a nadie pienso contárselo por ahora, quizá a Adelaine, pues ella me hablo de este antro exclusivo y yo investigué..

     Asentí con la cabeza y me tomé un trago de vino, unos minutos después nos alcanzó Luis y paramos el tema. Cenamos, elegí un plato local que me gusta mucho, el Handkäs mit Musik que consiste en queso con una salchicha a vapor condimentada.

     – ¿Les gustaría volver al pub de ayer?, me invitaron de nuevo, al parecer la cuñada llamó la atención – dijo sonreído Luis.

     – Mientras tomemos gratis, no se diga más – respondió Pilar.

     – Por mí está bien – respondí

     Regresamos al apartamento para cambiarnos, está vez me puse un pantalón jean rasgado con unos tacones stilettos rojos y un top del mismo color con muchas tiras en la espalda por lo que no lleve brasier, peine mi cabello en una cola alta y maquillé mi rostro resaltando mis ojos con negro ahumado, la anoche estaba fría así que opté por una gabardina beige.

Salí de la habitación de invitados y me encontré a Luis en la sala con una cerveza en la mano, sonreído, también estaba hoy más relajado con unos jeans azul claro y una camisa manga larga blanca que resaltaba en su morena piel.

– Invité a par de amigos, no sé si los conozcas, Mohammad, un iraní que trabaja conmigo y Rodolfo, un ingeniero nuevo que entró en ventas.

– No me suenan ninguno de los nombres – respondí sinceramente.

– Jolines Luis, de verdad, ¿acaso no tienes amigos solteros? – se escuchó la voz de Pilar saliendo de la habitación – uno casado y el otro con novia. – dijo volteándole los ojos a Luis.

– No colaboras con la causa – dije riendo hacia mi cuñado.

Entramos al Pub, nos sentamos en la misma mesa de anoche. Carlos, el mesonero que nos había atendido, nos reconoció y se encargó de nuestra atención.

Al llegar las dos de la mañana se nos unieron los amigos de Luis, resultaron ser bien simpáticos y al cabo de un rato, salí a bailar con Rodolfo, el más joven quien traía una camisa negra manga larga. Luego de cuatro canciones me disculpé para ir al tocador a refrescarme.

Al regresar venía caminando al ritmo de la música cuando fui literalmente chocada por un pecho cubierto con una camisa azul claro, tan fuerte que parecía una pared. No había terminado de ver su cara, cuando sentí el frío liquido caer entre mis pechos. " Pero qué carajos" pensé. Al alzar mi mirada hacia él tenía una sonrisa de medio lado.

– Para refrescar ese cuerpo caliente – dijo en alemán viendo descaradamente el camino que recorría la bebida. Al mirar su descaro, dejé de pensar que fue un accidente, por el contrario, Él la había vertido sobre mí a propósito.

– Si quisiera refrescarme me fuera al baño o a casa, idiota – solté en mi perfecto alemán.

Pude ver cómo sus ojos se abrieron de par en par al escucharme hablar en su idioma, intentaba decir algo, pero solo le salió.

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