Capítulo 2

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— Ustedes no saben que es perder a la persona que más tiene amado.— seco las lágrimas de mis ojos.— Estar allí y sentir que su vida se va, sin poder hacer nada y después sentir como tu alma cae a un abismo sin salida.

 — Enzo.—

— No padre, con ella se fue mi alma, solo quiero una cosa.—

— Hijo, por favor no lo digas.— Madre.

— ¿Qué no digas que madre? Mi vida es una m****a, nada más Aurora es mi fuerza para despertar cada mañana.— la interrumpo.

Después de estar todo el resto del día entre recuerdos, bajé a hablar con mis padres en el despacho y aquí estamos discutiendo.

— No padre, esto no es vida, esa la perdí hace nueve años.— salgo y busco a mi pequeña traviesa.

Me detengo y me dejo caer al suelo del pasillo y grito en mi interior, de dolor.

¿Quiero olvidar? Pensar en algún día despertar y no saber ni mi nombre sería una salida fácil a esto.

— Enzo, algún día ese dolor saldrá de tu alma y aprenderás a amar por segunda vez.— Mi madre pronuncia y yo sigo igual con el corazón destrozado.

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 Hoy es el día de la presentación de Aurora a los alfas, hoy llega Nicolás, el rey brujo, Lucía y Alex.

— No, yo quiero un traje.— Aurora está negándose a ponerse un vestido blanco.

— Aurora es una tradición.— regaña Melisa.

— Papi, dile que no me gustan esos vestidos.—

— Aurora es solo esta vez y mira, yo me podré un traje y usaré una flor blanca en él, iré como tu acompañante.— le informo y ella sonríe.

* Sí que es terca.* Mazlo.

Llevo tres días sin hablar con nadie, me dedico a escuchar a los demás, ese vestido le queda hermoso y luce muy bien.

— Alfa.— me llama mi beta Lían.

Odio que me interrumpan cuando estoy con Aurora.

— El rey Nicolás y su familia están aquí.—

— Voy en unos segundos. — No quiero estar allí, no me apetece hablar con nadie.

Camino por los pasillos, mirando al frente, sé que a muchos les falló como alfa, ellos deben entender que no soy un buen líder por el momento.

— un placer volver a ver al temido alfa.— saluda Nicolás.

— Hola Nicolás.— gruño.

— Enzo.— un adolescente que conozco muy bien por su cabello rubio y ojos grises me abraza.

— Alex, eres todo un hombre, mira que grande estas.— devuelvo su abrazo.

— Gracias tío y ¿Dónde está?— pregunta.

— Está en su habitación cambiándose para la ceremonia.— En la sala del trono están los demás alfas lunas y los futuros alfas me despido de ellos y me dirijo con mis betas y deltas allí.

En el aire se siente el poder de dominio que tiene los alfas, algunos me miran con asombro, envidia y algunos con odio.

Su charla se detiene al sentarme en el trono, ellos conocen mi poder, pues mi aura es más poderosa.

Miro mostrando a mi Alfa, demostrando mi dominio, con mi barbilla sostenida, mis betas al lado derecho, y mis deltas al lado izquierdo, mostrando asiendo notar sus auras.

* Que sepan que con nosotros no se juega.* gruñe Mazlo.

* Si alguna vez cometimos ese error no se volverá a repetir.* Gruño haciendo que todos dejen de mirarme y hagan una reverencia.

Los diferentes olores que desprenden los lycans desesperan a mi alfa.

— Bienvenidos alfas y familias, algunos conocen las reglas, espero que las cumplan al pie de la letra.— les pido, esto sonó más como una amenaza.

Hago señas a Talía para que sirva un aperitivo para los invitados.

— Alfa queremos hablar en privado con ustedes si es posible.— Creo que su nombre el Martín de la manada de América.

— Esto no es posible, mañana hablaré con usted. — le respondo y el banquete sigue hasta que decido terminar y ellos van a sus habitaciones.

— Hola, puedo hablar contigo.— pone ese tono serio y su alfa está presente.

— siéntate Aurora, de que quieres hablar— pregunto en tono igual de serio.

— Me gustaría saber, porque no te has hecho cargo de nuestra manada.— me maúlla.

— Princesa Aurora, las circunstancias no son las mejores y no soy un alfa que pueda tomar las mejores decisiones.—

* Ella es poderosa, su aura me asfixia.* sacude la cabeza Mazlo.

Esto afecta visiblemente a los licántropos de la sala.

— No es una excusa ellos, necesitaba su alfa, en sus cabales.— piensa, es hermosa cuando hace notar a su alfa — el abuelo ya está cansado, se nota en su voz, el tiempo de ser alfa ya llegó a su fin .—

— Princesa, estoy pidiendo un tiempo, necesitó despejar mi mente.—

— Alfa, lamento todo esto a mí también me ha afectado, espero que muy pronto pueda volver a gobernar su manada.— hace una reverencia y sale dejándome solo en la sala del trono.

Reflexiono en las palabras de mi hija, será tiempo en que empiece a olvidar y vivir el presente, aunque me duela, ella ya no está.

Un rey no puede gobernar sin su reina, ¿y si el alfa pierde a su luna? Es la pregunta que cada dia me hago y no tiene respuesta.

Despues de mucho pensar en la discusion con la princesa alfa unos toques en la puerta.

Toc, toc, se escucha y el centinela me pide permiso para abrir la puerta y yo asiento.

— Papi.— grita Aurora que trae su vestido blanco y una corona de flores de distintos colores.

Los centinelas y mis amigos están riendo.

Ahora estaba aquí ella con su aura poderosa y ahora después de unos minutos tengo a mi cachorra.

