Juego de seducción
Juego de seducción
Por: AngeloGrayson
Cap. 1: Pasión

Las puertas del ascensor del exclusivo Hotel Be Hollywood se abren al llegar al quinto piso del hotel, revelando a una apasionada pareja besándose con ardiente deseo, un espectáculo que por suerte para ellos no tiene ningún espectador inesperado. Aunque si lo tuviesen probablemente no se percatarían.

—Puede que sea el momento de continuar en la habitación, ¿No crees? —murmura la atractiva pelirroja al sentir la mano de su acompañante intentando pasar por debajo de su vestido verde esmeralda.

—Sí, tienes razón, es solo que no pude evitar dejarme llevar, todo en ti me… enciende… de una manera que ni te imaginas  —comenta el galán de cabello grisáceo que se obliga a hacer un esfuerzo casi sobrehumano para resistir el deseo de desvestir a esa bella mujer allí mismo.

—Supongo que eso significa que tendremos una noche muy divertida —murmura la mujer con una sonrisa juguetona en los labios, la cual parece lograr excitar aún más a su compañero.

Al entrar en la lujosa habitación el hombre intenta continuar con lo que tuvieron que interrumpir en el ascensor sin querer perder siquiera un minuto. Pudiendo pensar solo en la increíble noche que pasará junto a esa mujer que desde que la vio en la discoteca supo que debía llevarla a la cama con él.

—¿Por qué la prisa, cariño? ¿Acaso no tenemos toda la noche? —interroga la pelirroja arqueando una ceja con cierto reclamo.

—La tenemos, pero considero que hay que aprovechar mientras el fuego está ardiendo —responde el hombre que no está acostumbrado a que le digan que no o que le pongan freno, y mucho menos en una situación como esa.

—Resulta aún mejor cuando se alimenta el fuego, no sea cosa que se apague demasiado rápido —susurra la mujer al oído de su compañero, terminando sus palabras con un suave beso en el cuello que lo hace estremecer de placer.

El hombre se muerde el labio con cierta indecisión, por un lado desea arrebatarle la ropa y cargarla hasta la cama sea que esté de acuerdo o no, ya que la ha traído hasta allí solo con ese objetivo. Pero al notar en la mirada de ella el brillo de alguien a quien le gusta jugar, decide cederle el control, pues esas suelen ser las que dan las noches memorables que tanto le gusta compartir luego con sus colegas.

—¿Así que eres una gatita juguetona? Vuelves las cosas cada vez más excitantes —murmura el hombre viendo a su compañera comenzando a desprenderle los botones de la camisa con suavidad mientras lo mira mordiéndose el labio inferior.

—Espero que eso no resulte un problema, sé que a algunos hombres puede llegar a intimidarlos un poco no tener el control —señala la pelirroja pasando su dedo índice por el pecho y el vientre algo prominente de él que parece sentir que se prende fuego por dentro.

—Claro que no, preciosa, sé que disfrutaré mucho de esto.  Incluso puede que no estemos juntos solo esta noche  —asegura el hombre dejándose empujar hacia la cama en donde la pelirroja se encarga de sacarle el calzado y el jean dejando solo con su bóxer negro.

—¿Acaso es eso alguna especie de propuesta? —sostiene la mujer sacando una par de esposas de su cartera y esposándolo al respaldar de la cama dándole un beso en los labios y bajando lentamente a través de su pecho y deteniéndose justo en el elástico del bóxer.

—Soy un hombre con influencia, puedo conseguirte todo lo que puedas desear, y solo pido que tengamos estas noches de placer —ruega el tipo sintiendo la excitación en su entrepierna, ilusionándose de poder tener un juguete nuevo.

—No sé si me sentiría muy cómoda con eso, no quiero sentirme como una especie de trabajadora sexual —murmura la pelirroja con expresión dubitativa en el rostro.

—No lo serías, es solo la ventaja de tener a un amigo poderoso, y puedo asegurarte que muy pocos están por encima de mí —asegura el hombre que lo único que desea es que esa mujer continúe con lo que empezó.

—Pareces estar muy seguro de ti mismo, Martin. Ser tan confiado puede llegar a ser muy peligroso —murmura la mujer con una sonrisa divertida parándose al lado de la cama con expresión de triunfo.

—No recuerdo haberte dicho mi nombre, ni tampoco haber escuchado el tuyo —reclama el hombre arrugando la frente con cierta desconfianza, aunque ha bebido tanto que de hecho podría habérselo dicho en algún momento.

