COMPLÁCEME Y DESTRÚYEME
COMPLÁCEME Y DESTRÚYEME
Por: Tatty G.H
PREFACIO

Hacerse de la suerte... O nacer siendo suertuda. Solo hay de dos.

Excepto por...

Crecer sin una pizca de gloria divina.

Con ojos anegados de lágrimas, miré mi reflejo en el espejo del baño... 

Yo, con el uniforme de la escuela lleno de manchas de polvo y suciedad; aun cuando esa mañana había salido de casa luciendo impecable...

Yo, con el rizado cabello color salmón hecho un desastre y repleto de hojas secas, aun cuando apenas me lo había teñido el día anterior; y todo porque estúpidamente pensé que a mi hermana le encantaría verme destacar por primera vez en mi vida, ver los tonos rojizos y naranjas en mi cabello...

Yo, con los labios resecos y partidos, a pesar del brillo labial que había elegido para ese importante día...

Y finalmente, yo, parada frente a un espejo roto en un sucio baño, mirando las letras escritas con lápiz labial, que decían:

¿Buscas servicios sexuales baratos? ¡He aquí a Livy, fácil y económica! ¡¡Su hermana y ella se ofertan para tríos!!

Un sollozo quedo escapó de entre mis labios, y risas estruendosas respondieron desde el otro lado de la puerta del baño.

—¿Estás llorando, Livy? —se burló una voz —. ¿Acaso dijimos mentiras? ¿No es tu zorra hermana una consumada trabajadora sexual?

¿Mi hermana? Medio sonreí. Ella había desaparecido hacía más de una semana. Había desaparecido después de robarle una fuerte cantidad de drogas y dinero al burdel donde trabajaba por las noches.

—Yo... yo no soy cómo ella.

Las oí estallar en carcajadas.

—¿Qué estupidez dices? ¡Eres la hermana de una prostituta! Estás condenada a ser cómo ella. Porqué, aunque tu hermana se vendiera solo para hombres ricos, eso no la hace menos...

—¡Basta! —grité impulsada por la ira—. ¡No hables así de ella! ¡Tú no la conoces!

Hubo un momento de silencio. Y justo cuando creí que se habían ido, todas entraron en tropel al baño. Mis ojos asustados cayeron en la chica de en medio; era bonita y alta.

Ella torció los labios al verme.

—Bien, Lizbeth, dime quien es tu hermana realmente —me retó al tiempo que se acercaba a mí con los brazos cruzados sobre el pecho—. ¿Tú la conoces? ¿De verdad sabes quién es ella? ¡Bien! Entonces dinos porqué escapó y ahora está siendo buscada por la policía.

No le respondí. Pero por dentro también me pregunté la razón: ¿Por qué se había ido sin mí? ¿Por qué me había dejado? ¿Por qué simplemente no había vuelto a casa, como siempre?

—Dicen que le robó una importante suma de dinero a los dueños de ese sucio lugar. Dicen que es una adicta a las drogas. ¿Y sabes que más dicen de ella? —inquirió a un palmo de mi cara.

Apreté los labios. Sentí el sabor salado de mis lágrimas en la lengua.

—Dicen que no dejaba de decirle a todo mundo el gran estorbo que era su hermanita menor en su vida. Ella te odiaba, y no es para menos. Gracias a ti tuvo que convertirse en una puta.

Por alguna razón, eso se sintió cómo el golpe definitivo. Dentro de mi pecho mi corazón se contrajo de dolor. 

Sin mi hermana, totalmente sola, llena de deudas ajenas, siendo amenazada noche y día por los dueños de ese lugar para que les pagará lo que ella les había robado... Y con un futuro incierto... ¿Qué haría con mi vida?

¿Qué había para mí ahora que estaba sola?

—A todo esto —continuó ella—. ¡Felicidades! ¡Feliz cumpleaños 18, y feliz graduación!

A continuación, le arrancó un ramo de rosas a una de sus amigas y me lo arrojó a los brazos. Las espinas de los tallos me desgarraron la piel hasta hacerme sangrar, pero no me quejé.

—Oficialmente, ya eres una adulta. Diría que espero verte en la universidad, pero sé que eso no pasara. Así que... disfruta de la compañía de los hombres. Con suerte, alguno de ellos se fijará en ti y te convertirá en su zorra exclusiva.

Mientras ella y sus compañeras salían del baño, yo medité sus últimas palabras.

Y no las creí posibles.

Los clientes de mi hermana solían ser ciertamente muy ricos, pero muchos de ellos pertenecían a la mafia. Además, ella era bonita y de atractivo cuerpo, por eso solo aceptaba a hombres iguales a ella. Por otro lado, yo...yo...

Me aferré al ramo de rosas a pesar de dolor de sus espinas.

No. Definitivamente no pasaría.

Pero más tarde, de hecho, pocos días después, pasaría. Uno de esos millonarios y peligrosos hombres se fijaría en mí a tal grado que me llevaría a vivir con él cómo un juguete sexual, dispuesto y diseñado para su exclusiva diversión.

Y yo aceptaría.

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