Capítulo 4

Sonreí al sentir la respiración agitada de Melissa, podía sentir su incomodidad mientras se movía, estaba disfrutando de esto, pasé mi mano por su cuerpo pegándola hacia mí, sentí como esta intentaba desesperadamente alejarse de mí, sin embargo, no lo logro, yo era mucho más fuerte que ella.

—Si sigues moviéndote... Mmm ¿sabes qué? Olvídalo mejor así. —dije con los ojos cerrados, sentí como dejo de moverse, minutos después sentí su respiración pesada, se había dormido, hice lo mismo que ella y me deje llevar por el sueño...

A la mañana siguiente me levanté sintiendo como algo apretaba mi cuerpo, sonreí al ver como Melissa me tenía completamente atrapado en sus brazos, ¡Diablos! Se veía tremendamente sexi en mi cama.

Intente calmar mis hormonas, el consentimiento, no era un monstruo como para aprovecharme de ella mientras dormía, me quede quieto mirando a la pared, después de media hora sentí como comenzaba a moverse.

—¡Vaya hasta que por fin despiertas! —dije Melissa abrió sus grandes y hermosos ojos, que en cuánto me vieron se tornaron oscuros. —Al parecer estás muy cómoda. —susurre mirándola con una sonrisa cínica, señale con mis ojos sus brazos a mi alrededor, esta se percató de esto y me soltó como si quemara, quite las sabanas de mi cuerpo, la mirada de esta se dirigió a mi abdomen, la vi sonrojarse.

—Al parecer ya nos estás imaginado en posiciones muuuy comprometedoras. —dije y Melissa carraspeo y me miro mal.

—Tú... —la calle dándole un beso, al separarme vi cómo se tocaba los labios.

—Ya vengo. —dije y comencé a alistarme dejando a una Melissa muy confundida...

Mientras me vestía sentía la mirada de esta sobre mi cuerpo, sin embargo, no la mire ni le hable, quería jugar un poco con ella.

—¿Estás enojado? —dijo, seguí con mi tarea, la vi intentar levantarse de la cama.

—Quieta. —Inmediatamente, dejo de moverse, una corriente de adrenalina paso por mi cuerpo, amaba eso de Melissa, la miré fijamente, disfrutando, una de las cosas que más amaba de esta, es que tenía un don innato para ser una sumisa, no importaba que ella siempre me obedecía, siempre me miraba como esperando que le diera una orden... esto me ponía demasiado caliente.

Termine de vestirme, Melissa aún me miraba atenta, suspire, imaginándola con un collar en su delgado y hermoso cuello.

De pronto la puerta fue tocada, e inmediatamente entro una criada a traer el desayuno y lo coloco en la mesa, después de esto se marchó, me senté mientras comenzaba a desayunar.

—¿No vas a comer? —le pregunté, Melissa, sin dejar de mirarme, se levantó de la cama y se sentó en frente mío.

Mientras comía podía ver como de vez en cuando, Melissa intentaba decirme algo, sin embargo, nunca reunía el suficiente valor.

—Si quieres decir algo, solo hazlo. —dije y esta asintió.

—¿Qué será de mí? —dijo la mire serio.

—Ya te había dicho que te quedarías aquí. —Melissa me dio una sonrisa incrédula.

—O sea, ¿Aquí en esta habitación? ¿Encerrada sin hacer nada? —Asentí tranquilo, vi como comenzaba a mover nerviosa.

—No me niego a no hacer nada con mi vida... pero ¿Y qué se supone que haré aquí? —Me encogí de hombros.

—No lo sé, haz lo que quieras, excepto salir de esta habitación.

—¿Has visto a tu alrededor? —Asentí. —Literalmente estas es el cuarto más aburrido del mundo, no puedes hacer nada aquí y yo no puedo, no quie... — la interrumpí.

—Puedes masturbarte.

—Exacto solo puedo mastu… —La vi detenerse antes de seguir hablando. —¿Cómo puedes decir eso? —Me encogí de hombros

—¿No puedo ni siquiera dar vueltas por la mansión?, créeme que no podré escapar de aquí. —Negué. —¿Por qué? —Rodé mis ojos, ahora que por fin tenía una conversación real con Melissa me daba cuenta de que era un poco lenta para entender las cosas.

—¿Por qué dejaría que una traidora andará por todos mis aposentos donde tengo información importante? —espete, Melissa me miro por unos segundos en silencio.

—Toche. —dijo, limpie mis labios.

—En fin, me voy, estoy seguro de que encuentras algo que hacer, eres lenta, pero inteligente. —dije y comencé a caminar a hacia la salida.

—Espe... —No la deje terminar y cerré la puerta con llave.

Fui directo a mi escritorio sonriendo, solo serían cuestión de días, solo tenía que ser paciente...

Día uno

—Ya no aguanto más, me rindo, mátame. —dijo Melisa exageradamente, saqué mi arma, sin dejar de mirar la pantalla del computador y la apunté, vi como abría los ojos y soltaba una carcajada nerviosa. —Mátame de... ¡Ay por dios! Era mentira, una broma, nada más, ¿okay? —dijo bajé mi arma.

Estaba a punto de bajarle esos pantalones que le apretaban ese hermoso culo y palmearla hasta que me rogara porque me detuviera, nunca pensé que esta llegaría a ser una chica tan dramática e insistente, definitivamente su personalidad era todo lo contrario a su apariencia tranquila.

Día dos

—Dominic, tienes que dejarme salir, juro portarme bien. —hablo Melissa como por quinta vez.

—Melissa.

—¿Si? —dijo mirándome alegre.

—Cállate y siéntate, si hablas una sola vez más te daré unas cuantas surras. —hablé y vi como abría sus labios, dispuesta a decir algo, no estoy jugando. —dije serio.

La vi sentarse mientras me miraba en silencio, tragué saliva al ver lo sexi que se veía siguiendo mis órdenes.

Día tres

Vi como Melissa balanceaba las piernas de un lado a otro, tenía las piernas abiertas, sonreí, tal vez era momento de darle una probada de lo que le esperaría... era como un incentivo.

Me levante y camine hacia ella, esta me miraba cautelosa, cuando llegue hasta esta coloque una de mis piernas entre las suyas, la vi tragar saliva y mirarme fijamente.

—¿Qué haces?

—Solo espera unos segundos.

Comencé a pasar una de mis manos por su cuerpo, vi como su piel se erizaba, con mis dedos, tome uno de sus pezones, escuche como soltaba un gemido.

—tú... tú… no. —tartamudeo

—Silencio. —demandé vi como las pupilas de sus ojos se dilataban, comencé a bajar mi mano lentamente por todo su cuerpo, deteniéndome unos segundos en sus pechos, para después seguir hasta llegar a sus pantalones.

—¿Segura? —La vi morder su labio, sonreí y desabroché sus pantalones, metiendo mi mano en sus bragas, comencé a pasar mis dedos por su intimidad, estaba mojada.

La sentí gemir, detuve mis toques y la miré serio.

—Si haces otro ruido, te castigaré. —Vi como su respiración se agitaba, introduje uno de mis dedos en su intimidad y comencé a moverlo, después metí otro y comencé a hacer círculos en esta, Melisa movía su cadera, aumenté mi ritmo, de pronto Melisa soltó un gemido.

Saque mis dedos rápidamente, Melissa me miro mal, vi como su cuerpo temblaba.

—¿Qué haces? —dijo con la voz temblorosa.

—Castigarte. —dije y caminé hasta salir de la habitación, sentí su grito de frustración.

Día cuatro

Entre a la habitación, la noche anterior no había vuelto a la habitación, había tenido algunos pendientes, sonreí al ver "el paisaje"

Las bragas de Melissa estaban tiradas en medio de la habitación, mientras ella se encontraba en la cama, acostada con los ojos cerrados mientras dormida, la escanee de arriba a abajo, deteniéndome en su intimidad, me acerque a la cama y toque las sabanas, estaban ligeramente mojadas.

Toque una de sus piernas haciendo que se despertara de golpe, al verme se sonrojó.

—Al parecer has tomado mi sugerencia. —dije y Melisa me miro mal, se levantó y recogió sus bragas, se las coloco, y comenzó a mirar a la pared en silencio... Melissa no me hablo ese día ni tampoco los siguientes dos.

Día seis

Entre a la habitación, viendo como Melissa miraba a la ventana, sin hablarme. Me senté y tomé el computador entre mis manos, de pronto escuché la voz.

—Está bien... yo acepto. —Sonreí, sabía que lo haría.

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