—Oh, no se preocupe Senador, también ha olvidado decirme que era casado, debe ser la edad lo que le está provocando problemas de memoria —replica la pelirroja con una expresión burlona yendo hacia una cómoda en donde un jarrón de porcelana contiene un ramo de rosas blancas.

—¿Es esto una especie de broma? ¿Acaso te envió Marcos? —pregunta el hombre pensando en que su amigo le concedió esa preciosura en pago por el favor que le hizo en darle su voto en la Cámara Alta.

—No, querido, no es una broma, y puedo asegurarte que no respondo a ningún amigo tuyo, se puede decir que es lo contrario, aunque a alguien con tus influencias eso no debe preocuparle demasiado —declara la mujer arrugando la nariz ante la poco atractiva imagen de su objetivo atado a la cama.

—En ese caso estás cometiendo el error más grande de toda tu vida. ¡No te haces una idea de con quién te estás metiendo! —advierte Martín sintiendo un escalofrío de temor recorriéndole el cuerpo, aunque intentando mostrarse con el control de la situación a pesar de que claramente no lo tiene.

—Sé muy bien con quién me estoy metiendo, con un cerdo que no solo le es desleal al pueblo que lo votó, sino también a su esposa. Y pronto todo el mundo lo sabrá, espero que disfruten de nuestra sesión de fotos juntos  —señala la pelirroja con una sonrisa burlona, despegando del jarrón una pequeña cámara fotográfica que ha estado tomando imágenes desde que entraron a la habitación.

—No sé lo que te estarán pagando, pero lo que sea puedo doblarlo, hablo en serio con que puedo darte lo que quieras —ofrece el Senador al comprender que está en aprietos, que esas fotos podrían resultar el fin de su carrera.

—No se gaste en tratar de sobornarme, no trabajaría para alguien como tú ni aunque mi vida dependiera de eso. A diferencia de ti yo sí tengo principios, aunque la verdad es que a mí sí me ha resultado una noche divertida —declara la mujer tirándole un beso con la mano a modo de despedida.

—¡Te atraparé, m*****a zorra, te haré pagar por esto! ¡Moveré cielo y tierra hasta encontrarte! —amenaza Martín gritando y sacudiéndose en la cama como un desquiciado.

La mujer cierra la puerta de la habitación aún pudiendo oír los gritos del derrotado Senador, los cuales van a alertar a la administración y por ende a los matones que han quedado abajo esperando a su Jefe.

Lo sensato hubiese sido haberle metido algo en la boca para no causarse problemas, pero la verdad es que no puede resistirse a exponerse a un poco de peligro. Y no solo por la descarga de adrenalina, sino también para ponerse a prueba, y obligarse a mantenerse en movimiento para estar siempre preparada para lo que se le pueda presentar.

—Disculpe, señorita, pero de la administración nos informaron de algunos gritos en la habitación del Senador. ¿Está todo bien? —pregunta uno de los matones saliendo del ascensor con expresión de seriedad.

—Sí él resultó ser un poco más ruidoso que yo, si es que me entienden —comenta la pelirroja casi en un susurro, como si les estuviese confiando un secreto.

—Bueno, he escuchado algunas cosas sobre él, pero es la primera vez que dicen eso. Supongo que eso significa que lo ha pasado muy bien —confiesa el matón más joven con expresión divertida mirando con cierta curiosidad a la mujer.

—Estoy segura que si se lo preguntan no dudará en darle los detalles —responde la mujer guiñándoles un ojo con picardía, logrando que ambos hombres con una mirada lujuriosa se apresuren hacia la habitación.

A mitad de camino ambos hombres comienzan a alarmarse al comenzar a escuchar los gritos desesperados de su Jefe, es tanta su desesperación por averiguar lo que sucede que incluso derriban la puerta para entrar. Al ver la escena que los espera allí dentro, uno de los matones gira sobre sus talones para mirar hacia el ascensor cuyas puertas comienzan a cerrarse, pero le da tiempo de ver a la sonriente pelirroja alzando en alto las llaves de las esposas en un gesto de burla.

—Y otro más que cae, me preguntó quién será mi próxima presa. Estoy ansiosa por conocer al próximo infiel —declara Lydia soltando una risa maliciosa sin siquiera preocuparse por las consecuencias que podría llegar a traerle haberse metido con alguien tan importante.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo