Capítulo 1 Mi zapato

Narra Rebeka Prince.

Miércoles, 25, Mayo, 2022.

06:13 p.m.

Cierro el cuento de Cenicienta y me levanto de la cama. Cenicienta fue a un baile en donde conoció un príncipe y se casaron viviendo felices por siempre pero en mi caso, no pasa así, puede que mi vida se ha convertido como la de Cenicienta, tengo que soportar a mis hermanastras y a mi madrastra, en eso si se parece al libro, al igual la muerte de mis padres.

— ¡Cenicienta, baja a trabajar! — grita mi madrastra, se llama Lucero pero claro, su nombre no le pega nada con su personalidad, me miro en el espejo y suspiro antes de salir de mi cuarto.

La supuesta villa se convirtió en un bar en donde Lucero es la jefa y me hace trabajar, Laura y Luna, las hijas de ella no hacen más que bailar en los tubos y estar con hombres ricos que llegan al lugar por ser algo alejado de la ciudad, lo que una vez fue mi hogar se volvió en un basurero, intenten irme muchas veces pero Lucero que me encontraba y recibía los peores castigos que na adolescente podría tener. Pronto cumplo 21 y ser legal, por fin podre dejar este lugar y alejarme de Lucero y sus hijas.

No necesito un príncipe para salir de aquí, puedo sola.

— Al fin bajas, ya no puedo soportar a la jefa — dice Theo, río un poco tomando el delantal. — Cierto, por ahí apareció tu noviecito — miro al moreno emocionada — No te recomiendo acercarte — frunzo el ceño sin entender.

Francis Anderson, mi novio de hace 3 años, nos conocimos en la secundaria, por suerte pude terminar la secundaria, no pude ir a la universidad a pesar de obtener una beca ya que Lucero no quería dejarme ir ya que la universidad a la que entre esta en california. Suena música lenta y suspiro tomando un antifaz para cubrir mi rostro.

— Debo agradecer a Lucero por dejar que usemos mascaras — habla Serena acercándose a nosotros — Dame 3 margaritas, una botella de tequila y un ron — pide a Theo y me mira pero mira a otro lado, frunzo el ceño.

— ¿Pasa algo? — le pregunto a la rubia, Theo se acerca con los pedidos junto a Julián quien deja las margaritas en una bandeja.

— Ya que los chicos no quieren hablar, lo diré yo — explica Julián, miro al pelinegro, Theo y Serena lo miran negando. — Francis llegó con una modelo — parpadeo sin entender — Le anda comiendo por allá — me volteo a mirar a donde señala el pelinegro y veo claramente a Francis besándose con una platinada modelo.

Sonrío y los tres me miran asustados.

— Que hermoso es el amor, ¿No? — río un poco.

— Genial, Julián, mira no más lo que acabas de causar — regaña la rubia yéndose.

— Piénsalo dos veces antes de cometer una locura, Cenicienta — dice Theo antes de irse a servirle unas cervezas a unos hombres sentados en la barra. Camino hacia la salida para respirar aire a pesar de que puedo ir hacia la parte trasera pero no logro salir porque empiezan a entrar clientes y me regreso para atender ya que solo somos 4 personas.

Serena y yo nos encargamos de atender como mesoneras, tenemos que usar unas blusas reveladoras mientras Theo y Julián se encargan en las barras, me acerco a los clientes y veo que son nuevos, nunca los he visto por aquí. Siempre abrimos de miércoles a sábado, aunque solo son 4 días que trabajamos, esos días son unos martirios porque el lugar se llena y a veces hay peleas y es difícil de lidiar.

— Buenas noches, ¿Qué gustaran? — pregunto sin dejar de mirar hacia la otra mesa frente a mí en donde Francis no deja de toquetearse con la modelo, por suerte no sabe dónde trabajo o vivo.

— Un tequila y dos botellas de ron, nena — dice alguien, anoto en mi libreta el pedido sin dejar de mirar. — ¿Podrías llamar a unas señoritas? — dice el mismo y lo miro, calvo y viejo, miro a los otros dos, uno rubio dentro de un traje y por último uno pelirrojo pero pelirrojo de cabello rojo como el fuego, llama mucho la atención, no me mira pero su aura es fría.

— Como guste, señor — digo alejándome de ahí, me acerco a la barra en donde Theo y Julián miran a la mesa que atendí — Un tequila y dos botellas de ron, Theo — el moreno solo frunce el ceño y luego me mira.

— Cuidado con esa mesa, Beka — miro a donde mira sin entender — Ese hombre de cabello rojo dicen es peligroso — me encojo de hombros aburrida. — Solo hazme caso, mujer — suspiro tomando la bandeja.

— Llama a Laura y dile que mande 3 “Señoritas” a esa mesa — digo y ambos se miran y niegan. Me acerco a la mesa en donde dejo las botellas, siento una mano en el trasero y miro al calvo con seriedad y frialdad que por sí solo aleja su mano — Sus señoritas ya vendrán, por favor no toque o no quiera acabar sin una mano, señor — le sonrío y me voy.

