Capítulo 3 Un zapato.

Narra Henry Red.

Miércoles, 25, Mayo, 2022.

Ser el príncipe de una mafia y también el príncipe de la tecnología son dos cosas muy diferentes, más cuando tu padre está en la cabeza y tienes que seguir sus reglas, claro que eso cambiara cuando yo me case, por suerte yo podre elegir a la mujer con la que me casare pero mediante un baile que se celebrara el 3 de junio, cumplir 26 es entrar en otras responsabilidades, siendo joven todos te juzgan pero hay que permanecer.

— Tienes una reunión con el señor Domínguez en la Villa del Bar — dice el rubio que tengo como secretario, chofer, guardaespaldas y segunda mano.

— ¿Para qué quiere mi presencia ahora? — pregunto poco interesando.

— Distribución de bebidas en sus clubs — asiento — Sera esta noche  — miro el reloj que apenas dan las 5. Me levanto y me mira.

— Dile que sea ahora a las 6, no tengo ánimos de alargar la reunión — asiente y salimos de la oficina, me siento observado pero es más que obvio que es por mis hombres, no quiero llamar mucho la atención con tantos guardaespaldas a mi alrededor pero tampoco puedo ser descuidado con mi persona.

(…)

06:30 p.m.

Miro el lugar como si fuera la primera vez que vengo claro, antes venia pero siempre tenía mi cabello pintando, tuve una época de inaceptación por mi físico y el color de mi cabello, decían que era el diablo, solo por el extraño color rojo de mi cabello, si hubiera sido un poco más naranja no tendría problema pero era rojo, también era porque mi madre tenía su cabello.

— Buenas noches, ¿Qué gustaran? — escucho decir de la mesera, la miro pero no es la rubia que siempre atiende, es la morena, sus curvas y ese escote pronunciado que da su blusa no está nada mal pero no me atrae, su antifaz no deja que vea su cara así que miro a otro lado.

— Un tequila y dos botellas de ron, nena — dice Domínguez. — ¿Podrías llamar a unas señoritas? — pregunta y la miro, miro al rubio de Louis este solo sonríe tratando de ablandar la tensión que se ha formado.

— Como guste, señor — escucho decir y se va, miro al hombre calvo y moreno en espera de que me cuente su propuesta porque me empiezo a aburrir.

— Bueno, como seguía, me gustaría distribuir nuestra nueva bebida a todos sus clubes, estamos hablando de un 30-70 — alzo mi ceja — ¿Un 40-60? — miro a Louis asiento — Entonces, ¿Tenemos un trato? — pregunta y la mesera llega con las tres botellas de alcohol, ve que Domínguez le toca el trasero a la chica y ella solo lo mira.

— Sus señoritas ya vendrán, por favor no toque o no quiera acabar sin una mano, señor — habla pero no puedo verle la cara, lo único que veo es que el hombre aleja su mano con terror en su cara, la chica se va.

En eso llegan tres chicas pero ninguna me interesa, una peli negra se sienta a mi lado y comienza a mandarme sonrisas coquetas pero no logra nada en mí.

— Tenemos un trato — digo levantando — Te espero en la habitación — le digo a la pelinegra con desagrado, al menos intentare desquitarme con alguien. Subo las escaleras a un lado de la barra y entro a la habitación de siempre, la número 6, por alguna extraña razón me gusta esa habitación.

Miro por la ventana con vista al jardín, observo el cielo estrellado y siento que ya estuve aquí en esta habitación pero no recuerdo con quien, solo sé que logre dormir bien esa noche en donde casi muero hace 3 años. Escucho la puerta abrirse pero por sus pasos es la mesera.

— ¿Qué haces aquí? — pregunto, Laura siempre manda alguien más para que haga su trabajo sucio, dos veces mandó a la rubia y esta vez mandó a la morena — Pedí a la pelinegra, no a la mesera —  siento que entra a la habitación, me volteo y la miro sentada en la cama, la miro pero no se deja intimidar con mi mirada — ¿No te da vergüenza? — pregunto interesado.

Me acerco queriendo conocer su rostro, pongo mis manos a lados de su cadera se inclina hacia atrás cuando me inclino hacia ella, huelo su aroma, suspiro poniéndola nerviosa pero hace no.

— No eres para nada atractiva — susurro intentando que se quite el antifaz por mí.

— Genial, porque no me acuesto con cualquier payaso — habla empujándome, me sorprendo por su respuesta — Suerte — veo que va a salir y la tomo del brazo, ninguna mujer me ha rechazado de esa manera, me mira con una mirada que no logro descifrar, se me acerca demasiado — ¿Qué? ¿Se arrepiente de sus palabras? — me sonríe y se suelta de mi agarra saliendo de la habitación, voy tras de ella, veo que levanta su pie y se saca el zapato y sin darme cuenta soy golpeado en la cara por un zapato.

(…)

Jueves, 26, Mayo, 2022.

Observo el zapato, un converse gris y viejo, Louis me mira esperando que diga algo ya que estoy sentado con un zapato mediano en el escritorio.

— Con que quieres jugar a la Cenicienta, ¿eh? — el rubio traga saliva cuando hablo — La mesera de Villa del Bar, me lanzó este zapato en la cara sin saber quién soy — le digo mostrando el zapato.

