Cap. 2: Encuentro

En el rebosante de vida Kika’s Club, un apuesto hombre de cabello corto oscuro y facciones marcadas se dirige hacia la barra en donde un viejo amigo lo ha citado para ofrecerle un trabajo prometedor. Pasar entre la gente de la pista del baile es todo un reto, sobre todo ante algunas manos femeninas que tratan de convencerlo de quedarse, a las cuales rechaza con una sonrisa cortés ya que lo único que le importa es el trabajo.

—¿Te has metido en problemas de nuevo? —pregunta el hombre sentándose en la barra al lado de su amigo, que incluso con el look informal sigue pareciendo un abogado.

—Yo no, Joel, pero uno de los idiotas a los que represento sí. Seguramente al igual que cada persona en este país ya has visto las fotos comprometedoras del Senador Reyes —murmura el hombre joven de cabello negro peinado hacia atrás.

—¿Así que tienes que lidiar con eso, Ramiro? Creo que más que un Detective lo que necesitas es a alguien que haga milagros —comenta Joel con voz burlona pidiendo una cerveza ya que esa parece que va a ser una charla divertida.

—Lo de relaciones publicas ya lo tengo cubierto, va a jugar al perro arrepentido como es de esperar en estos casos. Sin embargo, no es por eso que te he pedido venir, sino por la mujer que ocasionó todo esto —indica el abogado tiñendo su expresión con seriedad ante el asunto que debe tocar.

—¿La mujer? ¿Quieres que busque a su amante? —pregunta el Detective arqueando una ceja al no comprender la razón por la que está allí.

—La mujer que provocó esto no fue una simple zorra, fue una mujer que planeó meticulosamente cada aspecto para conseguir exponerlo de esta manera. Una que según lo que he investigado… podría ser… la que tuvo que ver con la muerte de tu hermano —expone Ramiro soltando un largo suspiro al ser la última cosa que querría tener que hablar con su amigo.

—¿Q-qué? ¿Có-cómo es eso posible? ¡Más te vale que no sea una jugarreta tuya para que te ayude! —reclama Joel enfadado de que su amigo caiga tan bajo para conseguir su apoyo en ese asunto.

—Te respeto demasiado como para aprovecharme  de ese tema, ni siquiera lo mencionaría si no estuviese completamente seguro —asegura el abogado con expresión casi solemne, sabiendo todo lo que representa desenterrar esa desgracia.

Tomando un pequeño sorbo de su cerveza, Joel repasa las palabras de su compañero, puede ver en su mirada y lenguaje corporal que no le está mintiendo, que está seguro de lo que le está diciendo. Lo cual hace que un escalofrío le recorra la espalda, la posibilidad de poder seguirle la pista a la asesina de su hermano, a la mujer que buscó por cielo y tierra sin poder dar con ella. Dejándolo con la vergüenza y frustración de no poder brindarle justicia a su hermano asesinado.

—¿En serio estás seguro? —murmura el Detective casi en un susurro, hay muy pocas cosas capaces de afectarlo, pero sin duda esa es una de ellas.

—Pelirroja, manipuladora, Identidad irreconocible, cámaras sufriendo interferencia mientras está presente, y la capacidad de desaparecer como si hubiese sido un maldito fantasma —comenta Ramiro que está seguro que la única persona capaz de poder hallarla es a quien tiene enfrente.

—Está bien, lo haré —confirma Joel recordando a su hermano ejecutado por una bala en la cabeza, justo luego de decirle que estaba investigando algo grande.

—El Senador insistió en darte un buen adelanto por el trabajo —indica Ramiro deslizando por la barra un cheque con varios ceros, al cual su compañero ni siquiera mira—. Buena suerte, amigo.

El Detective ni siquiera presta atención a su compañero cuando se  marcha, su mente está demasiado ocupada analizando la posibilidad de que esa mujer haya vuelto a aparecer. Y nada más y nada menos que con la intención de hacer caer a un Senador, lo cual si confía en lo que su hermano le dijo podría ser solo el principio de algo mucho más grande.

—¿Esa no es una cara demasiado larga para un lugar tan divertido como este?  —pregunta Lydia abordando al hombre que no se muestra muy interesado en hablar.