— Dime que no usaste esa mirada — habla Serena acercándose a nosotros, le sonrío como si no entendiera a que se refiere — Lo hizo — río un poco y veo bajar a Laura con dos chicas tras de ella hacia la mesa.

Laura es alta, cabello largo y negro, blanca y delgada, es hermosa pero su nariz según ella es su defecto por eso me envidia porque yo no necesito cirugías, es la mayor entre nosotras tres, Luna es diferente, es más baja que Laura, es pelirroja si de ese color naranjas, tiene pecas y tiene los ojos castaños oscuros como Lucero que es igual a Laura pero no tiene los ojos castaños claros como Laura.

— ¿Puedes salir el martes? — pregunta Julián y lo miro desviando la mirada de la mesa.

— ¿Qué hay el martes? — pregunto recordando que se celebra el martes.

— Lo olvidaste, no puedo creerlo — se ofende Theo acercándose — Cierto, Laura te llama — dice señalando los vestidores, miro hacia la mesa y no se ve a Laura ni al pelirrojo. Camino hacia el vestidor y la veo caminando de un lado a otro.

— ¿Qué pasa? — pregunto mirándola, me mira y se acerca a mí.

— Necesito que subas — niego a lo que me pide — Sé que te quieres ir de casa y del bar, Rebeka, si no subes y complaces al hombre, tu salida será un fracaso, sabes cómo es mamá  — aprieto mis dientes y termino asentir. — Es la habitación 6 — salgo de ahí y subo las escaleras, miro las 6 puertas que hay en ese pasillo y abro la última, entro y me encuentro al pelirrojo frente a la puertaventana, la habitación esta oscura.

Respiro profundo antes de acercarme al hombre, ¿Ven porque digo que no me parezco a Cenicienta? Tengo que soportar cosas peores que la propia Cenicienta de cuento.

— ¿Qué haces aquí? — pregunta como si supiera que mandaron a la que no es — Pedí a la pelinegra, no a la mesera — sonrío sentándome en la cama, no digo nada, se voltea y me mira, sus ojos intimidan pero yo no pienso dejarme, llevo 6 años trabajando en este lugar como para dejarme intimidar. — ¿No te da vergüenza? — pregunta.

Se acerca y pone sus manos alrededor de mi caderas y tengo que recortarme en la cama, siento su aliento en mi cuello.

— No eres para nada atractiva — susurra como si lo que acaba de decir me bajara la autoestima.

— Genial, porque no me acuesto con cualquier payaso — lo empujo dejándolo incrédulo — Suerte — cuando estoy por salir me toma del brazo, lo miro intentando no enojarme, me le acerco — ¿Qué? ¿Se arrepiente de sus palabras? — le sonrío, me suelto y salgo de la habitación, siento que me sigue porque en ningún momento me he quitado el antifaz, tomo mi converse y se lo lanzo a la cara para desprevenirlo y salir de ahí.

Salgo de la casa llegando al patio que ahora es un estacionamiento, respiro agitada y maldigo por lo que acabo de hacer pero no me detengo a pensar cuando veo el Ferrari blanco que se compró Francis hace unos meses, es un Ferrari nuevo del 2021. Siempre lo quise conducir pero nunca me dejó subirlo ni conducirlo.

— Eres un idiota, Francis — tomo una roca y la tiro al carro, mi enojo puede más y termino por rayarlo y encenderlo. — Infiel tenías que ser — escucho grito y entro por la puerta trasera escondiéndome, miro por una ventana como Francis grita viendo su precioso carro.

— ¿Qué acabas de hacer, Prince?  — pregunta Lucera tras de mí, trago saliva, no quiero mirarla pero tampoco puedo salir.

(…)

Miro como Lucero cuenta sus billetes, miro a Laura a su lado aun con su traje de bailarina, es bailarina pero no complace a los clientes, hace que haga el trabajo sucio, claro que yo no me acuesto con los clientes, solo los embriago hasta que se queden dormidos y quito y desarreglo sus ropas para que parezco que disfrutó la noche por así decirlo.

Miro mis pies y veo que me falta un zapato, puede que si tenga algún parentesco con la princesa, me quito el antifaz y tratando de no molestarme. Lucero me mira cruzándose de brazos.    

— Así que piensas abandonarme después de darte de comer y un techo en donde dormir, ¿Ah, Cenicienta? — no la miro ni le respóndeme — Supongo que tendré que quitarte este dinero y el sueldo — la miro sosteniendo el cuento de Cenicienta en donde está el dinero guardado de mi viaje a california para estudiar la carrera de mis sueños. — Ahora si me ves — ríe.

— No puedes hacer eso — digo dirigiéndole la palabra.

— Claro que pueda, aun estas bajo tutela, Prince, me debes mucho dinero, por culpa de tu padre caímos en bancarrota, tenemos que pagar la villa — aprieto mis dientes aguantando las ganas de llorar — Vente, no quiero verte la cara — dice enojada, supongo que el pelirrojo se vino a quejar, me levanto y salgo de su despacho que antes era de mi padre, subo a mi habitación en el ático, cierro la puerta y me acuesto en mi vieja cama.

— Tengo que recurrir a un plan B — suspiro cerrando los ojos dejando salir mis lágrimas.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo