Capítulo 3

¿Como se le llama a esa sensación de anticipación? Tengo esos pensamientos que creemos que van a pasar y que esperamos que vayan a ir mal. Eso es exactamente lo que siento, he roto dos tazas, quemando a un cliente con café y estropeado mi uniforme.

Mi jefe no ha tenido más remedio que adelantar la hora de descanso. Así que, debido a eso limpio el uniforme manchado sin ningún buen resultado.

Paso las manos por el delantal para secarla del sudor por los nervioso que tengo de hablar con el ruso.

Me paro frente a la mesa, y me mira esperando que diga algo

—Estoy en mi hora libre, podemos hablar—vea hacia aun lado para evitar su mirada

Me siento frente a el y no se que esperar. Después de tantos años llega y no creo que sean buenas noticias.

Sus ojos, se detiene en mis manos, con chimones, frunce el señor y su rostro se torna serio

—¿Qué te ha sucedido? —intenta tomar mis manos, aparto de inmediato antes de que apenas las toque—responde Margot

—Una caída, ahora dígame que quiere decirme, necesito volver a mi trabajo—incomoda, me remuevo en la silla.

—Es algo sobre tu padre—suspiro, agobiada, imagino que le debe dinero

—Les debe dinero ¿cierto? —asiente con lentitud—Dios—paso las manos sobre el rostro frustrada de que sus malas decisiones siempre me exploten en la cara y se yo quien pague las consecuencias.

¿Es seguro que, quieran que me haga cargo de ella, pero como voy a pagar?, no gano suficiente como para hacerme cargo de tantas deudas.

Mi padre les debe dinero a muchas personas en especial a unos muy peligrosos. Tanto que la primera vez que me amenazaron tuvimos que dar la casa y mis ahorros para poder solventarla y eso que quede pagando en plazos, mas, el sigue apostando y yo ya no puedo pagar más.

Aprieto las manos en puño arrugando el uniforme

—Margot…

—No tengo dinero para pagar—limpio las lágrimas que salen sin evitarlo—el le debe dinero a otra persona y es muy peligros

—Por eso mi padre esta hablando con Cornelio—afirma, mientras saca un pañuelo de su bolsillo y lo extiende para que seque lo ojos, agradezco el gesto tan amable—esto es algo complicado, veras, tu padre llamo al mío para pedirle prestado dinero, ya tenemos una cuenta abierta para él, el problema es que como es su amigo y lo aprecia, mi padre ha decidido ayudarlo, sin embargo, esta vez quiere una garantía de que va a pagarle.

—Mi padre no puede darle nada de garantía—sorbo la nariz, aunque he conseguido calmarme tengo rasgos de llanto reflejado en el rostro—entrego la casa, y mis ahorros y él, no trabaja.

El desasosiego reflejado en mi rostro, hace que su frente se arrugue y me mire con lastima. Es lo que menos deseo ya sería el colmo que un hombre que apenas re apareció en mi vida me vea de esa manera.

—Si tiene una—confiesa dudando de seguir hablando—tu eres su garantía

—¿Qué? —pregunto en susurro negando por que la verdad me ha desconcertado dicha declaración—¿de qué hablas?

—Cornelio, en este momento esta firmando un poder en donde sede a mi padre y yo soy el encargado de informártelo.

Me levanto de inmediato impresionada, retrocedo varios pasas horrorizada, y cuando menos lo esperan, corro hacia la salida mientras escucho que me llama para que me detenga.

Pero como estoy tan débil por no haber comido bien, a menos de dos cuadras me dan alcance, de inmediato me sujeta de la cintura. Y lucho por soltarme

—Demonios Margot ¿por qué corres? —bufa, entregándome a sus guardaespaldas, chillo de la impresión, mientras se saca el saco y la corbata.

—¿Por qué? Tiene la osadía de preguntar, cuando acaba de confesar que me están dando de garantía para una deuda imposible de pagar—grito, desesperada, tratando de entender la actitud como si se tratara de un tema común y corriente—ahora por favor suélteme

—Solo si prometes no correr

—Necesito ir a casa y verificar que todo esto que dices es cierto.

—Esta bien, vamos—toma mi brazo y hace que camine a su lado, su agarre no lastima, pero se le nota muy frustrado.

No hablamos en todo el trayecto, cuando llegamos a casa, el vehículo aun sigue estacionado, con suma rapidez, me suelto de su agarre y entro con ellos detrás, en la sala está el señor que había visto antes y a mi padre muy sonriente.