— Al parecer ya encontró a su prometida — miro el zapato y repito una y otra vez la frase de Louis, lo miro.

— Tienes razón, investiga quién es la chica, me casare con ella, no tengo tiempo para estar jugando a un cuento de hadas — me levanto lanzándole el zapato — Y comprar unos pares de zapatos como esos pero blanco — salgo del despacho y subo las escaleras para luego entrar al cuarto de mi padre, lo veo tirando en la cama con una intravenosa en el brazo.

Me siento en la cama  y lo miro.

— ¿Cuánto tiempo le queda? — pregunto a la enfermera que está revisando las maquinas donde se ve los latidos de su corazón.

— Medio año si no le da otro ataque al corazón — dice, veo que abre sus ojos y me mira. La enfermera se va dejándonos a solas.

—  En unos días estoy como nuevo — ruedo los ojos sin creerle una palabra.

— Claro, el trabajo te tiene al borde de la muerte y te importa un bledo lo que te suceda con tal de terminar, deja ya todo y responsabilízate por tu salud — le reprocho y solo se pone a mirar a otro lado mientras se sienta — Deja todo en mis manos, yo me encargo no tengo problema con hacerlo, padre — me mira ahora.

— Solo encárgate de casarte, no debiste meterte en la mafia, muchacho pendejo — me regaña.

— ¿Cómo querías que no me metiera en la mafia si tú tienes enemigos que nos asechaba a mi madre y a mí? — pregunto intento no gritarle — Tengo que buscar el asesino de mi madre, no pienso quedarme de brazos cruzados — veo que pretende no llorar.

— Sé que soy un inútil que no pudo acabar con el hombre que mató a tu madre hace 5 años, estuve trabajando en eso todos estos años — se defiende.

— Solo lograste enfermarte, no te matara tus enemigos, ya te está matando la enfermedad — se cruza de brazos mirando a otro, lado, soplo y me levanto de la cama — A partir de hoy, tienes prohibido seguir trabajando en la investigación, lo hare a mi modo — digo sin esperar sus palabras, salgo del cuarto y bajo las escaleras en donde veo a Louis quien me entrega una carpeta. — Eres rápido — sonrío.

— Nuestro equipo lo es, señor — asiento revisando lo que investigaron, abro la carpeta.

Veo el nombre de Rebeka Prince, chica de 20 años, dueña de la villa, al parecer no sabe porque trabaja para Lucero Monroe y sus dos hijas, Laura Monroe y Luna Monroe, le han hecho la vida imposible, tienen una deuda de 15 millones de dólares de la villa, por lo veo la que derrocha dinero sin pagar es Lucero.

— ¿Sera que puedo comprar a mi Cenicienta? — pregunto, escucho el suspiro desaprobatorio de Louis tras de mí — Para que pregunto si tengo suficiente dinero para hacerlo — río un poco, en sí, la vida de Rebeka es como el cuento de la Cenicienta, si las cosas son así, yo seré el príncipe que la saque de la pobreza.

Miércoles, 1, Junio, 2022.

¿Demandada por prender en llama un Ferrari de 10 millones de euros?

Miro a Louis y me empiezo a reír, 10 millones de euros que equivale unos 11 millones de dólares no es nada. Me bajo del carro, no puedo dejar que demande a mi Cenicienta solo por hacer un pequeño problema como ese.

— Quemar un Ferrari, Dios, que ingeniosa es — susurro, Louis debe estar cansando de trabajar para mí, es raro que no se haya quejado conmigo desde hace 10 años, entramos al bufete y abro la puerta del abogado sin necesidad de que me digan dónde están, la gente me mira pero los ignoro, es más que obvio que saben quién soy.

— ¿Quién eres? No debería estar aquí — pregunta un castaño, al parecer el dueño del Ferrari, sentada a su lado estaba ella.

— Vine por ella — digo sin esperar. — ¿Por qué la vas a meter a la cárcel? — pregunto como si fuera mi asunto.

— No es de su incumbencia, tengo asuntos que atender con la señorita, señor, por favor, retírese  — habla el abogado levantando de su silla, lo ignoro por un momento haciendo que tiemble.

— Claro que es mi incumbencia, abogado, estas acusando a mi prometida de algo que no hizo — confieso, Louis debe de haberse dado un golpe en la cabeza mentalmente, la pelinegra por fin se voltea a mirarme y nos cruzamos miradas pero vuelve a mirar hacia el frente, tiene unos hermosos ojos azules que no pude apreciar esa noche.

— ¿Qué? — pregunta confundido el castaño — ¿Tu prometida? Hace una semana que nosotros terminamos, increíble, eres una fácil — escupe haciendo que me enoje, veo que la chica se levanta pero soy más rápido y me acerco al hombre que no creí que fuera su ex.

— Uh, creo que no debiste hablar así, señor Anderson — señalo — Acabas de ofender a mi mujer, ¿Sabes lo que pasa cuando ofenden a la mujer del alfa de un imperio? — pregunto con ganas de que se pudra en un basurero lejos de mi vista.

(…)

Acabo de dejarla en la villa y por segunda vez me ha tirado un par de zapatos.

— No creo que deba seguir insistiendo, señor — dice el rubio pero esto apenas empieza.

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