Comprada por el CEO
Comprada por el CEO
Por: Eris MorningStar
Capítulo 1

Limpio la mesa que hace pocos minutos han desocupado unos clientes, el bar-café por las noches en fines de semana se llena un poco a eso de las nueve.

He recibido muchas propinas esta semana, cada una va a parar a la cajita de ahorros que tengo bien escondida debajo de un ladrillo en la habitación de la casa.

Estoy segura que con eso, ya puedo pagar el primer mes de renta para un piso de dos habitaciones y un baño. No es muy espaciosa, mas, estaremos tranquilas.

—Margoth— me llama el jefe detrás de la barra— Café negro bien cargado para mesa cuatro y una cerveza—coloca el pedido sobre la bandeja, enseguida la tomo y me dirijo hacía donde están esperando dos hombres.

—Buenas noches—saludo cortes y les sirvo su pedido y antes dar la vuelta para irme me llaman

—Margoth, ¿cierto? —pregunta uno de los tipos, asiento con la cabeza—tu padre es Cornelio Richmond—doy dos pasos hacia atrás tímida—somos amigos suyos—sonríe con suficiencia al ver mi reacción.

—Con permiso—respondo con sonrisa nerviosa, y me dirijo de nuevo hacia donde está el jefe.

—¿Sucede algo? —pregunta mientras limpia la barra, niego nerviosa aprieto la bandeja contra el pecho—¿te molestaron? —señala con la cabeza en dirección a los hombres que conversan animados.

—No, dicen ser amigos de mi padre.

—Entonces no deberías preocuparte—sonríe despreocupado

—Mi padre, no tiene amigos—susurro más para mí que para él.

El turno nocturno termina a las doce de la media noche. Preparo mis cosas para salir y dormir unas cuantas horas.

La parada del autobús queda al cruzar la calle, así que el jefe se queda en la puerta del bar-café y se asegura de que suba sin percances al medio de transporte.

Como siempre, el aparato va con unas cuantas almas, me siento para inclinarme un poco y sobar los tobillos, hoy estuvo ajetreado, a penas y pude ir al baño.

Recuesto la cabeza sobre la ventana, cierro los ojos y de manera fugas el recuerdo de aquel niño ruso observándome a la distancia llega a mi cabeza, los abro con rapidez, de vez en vez esa imagen invade mi cerebro.

Aunque, aún recuerdo su nombre Gregori Novikov.

Para ser sincera, no tengo motivo para que eso suceda, no éramos amigos cercanos, nunca se acercó a mi o a mi familia, su padre y el mío eran buenos amigos y nuestras familias nunca se mesclaron, él, conservaba la distancia y nunca lo escuché hablar, hasta que su madre, falleció hace un par de años.

A él, no lo volví a ver desde que cumplí los quince años, madre celebro en familia mi cumpleaños, recuerdo estar en el patio trasero donde solo estábamos nosotros y ellos dos

Siempre me pregunté ¿Qué habrá sido de su vida? Siendo una familia tan rica debe estar casado con alguien de su mismo estatus social.

El vestido que llevaba puesto era de color lila, madre lo había comprado en una tienda de segunda, estaba en buenas condiciones y el único arreglo que le hizo fue ponerle una cinta a juego tipo corsé, para que me pudiese quedar.

Fue un lindo día, un cumpleaños único, hasta que los hombres a los que padre les debía dinero decidieron irrumpir y acabar con todo.

La mesa volcada, junto a lo que tenia sobre ella, los bocadillos y un pequeño pastel. Madre enloqueció del enojo, pero no podía hacer nada mas que agachar la cabeza y tragarse la frustración.

Nunca he comprendido la razón por que cual ha soportado tanto al lado de padre.

Cornelio Richmond, hombre conocido por ser un apostador empedernido, metiéndose en problemas y llevando la desgracia a su familia.

Me esfuerzo en vano por no dormirme, siento como si cargara el mundo sobre mis hombros.

Cierro los ojos de nuevo y esos bonitos ojos vuelven a aparecer, su boca se mueve y dice mi nombre, Margot, Margot.

Abro los ojos para encontrarme con que el conductor me llama.

—Señorita, creo que ya paso su parada

Me exalto al ver donde estoy y con mucha vergüenza reflejada en mis mejillas sonrojadas, me bajo del aparato y camino de regreso, me he pasado un par de paradas.

Acomodo el suéter que llevo puesto, miro hacia todos lados y camino apresurada para poder llegar a casa, me pongo nerviosa, no es recomendable andar por las calles sola a esta hora de la madrugada.

Siento como si alguien me siguiera, vuelvo la mirada hacia atrás para darme cuenta de que quizás sea producto de los nervios y me estoy imaginando cosas.

