Capítulo 5
Avery estaba tan atónita que no pudo evitar dar retroceder unos pasos.

Elliot era como una bestia salvaje que había despertado de un profundo sueño. No había nada aterrador en él cuando estaba dormido. Sin embargo, después de despertar, había un aire amenazante de peligro a su alrededor.

La señora Cooper salió de la habitación y cerró la puerta.

Posó su mirada en Avery, quien parecía un ciervo sorprendido por los faros, y le dijo con voz suave: “No tenga miedo, señora. El Amo Elliot acaba de despertarse, así que es posible que aún no pueda aceptar la noticia. Mejor llevémosla a la habitación de invitados por esta noche y hablaremos por la mañana. La señora Rosalie la ama, así que ella podría estar de su lado”.

La mente de Avery se encontraba en un frenesí. Había pensado que Elliot podría morir cualquier día, pero nunca pensó en la posibilidad de que recuperara la conciencia.

“Señora Cooper, mis cosas siguen en la habitación…”, dijo Avery mientras miraba la puerta de la habitación principal con la intención de entrar y tomar todas sus pertenencias.

A juzgar por la mirada cruel que Elliot le había dirigido antes, ella tenía la fuerte sensación de que no iba a aceptarla como esposa.

Debía estar preparada para abandonar la mansión en cualquier momento.

La señora Cooper dejó escapar un suspiro y dijo: “Dejémoslas ahí por ahora si no es nada demasiado importante. Se lo llevaré mañana”.

“De acuerdo”, respondió Avery. Entonces preguntó: “¿Le tienes miedo?”.

“He trabajado para él durante mucho tiempo”, dijo la señora Cooper. “Puede parecer aterrador, pero no me ha puesto las cosas difíciles”.

Avery respondió con un gruñido y se quedó en silencio.

Podía ser su esposa, pero estrictamente hablando, éste era su primer encuentro. Era comprensible que se mostrara hostil con ella.

Avery no durmió bien aquella noche. Su mente estaba sumida en un millón de pensamientos caóticos.

La recuperación de Elliot había alterado por completo el ritmo de su vida.

A las ocho de la mañana del día siguiente, la señora Cooper recuperó todas las pertenencias de Avery de la habitación principal y las llevó a la habitación de invitados en la que se encontraba.

“Es hora del desayuno, señora”, dijo la señora Cooper. “El Amo Elliot ya está en el comedor. ¡Debería acompañarlo! Hable con él y conózcanse un poco”.

“No creo que quiera conocerme”, dijo Avery mientras hacía una mueca.

“Todavía tiene que desayunar. Vamos. ¡Ni siquiera se enojó cuando le dije que le agradabas a la señora Rosalie! Puede que su actitud sea un poco mejor hoy”, dijo la señora Cooper.

Cuando Avery llegó al comedor, sus ojos se posaron en Elliot, quien estaba en silla de ruedas.

Él era capaz de mover los brazos gracias a un entrenamiento muscular rutinario.

Se sentaba erguido a pesar de estar en una silla de ruedas. Seguramente sería alto y fornido si se pusiera de pie.

Llena de inquietud, Avery se sentó en la mesa del comedor mientras la señora Cooper le preparaba los cubiertos.

Elliot no dijo ni una palabra mientras Avery tomaba el tenedor.

Avery no pudo evitar echarle una mirada de reojo, lo que inmediatamente atrajo la atención de Elliot.

Los ojos del hombre eran como agujeros negros sin fondo que podían tragarse a una persona entera.

“Hola… Soy… Soy Avery Tate…”, tartamudeó Avery con ansiedad.

Elliot tomó su taza de café y le dio un sorbo tranquilamente. Su voz era apagada e indiferente mientras decía: “Escuché que podrías estar embarazada de mi hijo”.

El corazón de Avery se apretó, y perdió inmediatamente el apetito.

“¿Prefieres un aborto quirúrgico o médico?”.

El tono del hombre era tranquilo mientras decía esas crueles palabras.

El color desapareció del rostro de Avery, y su mente se quedó en blanco.

La señora Cooper consideró que el tema era demasiado inquietante, así que dejó de lado la etiqueta y dijo: “Amo Elliot, el bebé fue idea de la señora Rosalie. La señora Avery no tiene nada que ver con esto”.

“No utilices a mi madre para presionarme”, espetó Elliot mientras le lanzaba una mirada a la señora Cooper, lo cual hizo que ésta bajara la cabeza y cerrara la boca.

“Elliot…”, dijo Avery, pero pronto fue interrumpida por Elliot.

“¿Quién te ha dado permiso para decir mi nombre?”.

