Capítulo 3: "Reencuentro"

Nuevamente desperté en aquella habitación, esta vez el silencio inundaba el ambiente como una espesa bruma. De inmediato recordé el rostro de la mujer que me había recostado... Prefería creer que era un delirio, sentía el cuerpo hirviendo así que excusé mi visión con la fiebre que suponía tener. El tiempo avanzaba y a pesar de que no tenía conciencia de cuánto llevaba ahí parecía que las horas transcurrían lentamente mientras yo no tenía el coraje suficiente para levantarme y salir a descubrir que sucedía. 

Pero no todo es para siempre, eso creía, me armé de valor y me puse de pie. Podía percibir algo en el lugar, una sensación familiar, un aroma, supe en un escalofrío que venía del lado contrario al que me dirigía, como un reflejo natural me volteé rápidamente. Ella estaba de espaldas junto a un gran ventanal, la noche era oscura y sin luna, pero ella parecía estar observando el más magnífico horizonte con esos ojos cristalinos. 

La cabeza me daba vueltas, habían mil pensamientos atacando la irracional escena frente a mi, me quedé inmóvil temiendo que mis abruptos pensamientos fuesen descubiertos por ella, quién siempre supo leerme como si de ella misma se tratase. La vida que vivimos antes de su desaparición desfiló frente a mi en milésimas de segundo, y solo gracias a su sonrisa todo el peso que cargué durante todo ese tiempo salió de mi transformado en el llanto más profundo y sincero que jamás había emitido.

Perdí la noción del tiempo y la realidad, las lágrimas seguían brotando y bañando mi rostro, sorpresivamente sus brazos me rodearon como en el pasado, en el fondo de mi alma necesitaba sentir su calor para creer lo que estaba viviendo... Pero su abrazo fue un témpano de hielo rodeando mi cuerpo. Ninguna de las dos rompió el silencio durante un largo abrazo que a pesar de extraño, no deseaba terminar.

En un movimiento elegante y delicado se acercó a mi oído y enrolló un mechón de mi cabello entre sus finos dedos.

-Nunca dejé de quererte...- Pronunció despacio, haciendo que cada silaba de aquellas palabras resonaran en mi cabeza una y otra vez. 

Era su voz, su rostro, su olor... Las lágrimas seguían cayendo por mi rostro y de pronto una sensación de realidad inundó mi cuerpo. Di dos pasos hacía atras distanciando nuestros cuerpos, ella sonreía pacíficamente. En un impulso incontrolable levanté mi mano y le dí una fuerte bofetada. No recuerdo momento más triste. El toque de su piel sin calor. 

-¡Desapareciste tres putos años!- Grité con fuerza, como si el alma se me fuese a salir por la garganta

-Cariño, sé que será difícil de entender...- La interrumpí con un beso, si esta era la única oportunidad que tendría de ser sincera con mi corazón no la desaprovecharía. La besé tan intensamente como el dolor lo hizo posible, sentí el peso de la ausencia y el rencor en mi piel, y sus labios rojos respondieron mi plegaria y se fundieron con los míos en una danza celestial, la tan codiciada sensación de paraíso brotó por nuestros poros. Pero entonces me di cuenta... El corazón en silencio y la respiración en pausa.

Solté sus labios en una mueca de confusión, sentía cada vez más hirviendo el cuerpo y la cabeza me daba vueltas, no entendía nada y parecía que podía desmayarme en cualquier momento nuevamente.

-Tranquila, debes sentarte- Me guió con suavidad hacía la cama en donde me senté con la mirada perdida. -Debes decirme que estás sintiendo ahora, es importante para el proceso...- Dijo con total naturalidad.

-El proceso...- Susurré sin comprender. -Estoy muy confundida de verdad- Me llevé las manos al rostro y no pude evitar sollozar como una niña asustada.

-Hachi... Debes escucharme con calma ahora- Su voz era calmada y constante, imperturbable.

La miré directamente a los ojos y por primera vez en tantos años sentí la paz que anhelaba.

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