Sigo el camino con premura, cuando l fin llego para doblar la esquina de la calle en donde esta mi casa, un par de hombres detienen mi paso.

Saco un chillido del susto y doy pasos hacia atrás dispuesta a echar a correr, cuando ambos me toman de la cintura y me cargan hacia un callejón, tapando mi boca.

Los identifico como los hombres que me saludaron en el bar diciendo ser amigos de padre. Me estremezco del miedo, otra vez está pasando esto.

Me retuerzo cual gusano tratando de soltarme de su agarre, pero es inútil, soy tan débil, desearía gritar por ayuda, pero, ¿Quién acudiría?

—Ya deja de moverte tanto, niña—reclama uno de los hombres que tengo enfrente mientras el otro me sujeta por detrás.

Lloro sin poder esconder el terror que estoy sintiendo, mis gritos ahogados por la mano que cubre mi boca. Niego con la cabeza antes de que el tipo, me de un abofeteada para callarme.

Mi mejilla arde, siento el picor correr por mi rostro, pero logra su cometido. Solo dejo las lágrimas salir sin hacer más ruido.

—Deja de ser tan bruto, yo la estoy controlando, no veo la necesidad de ese tipo de violencia—le reclama el otro.

El tipo que me ha pegado, da vueltas como fiera enjaulada—No te haremos daño, por el momento—me señala ofuscado— solo necesitamos que le lleves un mensaje a tu padre, ese maldito nos debe dinero y sino lleva los documentos de la casa en cuarenta y ocho horas acabaremos contigo y tu madre.

Sin decir más, me tiran al suelo y se largan dejándome en estado de shock. Antes de que se arrepintieran de no hacerme mas daño, con las piernas temblorosas, recojo mi bolso que ha parado por algún lado del callejón, y como mucha dificultad, corro hacia mi casa.

Mis manos tiemblan mientras busco las llaves, vuelvo la mirada hacia todos lados posibles temiendo otro ataque, y para mi desgracia no es la primera vez que me pasa algo así.

Es por ese motivo que debo salir de aquí y alejarme por completo de padre, pero temo dejar a madre sola y que sea a ella a quien amenacen por culpa de él.

Con suma dificultad abro la puerta y entro cerrándola con llave, mi cuerpo tiembla por completo, recuesto mi espalda contra la puerta y deslizo mi cuerpo hacía el piso, me abrazo a mi misma y lloro, lloro tanto, que madre se despierta y me mira con pesar, de inmediato se une a mi propio abrazo para consolarme pues sabe bien la razón de por que estoy en estas condiciones.

Padre, por su parte, duerme sobre el sillón, en estado de ebriedad, como es su costumbre.

Mientas pasa el tiempo, los nervios van pasando poco a poco, y es ahí cuando noto que la casa está hecha un desastre.

—¿Qué ha pasado madre? —interrogo asustada de nuevo

Mira hacia la dirección donde duerme su esposo y me luego me mira—vamos a tu habitación—ayuda a levantarme, aun siento las piernas como gelatinas y con esfuerzo llegamos a mi cuarto.

Mi habitación también esta echa un verdadero caos, me suelto del agarre de madre y corro hacia la esquina de mi cama, la muevo para encontrarme que, el ladrillo donde guardo mis ahorros ha sido movido.

Respiro con agitación, el corazón palpita cual caballo en pleno galope, no puede estar pasando, no de nuevo.

La caja que dejé oculta por meses, ha desaparecido, en ella estaban los ahorros con los cuales, pensaba largarme con madre, si es que ella aceptaba dejar a padre y vivir solas, tranquilas y comenzar de nuevo.

Me siento sobre la cama, derrotada y abatida, lo único que me queda ahora, es sufrir en silencio.

Nuevamente amenazadas y sin un solo centavo en la bolsa, siento que ya no puedo más, que, si tan solo cerrar los ojos y no despertara más, seria para mí la única cosa que deseo en estos momentos.

Aunque la furia carcome mi interior no puedo mas que tragarme lo que padre nos hace. No solo me roba, sino que ha puedo varias veces mi vida y la de madre en peligro.

Y con todo esto que ha pasado, desea que alguno de esos hombres, simplemente me matase para jamás volver a vivir este infierno.

—Tu padre buscaba las escrituras de la casa—comenta con mucho temor, y no sé cómo encontró tu escondite hija.

—La mala suerte esta de mi lado siempre, madre—acuesto mi cuerpo sobre la cama mientras ella hace lo mismo para acunarme, y consolarnos—tendré que esforzarme por recuperar la casa, de nuevo—declaro con pesar, siento que ya no puedo más y sigo llorando en silencio por la impotencia, e inutilidad.

Madre llora conmigo, ella a aguantado mas que yo. Y eso me rompe más, es la razón por la cual sigo soportando esta pesadilla.

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