Capítulo 6

Victoria

Al día siguiente del encuentro con George, no se volvió a tocar el tema con Ron. Seguimos nuestra rutina de todas las mañanas, un baño, desayuno con nuestra hija, ellos a la escuela, yo al taller. Mi empresa “Elizabeth Ward” se dedicaba a la confección de vestidos de noche, me apasionaba dibujar y crear diseños que podía hacer realidad, y gracias al arduo trabajo por años, me había posicionado entre los mejores diseños en el país.

—Señora Jones, la producción ha empezado—Sarah sonrió, ya que sabía que al escuchar esas palabras me llenaba de felicidad, tenía que entregar vestidos de noche en la nueva sucursal de Miami, y dentro de una semana otros a Los Ángeles, ella se retiró dejándome a solas. Mi corazón revoloteaba ver cada día como la empresa crecía, miré mi IPad y pausé el diseño que tenía comenzado cuando tocaron a la puerta.

—Adelante—contesté sin mirar.

—Señora Jones, tiene un detalle, —levanté la mirada a una Sarah sonriente y al ver mi cara de confusión se hizo a un lado para dejar pasar a un hombre alto, tenía en sus manos un gran arreglo de orquídeas moradas, me quedé congelada en mi lugar, el corazón latió a toda prisa y el hueco en el centro de mi estómago se expandió, provocando que me llevara mi mano al abdomen.

—Firme aquí, por favor—pidió el hombre que acababa de dejar el arreglo donde Sarah le señaló. Firmé apenas y mi mirada se desvió al gran arreglo, el mensajero se retiró y mi asistente se acercó a entregarme la tarjeta, cuando finalmente me quedé a solas en mi oficina, pude leer el contenido del interior:

“Tus favoritas, lo siento por lo de la última vez. GW” dejé la tarjeta en la superficie de mi escritorio, era su letra, sentí como la molestia se arremolinaba en el interior, ¿Cómo se atreve a enviarme esto? Marqué a Sarah quien entró rápidamente.

— ¿Si, señora Jones?

— ¿Puedes deshacerte de él? —le señalé el arreglo, su mirada era de sorpresa y confusión. —Por favor.

—Sí, señora. —y antes de desaparecer, la llamé.

—Quedan prohibido recibir cualquier de esos detalles para mí.

—Sí, señora.

Retomé el diseño, pero mi mente no dejaba de pasar las imágenes de las orquídeas moradas, George solía enviarlas en el pasado como señal de “mostrar respeto y admiración” que sentía por mí, después de años las ha enviado. Me obligué a concentrarme en el diseño para terminarlo e ir a producción. Un par de horas después, sonó mi celular en el bolsillo de mi pantalón de vestir, lo busqué y sin mirar la pantalla contesté:

—Victoria Ward. —pero no se escuchaba absolutamente nada, miré a ver si habían colgado pero la llamada seguía corriendo y era un número privado. — ¿Hola?

—Te has desecho de mi arreglo—tomé aire bruscamente pero lo retuve unos segundos, —Es de mala educación, Vicky. —al escuchar cómo me había llamado me hizo rabiar.

—No tienes ningún derecho de enviarme ese tipo de arreglos, soy una mujer casada y tienes que respetarlo, te guste o no. Así que…—entonces detuve mi oración. — ¿De dónde has sacado mi número privado? —no dejé que contestara, solo solté un suspiro de exasperación y negué. —Qué pregunta tan tonta, no me vuelvas a llamar, por favor, —tenía la intención de colgar.

—Espera, —entonces algo me hizo regresar a la llamada—No era mi intención de alterarte con ese detalle, solo quería hacer las paces.

— ¿Las paces? ¿Después de lo de hace diez años? —hice una pausa para poder controlar mi voz—No quiero hacer nada que tengo que ver contigo, George.

—Lo sé, pero solo quiero hablar contigo y después de eso, me alejaré. Lo prometo.

— ¿De qué quieres hablar?

—Quiero aclarar cosas, quiero estar tranquilo y avanzar. —su voz era extraña.

— ¿Qué no lo has hecho desde que firmamos el divorcio? —mi voz sonó bastante sarcástica y sé que con lo que diría a continuación lo haría enfurecer. —Yo lo hice. —remarqué.

—A dos semanas de firmar el divorcio, —escuché un bufido al otro lado de la línea. —y vaya que fue rápido, solo dime, ¿Ya estabas con Ronald cuando hice ese viaje a Londres? —me tensé.

— ¿Y tú ya estabas con Johanna Shaw cuando regresaste de Londres? —se hizo un silencio.

— ¿Cómo es que sabes de Johanna? Y no, nunca…—lo interrumpí.

—Es algo que a estas alturas no me interesa saber, quizás hace diez años atrás, pero hoy no. Te lo pido de buena manera, aléjate de mí y de mi familia. Adiós, George. —y colgué, mis manos estaban temblando de los nervios, sentí un bajón de adrenalina al finalizar esa llamada, él tenía que alejarse, no tenía ningún derecho de querer volver a mi vida aunque sea por una última conversación. El tono de la llegada de un mensaje me sacó de mis pensamientos, me limpié la orilla de mis ojos para evitar que lágrimas cayeran, era un manojo de nervios. Miré el celular y era de él: “Solo un café y te juro por mi vida que…no sabrás de mí.” Algo me decía muy dentro de mí que fuera a ver qué es lo que quería hablar después de tantos años, quizás una parte de mí, no había cerrado esa página de mi pasado, o solo era curiosidad por su insistencia. Tecleé rápidamente. —“Bien, solo un café y no quiero saber nada más.” Me envió la dirección y tomé mis cosas para salir, pensé en la reacción de Ron al enterarse de lo que hice, pero sabía que lo entendería de cualquier manera. Le llamé pero no contestó, debía de estar ocupado como director de la escuela de nuestra hija, me mordí el labio antes de salir por la puerta de mi oficina, mi corazón latió rápidamente, “Solo un café y adiós, George” giré el picaporte y salí rumbo al lugar.

Hubo un tiempo que lo amé más que a mí, en que mi corazón latía acelerado cada vez que me miraba. Éramos solo George y yo. A meses antes de terminar el año de la universidad, nos casamos, con solo dos testigos. Yo no tenía familia, no tenía a nadie, en ese momento, él pasó a ser mi familia. Dos meses después, sus padres llegaron al departamento en el que vivíamos y me propusieron una gran cantidad de dinero por dejarlo, al negarme, se encargaron de destruir lo que tanto nos prometimos el uno al otro. Me convertí en otra Victoria y tomé otro camino al planeado.

Y aquí estaba, sentada en una mesa de una cafetería del otro lado de la ciudad, esperando por George Western....

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