Primer Encuentro.

PDV. Isabel.

     Yo me quedo observando la decoración la cual consiste principalmente en tonos negro y plateado, la pista de baile son cubos con luces de colores que van cambiando, lo que da la ilusión que estás sobre esas máquinas de pasos de baile.

     El techo es tipo bóveda con luces de diferentes formas que van iluminando toda el área de dos niveles, la zona del dj pareciera estar en el aire, todo súper moderno y galáctico.

     Tomo a Luis del brazo nuevamente para decirle

     – ¡Te quedó súper! Me encanta, Luis.

     – ¿A que sí? Por eso los dueños me aman y hoy tomaremos gratis.

     – ¡Uuuy! – ahora soy yo la que grito.

     Pasaron un par de horas de bailes, gritos y bebidas cuando Luis nos dice:

     – Bueno chicas, no todo es diversión, las dejo un rato. Voy a aprovechar la ocasión y veré si consigo uno o varios clientes nuevos. - me dio en la frente un beso y luego uno húmedo a su prometida para caminar hacia el primer piso.

     No pasaron diez minutos de estar solas cuando se acerca a nuestra mesa par de chicos que estaban buenísimos, invitándonos a bailar, estaba sorbiendo mi bebida para responder “No gracias”.

     Sin embargo, Pilar fue más rápida y le dijo que sí. Me quedé un tanto asombrada, pero si ella iba a bailar, que estaba comprometida, más para ir yo que estoy soltera “esa es la actitud muñeca” replico mi porrita interna con un vestido de lentejuelas”

     Así, bailamos par de canciones con los alemanes. Al regresar a la mesa sedientas, tomamos nuestro vodka tonic y ya teníamos al mesonero listo para traernos más cuando dije.

     – Un momento, necesito ir al tocador, cuando vuelva me sirves – dije levándome.

     – Voy contigo – me informó Pilar, tomándome del brazo.

     Ya en el tocador de damas; me estoy refrescando la cara para retocarme el maquillaje alrededor de mis ojos miel que con la luz parecen casi amarillos, apliqué un poco de rubor en mi rostro de tez blanca como mi padre cuando Pilar me suelta.

     – Tengo que decirte algo antes de que explote – me dice dando saltitos.

     – Entonces suéltalo – pido y me giro hacia ella expectante.

     – Quiero darle un pase libre al Luis para su despedida de soltero.

     Me estaba repasando la línea negra y me hice un desastre al escuchar semejante noticia.

     – Pilar, ¿ya estás piripi o te volviste loca? ¿Cómo que le vas a dar un pase libre? si tú eres súper celosa.

     – Uno, aún no estoy piripi. Dos, no me he vuelto loca y tres, he cambiado, ya no soy celosa, bueno digamos que no tanto como en el pasado, son diez años con Luis, le conozco todo. – dijo en su modo de abogada arrogante.

     – Ok, supongamos que eso es así, y si te conozco un poco eso quiere decir que de ese pase libre habrá algún beneficio para ti, ¿qué le vas a pedir a cambio? – quise saber.

     – Tú sabes que yo soy muy justa. – dice intentando ponerse sería.

     Caigo en cuenta a lo que se refiere y casi grito.

     – ¡Quieres un pase libre también! – digo poniéndome la mano en la boca.

     Sus ojos se le iluminan y una sonrisa de oreja a oreja aparece en su rostro.

     – ¡Oh por Dios, por la santísima virgen! ¿Qué has hecho con mi amiga? – pregunto mientras la tomo por los hombros estremeciéndola a juego.

     – Mañana te cuento mejor el plan. – me dice aún sonreída.

     Salimos del baño hablando en nuestro idioma materno en eso coincidimos con un grupo de cuatro hombres que venían frente a nosotras. Uno de ellos tenía unos ojos azules destellantes que cautivaron mi atención al instante, aunque supe disimularlo.

     Él parecía ser el alfa de la manada o por lo menos esa era la actitud que mostraba con su andar altivo, me quedó mirando de arriba abajo y se detuvo en mis ojos, le levanté la barbilla y le alcé una ceja dándole a entender que no fue nada disimulado.

     – Creo que vas a tener que tomarte la pastilla del día después, porque con esa mirada seguro te preña. – dijo Pilar casi a mi oído y yo no pude aguantar la risa, nos pusimos en fila y les pasamos a un lado sin verlos más.

     La verdad que me sentí algo intimidada con su mirada, creo que estoy perdiendo la forma en esto de salir de fiesta. 'Necesitas salir más’ me dice mi consciencia con sus lentes de pasta que estaba babeada al igual que mi porrista.

     Pilar y yo nos sentamos y vemos venir a nuestro mesonero exclusivo.

     – Los caballeros de allá les envían estas bebidas de regalo. – nos informa sonreído.

     Cuando giramos para saber si era Luis bromeando, me di cuenta que Carlos, nuestro mesonero, señalaba hacia la barra al hombre de los ojos azules eléctrico que acaba de cruzarme de miradas, rápidamente lo volví a detallar, alto, de barbilla triangular fuerte, blanco pero mas hacia lo rubio, cabello castaño oscuro, barba perfecta que rodeaba una labios carnosos y rosados.

     ´Acepta la bebida y todo lo que te ofrezca ese muñeco´ habló mi porrista. ´estas desesperada ¿o que? ´ - le respondí en mi mente - ´No voy a aceptar nada´.

     – Dile que “No gracias”, de hecho, ya estamos siendo brindadas – le respondí altiva subiendo mis hombros a sabiendas de que el alfa me estaba observando.

     – Ay Isabel, que te cuesta sólo levantar la copa y sonreír – reclamó Pilar.

     – ¿No ves la cara de engreído que tiene?

     – Hasta yo la tuviera con lo bueno que está, ¿te fijaste en el azul de sus ojos? – preguntó, casi babeando

     – Además que, con ese cabello oscuro, le sobresaltan más y ¿esa espalda? debe medir como dos metros, ¿será que práctica natación?

     – Pilar, por Dios, tu prometido está aquí.

     – Estoy comprometida, no ciega – me respondió, girándome los ojos.

     – ¿Cuántos meses tienes sin sexo? – Preguntó sin mucho preámbulo.

     – Y a ti qué te importa – dije negándole con la cara.

     – Por esa respuesta por lo mínimo seis meses.

     – Dios, ¿por qué me conoces tanto? cinco meses y veinte días para ser exacta.

     – Gran poder de Dios, estás virgen otra vez. Es que a leguas se te ve el chakra de la sexualidad bloqueado.

     Casi escupo la bebida por la risa que me provoca ese comentario, en ese momento regresa Luis.

     Mientras en mi mente el par que últimamente no me dejaba tranquila debatía.

     ¨Viste te dije que se le notaba¨ decía mi porrista a mi consciencia mientras que la otra solo miró y volvió a seguir leyendo.

     ¿Qué es tan gracioso? – pregunta al vernos riendo.

     – Que le decía que se le nota la falta de orgasmos.

     – ¡Pilar! – la reprende Luis, fallidamente porque se ríe a carcajadas. – Creo que ya es hora de irnos, son más de las cuatro de la mañana.

     – ¿Qué tal te fue amor? – quiso saber Pilar.

     – Creo que bien, repartí varias tarjetas y recibí varias felicitaciones por la decoración del local.

     Antes de salir por curiosidad volteé hacia donde estaba ojos eléctricos, pero ya se había esfumado.

     Al día siguiente desperté sintiéndome muy bien y sobre todo descansada, hacía mucho tiempo que no bailaba y me divertía con mis amigos, al girar hacia la mesa de noche, asombrada me quedé al ver que eran las dos de la tarde, cuando sería la última vez que desperté a esta hora, me pregunté. Me desperecé y me fui a dar una ducha.

     El apartamento tenía calefacción así que sólo me puse unos shorts y una franela, el día estaba más frío que ayer. Salí a la cocina y todo estaba en silencio, aún Luis y Pilar seguían dormidos, por lo que me preparé un café para darles tiempo de despertar y desayuno–almorzar juntos; me serví un gran tazón de café negro y me senté en el sillón admirando el cielo nublado y los edificios vecinos decorados con sus balcones floreados.

     En el piso se sentía una paz increíble, me tomé el café, paseé por la sala, revisé la biblioteca y me percaté de la cantidad de novelas que tenía mi amiga, tantas como libros de derecho mercantil, cómo le da tiempo de leer estas novelas y atender su trabajo.

     Sentí un poco de envidia, tomé una me llamo la atención su portada que mostraba un desierto, me fijé en el nombre El Socio Árabe y con el prólogo me atrapó, no parecía ser las típicas novelas rosas o las muy eróticas, así que, me acosté en el mueble, y empecé a leer.

     La historia estaba tan buena que olvidé el hambre que tenía, se trataba de una mujer casada con un sueño de tener una empresa, pero su esposo la tenía en la casa siendo de esposa florero, seguía leyendo esperando que ella lo dejara, pues no me parece que una mujer deba estar solo siguiendo a un hombre y dejar sus sueños atrás. sin embargo, al rato el sueño me venció y me quedé dormida. Definitivamente se la pediré prestada a Pilar.

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