Capítulo 3

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Despierto incómodo, siento el peso de algo encima de mí, abro los ojos y los cierro, logrando acomodar mis ojos a la luz del día, miro más abajo en mi pecho y encuentro a mi pelirroja abrasada a mí.

* mía.* ronronea Maslo.

* La sentiste, ¿cuándo se acostó a mi lado?.* pregunto.

* Si, me pidió que la dejara dormir a nuestro lado.* Mazlo.

Acaricio su cabello y lo aparto de su cara pecosa.

— Buenos días.— susurro y toco su mejilla.

Ella me escucho y me mira y cierra los ojos acomodándose a la luz solar.

— Buenos días, papi podemos dar un paseo después del desayuno.—

— Sí.— le digo y la abrazo.

— Papá, ¿Alex, puede ser mi amigo?— pregunta y no sé qué responder.

* No.* gruñe Mazlo.

* Voy a matar a ese híbrido.* gruñe Maximus.

* por fin apareces.* mi tono de voz es duro.

Él solo gruñe.

— Claro que puedes ser tu amigo.— le hablo aunque mi lobo gruñe al igual que mi alfa.

Ella voltea su cuerpo, tapándose con la sábana hasta su cabeza, suelto una carcajada, pues ella es la que siempre me despierta.

Me pongo de pie y me acerco al guarda ropas, tomo un jean blanco y un polo marrón, abro la puerta del baño y llamo la atención de Aurora.

— Ve a tu habitación y prepárate para el desayuno.— hablo y cierra la puerta tras de mí.

Me acerco a la bañera y abro el grifo.

Desnudo mi cuerpo, entro a la bañera, esparzo el gel de baño sacando el olor de mi manada en mi cuerpo.

Cepillo mis dientes al terminar pongo mi bóxer y ropa.

Estoy en el comedor, listo para el desayunar, a mi lado está Aurora y a su lado está Samuel, que están hablando con los demás chicos de la mesa, rodeados de alfas. Los alfas hablan entre ellos; mi atención está en los recuerdos.

Ella en este mismo salón, acompañado de mi madre el día que la conocí, llevaba un vestido color azul que le quedaba dos dedos más arriba de sus rodillas, se veía hermosa con sus mejillas igual de rojas que su cabello.

Cada vez que nuestras miradas se encontraba.

El desayuno terminó, algunos optaron por retirarse a sus manadas temprano, otros lo harán en el trascurso del día.

Ahora tengo a siete niños conmigo viendo la manada Samuel, Maria hijos de Joel y Meri.

Lucía y Bastian, hijos de Oliver y Valérie.

Irina, hija de Izan y Camille (Camila).

Damián, hijo de Lían y su mate Viviane.

Después de ignorar durante algunos años a sus mates, mis amigos me presentaron a sus familias; ellas son agradables y mis amigos felices, trato de ser amable. Pero es inútil porque no trate de mostrar que compartía su felicidad.

Los cachorros hablan entre ellos, cosas comunes sobre sus escuelas, las cosas que hacen en sus días libres.

Aurora es sumamente curiosa, se detiene a cada paso a mirar las pequeñas mariposas revoloteando las flores de distintos colores que se encuentran en los jardines de las cabañas, a pesar de ser primavera el día está fresco. El recorrido duró más o menos cuatro horas y ya era hora de regresar al castillo, tengo una reunión con el alfa Martin.

Había fijado una hora para reunirnos con él y su familia, sinceramente no me apetece estas reuniones, pero sería descortés de mi parte si me negara.

Al llegar ellos estaban en mi despacho, se presentaron, había una loba, creo que es su hija.

— Alfa Martin.— al oírme sonríe. Espero que en su cabeza no se esté formando ideas locas.

— Alfa Enzo, gracias por atendernos, espero que podamos formar una asociación con...— Martin.

— Ve al grano.— demando. — Usted perdió a su luna y mi hija pué...—

— No, estoy interesado, Martin, gracias por la oferta, pero no.— gruño.

— Pero alfa.—

— No tengo que volver a repetirlo. Gracias por estar en la coronación de la princesa se pueden retirar.— Ellos abandonan mi despacho.

Mi cachorra debe estar despidiéndose de todos, pues hablamos que nos iremos después de hablar con el alfa Martin.

Alfonso ya tiene nuestras pertenencias en el jardín a espera de nosotros.

—□Je vous aime.— escucho Aurora decirle a sus nuevos amigos que en el futuro serán sus deltas y betas.

□ los amo a todos.

— ○grands-parents, je les aime.— llora al ser abrazada por mi padre que tiene sus ojos llorosos.

○ abuelos los amo.

— Aurora ya nos esperan.— la llamo porque es hora de irnos, ella creó en tres días un lazo de amor irrompible.

Me despedí de ellos con la promesa que en dos meses volveré.

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Salgo apresurado del ascensor, Aurora estaba de mal humor y no quería ir al colegio, por lo cual me tomo un tiempo en convencerla de asistir, por lo cual llegué tarde a una reunión.

Allí, delante de mí, estaba mi secretaria, parece un poco enojada y a la vez asustada.

Ella es una simple humana, la cual puedo matar de un solo puñetazo.

— Vamos.— le hablo al llegar a su lado. Ella mira al piso al caminar a mi lado y no puedo ver su expresión, nada más escucho sus susurros, es excelente en su trabajo, pero de vez en cuando se toma las cosas muy enserió y esto me molesta.