— ¿Qué pasa?—

— Papá vía a un chico, no sé que es huele a brujo ya vampiro y ...—

— Él es un amigo híbrido de la familia.— interrumpo. — Dime qué te preocupa.—

— Él... él... nada papi es solo que me asusto.— Sonríe, sé que algo más sucedió, pero lo averiguaré luego.

* Los quiero reunidos en la sala del trono.* demando.

* Nicolás, reunión en la sala del trono.* Me comuniqué con mi familia, los cuales entren pareja por pareja y de último Nicolás con su hijo y esposa.

Noto que Aurora se inquieta y mira atentamente a la dirección de Alex siguiendo cada movimiento de él, creo que Alex lo nota y por un momento vi ese color rojo que caracteriza a los vampiros.

* Maldición, esto no puede estar pasando, ella es una niña.* gruñe Mazlo.

* Es una realidad que algún día hay que aceptar.* Maximus.

He decidido que regresaré y tomaré la corona que está guardada hace nueve años, mi cachorra tiene razón, he dejado a la deriva mucho tiempo a mi manada.

— En dos meses, tomaré de nuevo el trono.— los jaleos y algunos gritos de felicidad me rodean.

Also mi mano para qué me escuchen.

— Les dejo claro que no tomaré una reina.—

— ¿por qué? Si es mejor que busques una hembra.—

— No, no la necesitó, ya tengo a la heredera alfa y esa es mi última palabra.— gruño.

Me dirijo a mi habitación a vestirme para la coronación; en el cielo brillan las estrellas que se reflejan en el lago, la brisa es cálida, los árboles se mueven al ritmo del viento, crearon una sensación de paz, allí estaba de pie frente al lago, donde un día nacieron mis padres y donde fui bendecido por la luna, allí estaba mirando recordando los eventos de hace diez años.

Mi princesa está hablando con los cachorros de la manada, sus cabellos rojos y largo la diferencian de los demás miembros, sus pequeños labios estaban curvados, ella es feliz aquí en donde pertenece.

Ana me debe odiar, ella quería que nuestra Aurora creciera al lado de su manada.

Ella me mira y sonríe.

Estaba sobre la roca donde fui presentado a mi manada, hoy es el día que presenté a mi hija, mi cachorra.

Un aullido se hace presente, mi padre ha dado inicio a la presentación, Aurora se dirige a mí, con su cabeza en alto, con confianza, su caminar es seguro sin vacilar.

Se pone a mi lado, algunas personas miran a la pequeña a mi lado con amor, con anhelo y sobre todo con respecto.

Mis padres y los de Ana se ponen a mi lado, Eitan pone en mis manos una pequeña tiara de oro y susurra.

—Era de Ana. — Ella hubiera estado de acuerdo en que Aurora la llevase.

Le quito a mi hija la corona de flores blancas y mi madre la toma. Con mi mano acaricio, su mejilla y sus ojos brillan de color rojo y negro, su alfa está presente al igual que el mío.

— Te presento princesa Aurora como mi sangre y mi descendiente.— hablo y pongo sobre su cabello la corona.

— Futura alfa suprema, real, milenaria.— grito con voz firme, haciendo que la paz en el bosque fuera interrumpida por los pájaros que desplegando sus alas.

Ella saluda con su mano en todas las direcciones, con su sonrisa radiante.

— Papi, ¿ahora son una princesa?— pregunta y algunos miembros de mi manada ríen a carcajadas.

— larga vida a la princesa Aurora, suprema real.— grita en coro.

Así da inicio a la presentación individual de cada alfa y miembros de mi manada.

Cada uno se acerca haciendo una reverencia, saludando.

Aurora sonríe, aunque puedo sentir su incomodidad, está cansada y aun así no lo demuestra, está firme.

Aún hay una larga fila de alfas y lyncans de mi manada esperando por brindarle su respeto a su princesa.

Al terminar Aurora está cansada y sus ojos se cierran y su cuerpo se tambalea, la tomo en mis brazos, ella pone su para en mi cuello aspirando mi olor, eso la ayuda a calmar su cansancio.

Ella suspira y susurra.

— Los olores son muchos y casi no me gustan y a mi alfa no le agranda algunos.— Si los distintos olores de los alfas y lyncans se arremolinan alrededor de ella para que los reconozca, ellos deben respetar y saben que si su aura son muy hostiles esto será tomado como falta de respeto, pues Aurora aún es joven y esto la afectaría.

Me dirigí a una mesa con ella en mis brazos.

— Lo siento amor por hacerte pasar por esto. — le susurro, ella se encuentra dormida con sus brazos alrededor de mi cuello.

Un alfa se para en frente de mí, su aura es fuerte y Aurora suelta un chillido. Mi alfa lo toma como lo que es una falta de respeto y se pone a la defensiva, cuidando a nuestro cachorro.

Mi madre ve la situación y sabe que sucederá a continuación ella me pide que le entregue a mi cachorro, lo cual lo hago.

Esta tradición es diferente, nadie puede venir a mostrar su poder delante de un cachorro alfa recién presentado, ya que a los demás acercarse para que ella reconozca sus olores, esto los agobia y la estresan, a tal punto de enfermarse durante días, por lo cual todos deben mantener su perfil a raya.

Doy unos pasos firmes, mi alfa busca su sangre, necesita enseñarle que nadie puede dañar a su heredero.

Intento calmar a mi alfa, mi pecho sube y se infla, mi alfa gruñe, el alfa frente de mí tiembla, mis garras crecen al igual que mis colmillos, mis ojos negros miran con ira.

— Mírame.— demando, él lucha por mirar mis ojos. —pienso que si lo mato arrancaré la ceremonia de Aurora.

Estarás en mis mazmorras durante unas semanas.— rujo y Teo se acerca y toma al alfa llevándolo fuera de mi vista…

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