CAPÍTULO 7

Recuperando el aliento, casi sin poder moverme, me doy cuenta de que tuve un orgasmo brutal en su boca.

Está tan impresionado, que sigue mirando mi entrepierna, pasa sus dedos, los moja, y se los lleva a la boca para saborear mi dulce néctar; al terminar, cierra mis piernas y tira del camisón para sacarlo de mi cuerpo, levanto un poco mis caderas y lo ayudo a sacarlo.

Me pongo de lado, tapándome con la sábana, él me acurruca. Estoy tan sofocada, que me vuelvo a quedar dormida.

Busco a Carlos en la cama para abrazarlo y me doy cuenta de que no está. Miro el reloj; son las doce del mediodía. Me tapo bien al escuchar que se abre la puerta del cuarto.

—Buenos días, preciosa.

—Buenos días —contesto muy feliz.

Carlos se arrima a la cama, e intenta besarme mientras escondo mi cara en la almohada.

—¿Qué pasa, muñequita?, ¿por qué te escondes?

—No me mires, me da mucha vergüenza.

—¡Eeeh! Ni se te ocurra.

Cuando te miro, me gustas entera, te quiero solo para mí.

Sus palabras son músi
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