Capítulo 2

Victoria

Cerré los ojos al sentir como el tibio té se deslizó por mi garganta, en este momento estaba disfrutando un poco de mi tiempo a solas antes de ir a recoger a Elizabeth de su práctica de soccer, al abrirlos, miré desde la isla el jardín trasero de la casa, eso me hizo recordar el pasado, soñaba con tener una casa y una hermosa familia. Y finalmente estaba aquí. Pero con una historia distinta.

Entonces mi paz interior fue interrumpida por el sonido del correo electrónico, solté un largo suspiro, deslicé el dedo en la pantalla de mi IPad y entré, mis ojos se abrieron un poco más al darme cuenta de que era de Pipper, el titulo me tensó: “Información pendiente” hace días atrás me había encontrado con parte de mi pasado frente a frente, y esperaba que solo fuera con Marie. Solo nos saludamos por educación y cortesía, para que cada quien saliera por su camino sin girar la mirada hacia a atrás. Abrí finalmente el correo y leí que me habían investigado, pero no arrojaba con precisión quien fue. Descarté de inmediato a George, ya que terminamos muy mal y estaba claro que entre menos supiéramos de la vida del otro, mejor. ¿Entonces? Marqué el número de Pipper pero tuve que colgar por qué la puerta de la cocina se abrió y apareció Ron, mi esposo. Su sonrisa apareció en sus labios.

—Te he alcanzado para ir a recoger a Elizabeth del soccer e ir a cenar después...—se acercó y me plantó un beso contra mis labios, muy habitual en él. Su mano acarició mi espalda y luego llegó a mi trasero para darle al final una palmadita. — ¿Lista?

—Sí, estaba terminando mi té, —pero sabía que no lo terminaría. —Pero vamos ya…—él se hizo a un lado y arrugó su ceño, detuvo mi huida por la bolsa y las llaves del auto. — ¿Qué pasa? —pregunté extrañada.

—Eso me gustaría saber, ha pasado algo y lo veo en tu mirada. —intenté restarle importancia al correo, pero cuando uní mi vida a la de Ron, prometimos ser siempre sinceros, y así ha sido durante los diez años de matrimonio.

—Pipper me ha informado que he sido de nuevo investigada. —él alzó sus cejas.

— ¿Qué? ¿Western? —moví mis hombros en señal de que no lo sabía. —La primera vez fue hace nueve años, bueno, por lo que sabemos. —Ron se notó inquieto.

—Indagaré más. —le dije para tranquilizarlo, pasé mi mano por su mejilla, tenía su barba llena de canas mezcladas con el castaño original. Ron era mucho mayor por ocho años, a él lo conocí en la universidad como el asistente del rector. Había sido mi apoyo cuando pasó lo de Western…

—No lo hagas, no quiero que te estreses, ya tienes bastante con los negocios y el criar a nuestra pequeña Elizabeth. —Abrió sus ojos de más—Qué por cierto,  —miró su reloj para confirmar la hora, sus ojos oscuros se posaron en mí—Ya deberíamos de ir saliendo, seguimos la conversación en el camino. —asentí, tomé mi bolso y las llaves de la Rover, no quería seguir hablando del tema, ya que era el pasado, uno que no me gustaba del todo discutir con Ron, era revivir el dolor de un amor y un divorcio, palabras que se dijeron que hicieron de mí otra Victoria. Durante el trayecto, Ron habló acerca de hablar con sus contactos para saber quién había pedido reportes crediticios, médicos y otros más, que si se enteraba que era George, no se iba a quedar de brazos cruzados y eso me alertó.

Elizabeth era mi copia exacta de era yo niña, tenía piel pálida, cabello pelirrojo, largas pestañas y delgada y heredó el no engordar por parte de Ron.

— ¿Y te divertiste? —preguntó Ron mirando por el retrovisor, me removí para mirar a la niña en el centro del sillón trasero con el cinturón atravesado.

— ¡Sí! Estoy aprendiendo a no dejar que la pelota entre en la portería, ya quiero regresar de nuevo…—Ron la felicitó sin quitar la mirada del tráfico por delante.

— ¿Entonces nos quedaremos por el momento en el soccer? —le pregunté en un tono bajo, ella dijo que si repetidamente con su cabeza y con una gran sonrisa en sus labios, al parecer finalmente había decidido una actividad. Me acomodé en mi lugar. Miré por la ventanilla y noté que había Ron tomado otro camino, lo miré extrañada. — ¿A dónde vamos? —noté una sonrisa secreta.

—He decidido que probaremos otro tipo de comida, siempre elegimos los mismos lugares durante años, ¿Recuerdas el restaurante del que te hablé hace días? —Afirmé—Hice reservaciones, uno de mis contactos pudo mover sus influencias.

—Pero vengo con el uniforme, papá—Elizabeth se quejó en el asiento trasero.

—No importa, no hay reglas de vestimenta.

Unos veinte minutos más estacionamos a lado de un local, bajamos y nos dirigimos al interior, para mi sorpresa y la de Elizabeth, era de hamburguesas. Nos sentamos en una mesa cerca de una de las grandes ventanas que daba al tráfico, Ron sonreía divertido.

— ¿Moviste influencias para comer en un restaurante de hamburguesas? —Elizabeth preguntó divertida hacia a Ron quién asintió entusiasmado y asintió.

Nos tomaron la orden y pedimos las recomendaciones del mesero, cuando se retiró, me distraje mirando los autos pasar. 

—Es muy lujoso ¿No? —era sarcasmo puro en Ron hacia a su hija.

—Demasiado. —ella me miró. — ¿Qué tienes mamá? —me tomó por sorpresa su pregunta, miré hacia a ella extrañada.

—Nada, solo estoy mirando. —le sonreí.

—Tú mamá odia cambiar lo que ya conoce. —le lancé una mirada fingiendo molestia.

—No es cierto, me gusta conocer otros lugares.

—Mentirosa, mamá—Ron soltó una carcajada.

—Es cierto, eres demasiado predecible al momento de ir a cenar. —arqueé una ceja.

— ¿Ejemplos? —repliqué.

—El restaurante italiano. —dijo Ron, me crucé de brazos.

—Adoro la comida italiana.

—Siempre pides lo mismo. —dijo Elizabeth.

—Amo la pasta. —contesté.

—Pides una copa de vino tinto cosecha 1890. —dijo Ron.

—Amo esa cosecha. —torcí mi labio de manera fugaz. —Ya. Me gusta disfrutarlo…

—Ahora agregarás las hamburguesas. —al terminar las hamburguesas, .que por cierto, deliciosas- y de una conversación trivial entre mi esposo y mi hija, es hora de marcharnos, Elizabeth tenía clases temprano y Ron trabajo. Abrió la puerta del lugar y salimos.

—Esperen aquí, iré por el auto. —anunció Ron, se fue y Elizabeth me rodeó la cintura, acaricié su cabello mientras esperábamos.

— ¿Victoria? —me tensé al escuchar una voz familiar, giré mi rostro y era él, mi pasado, uno que cada día intentaba dejarlo en el olvido…

George Western.

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