Ella se quedó desconcertada y entonces dijo: “¿Cómo debería llamarte entonces? ¿Debo llamarte ‘cariño’?”.

Elliot frunció sus finos labios y la rabia se filtró en sus ojos.

Antes de que él pudiera perder los estribos, Avery trató rápidamente de calmarlo.

“No estoy embarazada. Tengo el período. Pregúntale a la señora de la limpieza, la señora Wilson, si no me crees. Le pedí un tampón esta mañana”.

Elliot permaneció en silencio. Tomó su taza de café y le dio un sorbo.

Avery sentía que le dolía el estómago y comenzó a desayunar sin pensarlo dos veces.

Terminó su comida rápidamente y luego se levantó para ir a su habitación a buscar su bolsa y así poder irse de la casa.

Estar bajo el mismo techo que Elliot la hacía sentir incómoda.

“Prepara tus documentos. Nos divorciaremos pronto”, dijo Elliot con frialdad.

Avery se detuvo en seco, pero no se sorprendió.

“¿Lo haremos en este momento?”.

“En un par de días”, respondió él.

Rosalie había estado tan conmocionada la noche anterior que había tenido que ser ingresada en el hospital por hipertensión.

Elliot quería esperar hasta que el estado de su madre estuviera estable antes de hablar del divorcio.

“De acuerdo, solo avísame cuando”, dijo Avery antes de volver apresuradamente a su habitación.

Volvió a aparecer con su bolsa unos cinco minutos después.

Inesperadamente, vio una silueta familiar en la sala de estar.

Era Cole.

Parecía un perro asustado con el rabo metido entre las piernas mientras estaba parado respetuosamente junto a la silla de ruedas de Elliot.

“Tío Elliot, mis padres están visitando a la abuela en el hospital, así que mi papá me ha pedido que viniera a verte”, dijo Cole mientras colocaba una caja de suplementos en la mesa de café.

Elliot le dirigió una mirada al guardaespaldas que estaba a su lado.

El hombre entendió la señal de su jefe. Entonces recogió la caja de la mesa y la tiró afuera.

“¡Tío Elliot!”, gritó Cole con pánico. “Estos son los mejores suplementos y vitaminas, pero puedo conseguirte otra cosa si no te gustan… ¡Por favor, no te enojes!”.

Mientras Cole terminaba su frase, otro guardaespaldas le dio una patada en la parte posterior de las rodillas y lo hizo arrodillarse en el suelo.

Avery estaba tan petrificada que contenía la respiración.

No sabía qué estaba pasando, pero vio que Elliot estaba tratando a su propio sobrino con mucha violencia.

“Mi querido sobrino, debes estar decepcionado ahora que ya estoy despierto”, dijo Elliot mientras sostenía un cigarrillo entre sus dedos.

El guardaespaldas sacó un encendedor y lo prendió para él.

¡Avery estaba boquiabierta!

Él acababa de despertarse la noche anterior, pero a la mañana siguiente ya estaba bebiendo café y fumando cigarrillos. ¿Acaso se creía invencible?

Las rodillas de Cole sufrían un intenso dolor. Empezó a sollozar y dijo: “Por supuesto, me alegro de que estés despierto… Siempre esperé que…”.

“¿Me estás contradiciendo?”, dijo Elliot mientras levantaba sus espesas cejas. Su tono podía parecer indiferente, pero cada una de sus palabras estaba llena de intenciones asesinas. “¿No vas a admitir que sobornaste a mi abogado?”.

Tiró deliberadamente la ceniza de su cigarrillo a la cara de Cole. Luego le espetó con frialdad: “¡Vete! Si vuelves a c*brearme, ¡te echaré a los perros!”.

Cole estaba completamente aterrorizado mientras salía a tambaleándose de la casa.

Avery no podía calmarse después de presenciar aquella escena.

Estaba asustada.

Estaba aterrorizada de Elliot.

Incluso un hombre tan despreciable como Cole parecía un bufón a su lado.

Ella no se atrevía a poner de malas a Elliot, y tampoco quería atraer su atención.

Agarró su bolsa y se apresuró a salir de la casa.

Ese día iba a ir al hospital para una revisión.

Su período se había retrasado y tenía una cantidad de sangre inusualmente pequeña.

Era la primera vez que le pasaba esto.

Avery llegó al hospital y le explicó la situación al doctor, quien entonces le hizo un ultrasonido.

Recibió los resultados del ultrasonido una hora más tarde.

El ultrasonido no mostraba signos de hemorragia en el útero.

También mostró que había un saco gestacional en su interior… ¡Estaba embarazada!
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