XXIV.

Me encontraba en el sofá mientras el pequeño Troy me miraba fijamente, Valerie me había prohibido levantarme de allí y cada vez que hacía un intento de esto, aparecía en el salón, obligándome a sentarme nuevamente.

—Estoy preocupada por Miles —murmuré cuando Valerie se asomó al salón para comprobar que aún seguía en reposo.

—Es Ares —se encogió de hombros—, siempre sabe cómo apañárselas.

—Pero Denix... Le he visto golpear a Miles, sin piedad, venciéndole.

—Si hubieses visto su cara cuando te trajo y luego se fue, no dudarías que, posiblemente, Denix se encuentre enterrado bajo diez metros de tierra. —Miré hacia otro lado temiéndome lo peor, comprobando cada dos por tres el móvil para ver si tenía alguna llamada suya, pero nada. Troy se acercó a mí después de una hora entera manteniéndose en la distancia y tocó uno de los moratones que tenía en la cara, provocando que gruñese de dolor y él se alejase un poco. Me miró con precaución y ladeó su cabeza, analizándome para seguidamente volv
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