Abre las puertas de la sala, unos diez hombres vestidos con sus mejores trajes miran.

— Continúen.— hablo y ellos siguen mostrando las imágenes del proyecto.

A la hora del almuerzo aún no habían terminado con el proyecto y yo tenía una cita con mi pelirroja.

La secretaria mira su teléfono.

— La señorita Aurora está esperando en su oficina.— susurra.

Carraspeo y mi arquitecto detiene su presentación, los presentes miran en mi dirección.

— Continuaremos mañana.— salgo y detrás de mi secretaria, la cual empiezo a dictar órdenes, ella con una agenda electrónica en la mano escribe cada una de mis órdenes.

Al llegar a mi oficina, Aurora está en mi silla giratoria mirando el paisaje.

Cierro la puerta tras de mí, sentándome en la silla frente al escritorio.

— Aurora.— la llamo.

— Hola papi, lamento lo de esta mañana. Extraño a mis amigos y familia.— lo último lo dijo en un susurro.

Aurora a veces, tenemos días buenos y días malos, puedo entender esto, más espero que no se vuelva una costumbre.— Voltea la silla y se baja y camina a mi lado, luego nos fundimos en un abrazo cuando me separo de ella me fijo su largo cabello estaba recogido en una cola, bestia un jean rosa y camisa blanca, sus mejillas adornadas con un tono rosa, y un sin número de pecas, sus ojos azules estaban rojos en hinchados de llorar.

— Vamos, a un restaurante.— miro el reloj que tengo en mi muñeca.

Salimos de mi oficina tomando de la mano de Aurora, algunos empleados que están saliendo a tomar su almuerzo se detiene y miran en nuestra dirección, al llegar a las puertas del ascensor, mi secretaria está a un lado en espera de alguna orden.

— Suzette, en dos horas, vuelvo.— le informo al mismo tiempo, el ascensor hace un ruido y abre sus puertas, entramos en él y pongo el número del primer piso, este en mi ascensor privado solo pueden entrar en las personas autorizadas por mí.

El restaurante al que llevaré a comer a mi Aurora se encuentra a pocas calles, por lo tanto, he decidido que caminaremos allí.

Las calles de la avenida Champs Elysées, camina una cantidad de personas y turistas, algunos en bicicletas y otro caminan con paquetes de compras transitan día y noche, pues esta avenida es famosa por sus tiendas de lujo, restaurantes y los jardines, que es adornada por una fila de árboles que nos guía al arco del triunfo, es un paseo agradable por la belleza de los edificios antiguos.

El restaurante con sus elegantes edificaciones, sus mesas adornadas con manteles blancos.

Un mesero se acerca y nos hace el pedido y luego se retira.

— ¿Cómo estuvo tu día?.— pregunto.

— Normal, nunca pasa nada diferente.— suspira. — Aunque pensándolo bien, Luisa no es amable.—

— Te ha molestado, podemos hablar con el director si es así.—

— No.— Mira a la mesa que está a nuestro lado donde hay una pareja besándose.

Esperamos un tiempo más hasta que el mesero pone los platos en nuestra mesa.

— Quiero una mascota.— me pone su mejor sonrisa.

— Aurora en nuestro Penthouse no hay lugar para uno.—

— Papá, pero.— Aurora.

— Sin peros, señorita.—

— Papá escúchame, cuidaré de ella y me encargaré de limpiar su caja de arena, por favor Papá.— Aurora.

La idea de un animal en un Penthouse es mala, pues es un sitio cerrado y el pobre animal tiene la necesidad de explorar.

Comemos nuestro plato de pasta en silencio, a veces no puedo cumplir con algunas peticiones de Aurora, tal vez cuando regresemos a la manada.

— ¿Quiero tener una mama?— Me atragantó con la pasta, la cual me hace tocer, ella mira esperando una respuesta, es la primera vez que Aurora habla de tener una figura materna en su vida.

— Cariño es...—

— Papá quiero alguien a mi lado que me cuente historias, me lleve de compras y que me cuente cosas de mujeres.— Susurra Aurora.

— ¡Oh, mi cachorro! Es algo complicado, pero hablemos en casa en la noche.— Ella asiente, nunca pensé que Aurora extrañaría a su madre, esta ocasión me lo ha dejado claro.

— Tenemos que irnos.— le hablo y miro mi reloj.

—▪︎ Laddition, sil vous plaît.— le pido al camarero el cual entrega una libreta color negro y abro y pongo allí mi tarjeta.

▪la cuenta, por favor.

Minutos después nos encontramos caminando, Aurora va delante de mí saltando y cantando una canción, al caminar unas calles veo una mujer de bata blanca que corre choca conmigo haciendo que caiga de espalda y ella encima de mí.

* mate.* gruñe Maximus.

Me quedo en show, ella es...

—•Sil vous plaît excusez, je vais un peu en retard.— hablando un perfecto francés.

•por favor disculpe, voy algo tarde.

Mi cuerpo no se mueve ni un milímetro y ella se pone de pie y se aleja corriendo.

— Papi ¿quién es ella?—

— No lo sé Aurora.— respondo y me pongo de pie y aliso mi traje con las manos y sacudo el resto de polvo de él.

— Ella es... mira papi perdió su carnet— Aurora levanta un carnet del suelo que tiene su broche dañado y allí leí su nombre Roxanne...

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