Capítulo 4

Victoria

Perdí la fuerza de mis piernas al sentarme en mi lugar, Ron estaba furioso, lo sabía por su quijada tensa, imaginé que estaba como loco por dentro, George había aparecido después de diez de años, ¿Era una casualidad? ¿O nos había seguido? Sabía el alcance de su poder así como también el de su familia.

—No quiero que te vuelvas a acercar a él. —dijo entre dientes, arrugué mi ceño y me volví a él.

—Ron, yo no me acerqué, él apareció y…

—La niña. —advirtió, nos recordó que teníamos a Elizabeth sentada en la parte de atrás.

—No peleen, por favor. —el tono de la niña era de súplica. Rara vez Ron y yo discutíamos, muy raro, por eso habíamos congeniado durante diez años en nuestro matrimonio a pesar de los años de diferencia.

—No estamos peleando, pequeña. —susurré en su dirección, mi corazón se encogió al ver la reacción de mi hija, era de preocupación y extrañes, me acomodé en mi asiento mirando hacia el frente, a los autos y las faroles de las calles, el rostro de George era de asombro, tenía una barba abultada, era bastante alto de lo que recuerdo, su mirada oscura me inquietó ahora que lo estaba pensando. Llegamos finalmente a casa, el auto en la cochera y Ron solo permaneció en total silencio, Elizabeth bajó del auto y entramos a la casa. —A lavarse dientes y a dormir, mañana tienes que despertar temprano.

—Sí, mamá, —me dio un beso y luego a Ron, —Buenas noches, —se despidió, luego subió las escaleras y desapareció en dirección a su habitación en la segunda planta. Caminé hasta la cocina y tiré de la silla y me senté, mi taza de té de la tarde aún estaba ahí, junto con mi IPad sobre la superficie de la isla de mármol.

— ¿Qué sentiste cuando lo viste después de todo lo que te hizo? —me tensé al escuchar a mi espalda la voz de Ron, era distinta a su forma de hablar de siempre, en este tiempo no había escuchado hablarme así.

—No voy a contestar una pregunta tonta, cariño. —escuché sus pasos andar y rodear la isla, se quedó del otro lado quedando frente a mí, levanté mi mirada y se la sostuve. — ¿Has escuchado lo que me has preguntado? —Ron puso sus manos en la orilla de la isla y formó puños, noté como sus nudillos blanquecieron, sus ojos me miraban de una manera extraña.

—Sigues sin darme una m*****a respuesta. —abrí mis ojos mucho más de lo que los tenía.

—Cuida la forma en la que me hablas, Ron. —mis palabras lo sacaron de su burbuja de ira contenida, su mirada se suavizó. —George es el pasado. Nunca tuvo espacio para mi presente ni el futuro, por qué lo estás tú y nuestra hija. —soltó un puño contra la superficie haciendo que respingara en mi lugar.

— ¡Él ha venido por ti! ¡Él quiere lo que es mío! —exclamó furioso.

—Él no viene por nada. Y por favor, baja la voz, Elizabeth está en la planta de arriba. —pedí en un tono tranquilo, pero fue peor.

— ¿Qué no estás viendo? —me puse de pie a un lado de la silla.

—Lo veo, Ron. Conversemos cuando estés más tranquilo. —salí de la cocina y subí a la segunda planta, pasé por la habitación de Elizabeth, toqué la puerta y asomé mi cabeza, ella estaba sentada en la orilla de su cama, sabiendo que vendría.

— ¿Por qué papá está molesto? —entré cerrando la puerta detrás de mí, por un momento no tuve las palabras exactas para decirle, solté un suspiro.

—Solo estaba preocupado.

— ¿Por el señor del restaurante? —era curiosa.

—Algo así, ven, entra a la cama—me acerqué para arroparla, pude ver su mirada de confusión.

— ¿Quién era ese señor, mamá? —me senté a su lado mientras ella ya estaba acostada, miré la foto en su mesa de noche, estaba el portarretratos de Ron, ella y yo, reíamos de algo. — ¿Mamá? —la miré.

—No es nadie. —le sonreí a medias y dejé un beso en su frente para luego retirarme, entré a la habitación principal y ahí estaba Ron, sentado en la orilla de nuestra cama, tenía sus manos entrelazadas, con las piernas un poco abiertas con sus brazos recargados, su mirada en la alfombra bajo sus pies. Cerré la puerta y entré al armario en busca de mi pijama. Cuando me giré para salir Ron ya estaba en la entrada bloqueando la entrada.

—Quiero saber qué es lo que sentiste cuando lo viste. —suavicé la mirada al verlo atormentado.

—No sentí nada, cariño. —pero noté algo en su mirada que me inquietó más. —Cuando nos casamos hace diez años, nos prometimos ser siempre sinceros con nosotros mismos, ¿Crees que te he mentido en todo este tiempo?

— ¿Por qué nunca me has dado otro hijo? —abrí mis ojos sorprendida a su pregunta, el hueco en el centro de mi estómago se expandió.

—Sabes que la pasé mal en todo el embarazo de Elizabeth, casi pierdo la vida, —hice un breve pausa—perdona que no quiera volver a pasar por ello.

—Ahora tenemos el dinero suficiente para un médico, para los servicios que llegues a ocupar, lo que no tuvimos antes. Sabes el deseo de tener un niño varón…

—Ron, pausemos el tema por favor.

— ¿Por qué tengo la sensación de que realmente George te ha perturbado con su presencia inesperada?

—Detente, ahora. —advertí empezando a molestarme.

— ¿Por qué es verdad?

—No lo es, Ron. Sabes mi historia con él, sabes lo que su familia me hizo, ¿Por qué albergaría algún sentimiento? Te tengo a ti, tenemos a nuestra hija. ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué buscas hacerme sentir como si hubiera algo donde no lo hay?

—Tengo miedo de que me arrebate lo que amo...—cerré los ojos al escuchar el dolor en sus palabras, al abrirlos, me acerqué a él para abrazarlo, me aceptó. Su agarre era fuerte, necesitado y sincero. Dejó un beso contra mi frente, luego descansó su mejilla.

—Nadie te arrebatará lo que es tuyo, cariño. Y yo me encargaré que así sea…

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