—Yo… recibí una noticia… sensible, de hecho creo que mi noche ha llegado a su fin —responde Joel observando por un momento a esa bella mujer de pelo rubio y vestido azul que marca una deseable silueta, pero que al lado de lo que ocupa su mente le resulta indiferente.

—Mayor razón para disfrutar de una fiesta, en la pista de baile las penas desaparecen —declara la mujer interesada en lograr la confianza de ese hombre que ha visto junto al abogado de Reyes, y que le resulta extrañamente familiar.

—Quizás, pero en verdad creo que deberías buscar una compañía más… animada —declara el detective haciendo un nuevo intento de zafarse de ella a pesar de que su cuerpo parece desear mayor cercanía a esa mujer.

—Que puedo decir, me gustan los retos —declara Lydia tomándolo de la mano y obligándolo a ir con ella hacia la pista de baile.

Tímidamente, Joel comienza a mover su cuerpo al ritmo de la música, al menos por unos minutos hasta lograr mezclarse entre la gente y lograr escabullirse. Aunque a medida que esa arrolladora mujer baila inmersa en la melodía acercando cada vez más su cuerpo a él, comienza a despertarle emociones que creía dominadas y controladas, tan fuertes que por un momento incluso son capaces de hacerlo olvidar de todo lo demás.

—En verdad no te das por vencida —murmura el hombre al momento en el que ella pega su cuerpo al él moviéndose lentamente, haciéndolo presa de una excitación cada vez mayor.

—En el baile, al igual que en muchas otras cosas de la vida solo hay que dejarse llevar, no hay que pensar, no hay que seguir reglas, solo dejar que todo fluya —declara la mujer siendo rodeada por los brazos del Detective que sigue su mismo movimiento.

—Supongo que ese es mi problema, me gusta tener el control de todo lo que sucede a mi alrededor —confiesa Joel al oído de su compañera de baile, sabiendo que es peligroso permitirse dejarse llevar, los sentimientos pueden nublar el juicio, y en su trabajo eso puede significar una sentencia de muerte.

La mujer gira sobre sus pies y se pega al cuerpo de su compañero que posa las manos sobre su cintura, con los ojos en los de él se mueve lentamente como si estuviesen bailando un lento. Debe admitir que si bien se ha acercado a él solo para conseguir información, le está resultando peligrosamente deseable, por primera vez en mucho tiempo siente verdadero deseo, pasión, incluso hasta cierto anhelo de mantenerlo a su lado.

—Eso es algo tonto, hay muy pocas cosas sobre las que tenemos verdadero control —responde Lydia dejándose llevar por el deseo besando los labios de él que responden ágiles, sintiendo que ella misma comienza a ser presa de la excitación.

  —Parece que tú tienes el control sobre esta situación —murmura el Detective sintiendo un agradable cosquilleo recorriéndole el cuerpo, sintiéndose a merced de esa mujer.

—Pues debo confesar que también soy alguien que intenta controlar lo que sucede a mi alrededor —declara la mujer con una sonrisa juguetona poniendo un poco de distancia entre ellos. 

.Una pareja demasiado extasiada como para haber consumido solo alcohol pasa entre ellos obligándolos a separarse aún más y provocando que el Detective maldiga por lo bajo. Al intentar volver con su compañera, Joel se extraña al no verla, con la frente arrugada gira sobre sus talones mirando los rostros de las personas que disfrutan de la música y las luces de colores, pero ella simplemente ha desaparecido.

Intentando hallarle sentido a lo que acaba de suceder decide mirar la hora en su celular para dar por finalizada esa noche, pero cierta desesperación comienza a apoderarse de él al tantearse los bolsillos sin ser capaz de encontrarlo. Sus dedos se topan solo con un pedazo de servilleta que saca extrañado al no recordar haberla guardado, al mirarla ve escrito: “Los infieles como Reyes seguirán cayendo”. Al ver al final de la nota el labial de un beso, el mismo que su apasionada compañera usaba comprende lo que ha sucedido, la mujer que tanto estuvo buscando ha estado jugando con él como si fuese un niño tonto.

—¡Voy a atraparte, m*****a! —exclama Joel apretando loa dientes con furia, dispuesto a no permitir que se le vuelva a escapar.

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