—Hija que bueno que llegas, estaba a punto de llamarte

—¿Qué esta pasando? —noto sobre la mesa unos documentos—padre, ¿es cierto lo que me ha dicho este hombre? ¿Me estas dando de garantía para pagar una deuda?

—Es que hija debes comprender que no tengo otra forma de hacerlo—afirma con calma, no hay atisbo de culpa o de arrepentimiento, como es de costumbre.

Niego, deseando que esto sea una pesadilla.

—¡No pueden hacer eso, no soy un objeto al que pueden vender o comprar! —replico desesperada

La bofetada para calmar mis gritos de parte de mi padre, no se hace esperar, esta roja de la ira y antes de poder darme otra, Gregori, se interpone deteniendo por la muñeca la mano de mi padre.

—¡Basta! —le ordena con furia emanando de sus ojos—¡no la toques!

Padre retrocede mostrando temor, Gregori, suelta con brusquedad la mano de mi progenitor y lo empuja sentándolo en el sillón.

—Hijo—Lo llama su padre con tranquilidad—trata de controlarte, así, no ayudas a que la chica entienda la situación.

Mi madre no dice nada, está ahí en la cocina como si nada sucediera, tan callada, tan sumisa, igual que yo.

—Madre— le reclamo camino a la cocina—¿vas a permitir que me haga esto? —pregunto en lo bajo, entre lágrimas—por favor no dejes que esto pase

No dice nada, no me ayuda, ni me consuela.

—Es lo mejor para ti—el ruso está detrás de mí y me causa escalofríos no se de que puedan ser capaces

—Lo mejor seria estar muerta—susurro entre dientes esperando que nadie mas me escuchara y tengo éxito en eso.

—Mañana vendremos por ti—un escalofríos me paraliza, recorriendo la columna vertebral, se acerca a mi madre toma sus manos y le susurra algo que solo ella puede escuchar, y asiente.

Como era de esperarse, mi padre sale muy contento con fajos de billetes en los bolsillos, dispuesto a perderlos en algún juego de hacer.

Mientras deja a su única hija destruida, desolada y abatida en casa, una casa que se supone recuperaría con ese dinero prestado, por el cual he sido vendida a un CEO ruso.

No se que va a pasar conmigo, lo único que estoy segura es de que me están tratando como si fuese cualquier mueble.

Como es posible que en pleno siglo veintiuno, haya ese tipo de tratos hacia un ser humano.

Voy a mi habitación a seguir sintiendo lastima por mi misma, viendo el techo y visualizando la mejor manera de salir de este problema.

Una cuerda en el cuello no me parece una mala idea. O una sobredosis de pastillas, y si cortar mis muñecas ¿sea la mejor opción? Niego ante semejantes malos pensamientos.

Sobre mi pequeña mesa, esta un celular, yo no tengo, el ultimo que tuve padre lo tomó y lo usó para apostar, obviamente lo perdió, así que decidí que no haría un gasto como ese.

Con una nota que dice: para Margot

La pantalla se enciente y es un mensaje, deslizo el dedo para desbloquearlo y lee lo que dice: Margot, lamento que haya sido esta la forma en la que nos volvimos a ver, me parece lamentable, pero espero que con el tiempo entiendas los motivos por los cuales mi padre y yo aceptamos ese trato.

Cuando estes mas calmada podemos hablar. Att Gregori.

Me quedo viendo el techo, cierro los ojos deseando despertar de este horrible sueño, sin embargo, las posibilidades de que esto no sea real son nulas.

¿Qué voy a hacer? ¿Ser esclava del señor Novikov? ¿Cómo se supone es que pagara mi padre la deuda?

Tantas dudas que tengo en la cabeza que no solo me inquietan me dan terror saber la respuesta.

Decidida a ver que puedo hacer en el proceso de esclavitud, por que es lo que seguro me espera, empaco las pocas cosas que tengo, mi ropa no es de marca ni mucho menos mi calzado, así que, con sumo cuidado, en una maleta pequeña, meto lo más importante.

Si mi padre esta de acuerdo con venderme, yo solo se que voy a estar dispuesta a luchar contra cualquier cosa que se me venga, no quiero darme por vencida, he luchado toda mi vida y aquí sigo de pie.

Y aun con el miedo que tengo, necesito valor para enfrentarme al los Novikov, solo que no se cómo, ni donde estaré. ¡Dios! Todo esto está mal.

El celular suena con otro mensaje entrante

—No empaques nada, aquí se te dará lo necesario.

Es todo lo que dice y con eso la tristeza se apodera de nuevo de todo mi ser.

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