La Salida.

PDV Isabel.

     – De haber sabido que me ibas a recibir en pelotas te aviso para encontrarte decente, por lo menos.

Comente a forma de broma mientras me tapaba la cara de forma fingida

     – Boba – me dice sacándome la lengua – Esto no es estar en pelotas – abrió su toalla frente a mí y su prometido enseñando su ropa interior roja, todos reímos ante la locura de Pilar – y llegaste justo a tiempo, cámbiate esa ropa de abogada gallarda y ponte ropa para matar.

“Ella es de las mías” habló mi porrista en mi mente mientras mi consciencia negaba con la cabeza.

     – Vaya cuñada, que en esta apertura va a estar la alta sociedad de Frankfurt, quizá consigas a tu príncipe.

     – Ya no empiecen de cupidos, solo vine a pasármela bien con mis amigos. – crucé mis brazos en el pecho, eran tal para cual cuando confabulaban contra a mi.

     – Relaja amor, que a un hombre común y corriente una anoche no le va a bastar para que pase las pruebas exclusivas de Isabel. – dice riendo mientras le guiña el ojo a Luis.

     – Muy graciosa, me voy a dar una ducha rápida para cambiarme.

     Anuncié haciéndome la ofendida, giré sobre mis tacones de agujas y me retiré a la habitación que siempre ocupo.

     Por supuesto que me traje ropa cóctel y de noche, era un fin de semana de celebrar, me di una ducha con agua tibia para sacarme la tensión de la semana.

     A pesar de que era primavera, aún estaba haciendo algo de frío, así que decidí ponerme un pantalón de cuero negro unos botines rojos y una camiseta de tiros finos color negro ajustada pero que tapaba mi abdomen trabajado, pero marcado con ciertas estrías; también llevaba un gaban de cuero que me llegaba por las rodillas, para cuando sintiera frio.

     Me veo en el espejo y me digo a mí misma "Guao", valió cada euro que invertí en mí, a diferencia de mis amigas, no nací con un cuerpo delgado gracias al ADN de mis abuelas que eran llenitas, fui gordita de niña y el estrés de la universidad hizo que llegara a pesar casi cien kilos en mi altura de un metro setenta y tres era muchísimo.

     Por lo que al salir de la universidad con mi primer año de salario me hice un by pass gástrico, una abdominoplastia, y mamoplastia, es increíble como esas operaciones cambiaron mi vida, antes lo veía como algo superficial pero mi autoestima subió una barbaridad, así como la seguridad en mí misma que tanto me ha ayudado cuando estoy exponiendo casos.

    Fue una prueba ruda, y me lo recuerdan las cicatrices que aun me quedan, pero estoy consciente que lo hice para mí misma. Un toque de puerta y la apertura de la misma me sacaron de mis pensamientos.

     – ¡Estás espectacular! – exclama Pilar al verme. – ¿lista?

     – Casi – respondo – solo un poco de máscara, brillo y ya – miro mi cabello rubio oscuro con suaves ondas que caen debajo de mis hombros, mis ojos color miel maquillados en gris oscuro, y mis labios llenos mientras aplico el brillo color nude – Tú estás genial también – le dije a Pilar quien modelaba esperando mi cumplido.

     Mi amiga vestía una minifalda de jean negro con medias pantis del mismo color y unas botas hasta la rodilla con una camisa dorada con mangas cortas y abombadas, que le quedaba perfecta en su cuerpo delgado y alto como el de su mamá, su cabello ahora color caoba claro resaltaba en su blanca piel y ojos marrones. Salimos de la habitación y encontramos a Luis con una cerveza en la mano y con la otra una bandeja con dos más.

     – ¡Pero que bellezas! Seré el más envidiado de la noche. – nos halagó mientras tomábamos nuestras cervezas. - Brindemos.

     – Por ustedes, que demuestran que el amor sí existe y que lo soporta todo. Los quiero – exclamé, levantando mi vaso con cerveza.

     – Por ti que te dignaste a venir a visitarnos – le voltee los ojos a Pilar.

     – ¡Salud! – decimos todos y bebemos.

     Nos tomamos unas cuantas cervezas más mientras nos poníamos al día

     A las doce salimos en taxi, porque sabíamos que tomaríamos mucho. Llegamos a unos de los mejores centros comerciales de la ciudad y en la planta baja estaba la disco, por supuesto, con una fila para entrar por ser la inauguración.

     – Amor, dime que con tus pases podemos evadir esa fila, porque estás botas no aguantarán, o mejor dicho, mis pies no lo soportaran. – le dijo Pilar a Luis.

     – Creo que sí, voy a mostrárselos al portero.

     Espero que sí, solo estoy dispuesta a soportar estas botas mientras bailo – me dice pilar a lo que yo me rio pero estoy de acuerdo con ella.

     Esperamos que Luis regresara y nos dio la buena noticia de que sí, que pasaremos sin esperar, nos vamos sonreídas como unas divas, mientras los que están afuera nos hacen mala cara.

     – ¡Uuuy! – grita Pilar con los brazos alzados bailando al ritmo de la música que está sonando.

    – A disfrutar la noche bellezas – comenta el hombre que nos lleva a cada una de brazos, cual gigolo.

     Todos asentamos sonreídos.

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