Aventura con el doctor.
Aventura con el doctor.
Por: Lily Arzola
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Mi primer día en Londres fue bastante friolento para poder olvidarlo. El clima era horrible, mientras que mis piernas temblaban como un par de fideos.Las cosas en Londres son tan diferentes a mi pueblo natal. Todos están de arriba a abajo y nadie se queda quieto, mientras qué hay tantas luces alrededor de la ciudad, que a veces soy cegada por ellas.

Antes de este cambio en mi vida, yo vivía en un pueblo llamado Bunbury, un pueblo donde nunca pasa nada de nada. Así que tuve mucha suerte al poder ser enviada al friolento Londres.

Mi llegada a esta ciudad que parece de ensueño, fue algo triste. No tuve a nadie que me recogiera desde la estación de autobuses, pero a pesar de estar sola, aun así, estoy feliz de estar en esta ciudad y poder trabajar en uno de los hospitales más importantes de Londres.

Pero a pesar de tener buena suerte, me doy cuenta lo difícil que es tomar un taxi en esta ciudad, ya que fue una locura, tal vez porque todos trabajan y siempre están atareados. Pague 3,5 libras al alojarme en un hotel de mala muerte, y aun cuando no fue tan costoso la habitación de hotel, me quede sin fondos de inmediato.

El hotel era macabro, así que tuve que dormir en una cama que olía a humedad, mientras que toda la noche estuve abrazando mi cartera con fuerza, mientras tengo mis zapatos bien puestos, para correr si algo malo pasa.

Por suerte nada paso. A la mañana siguiente me despierto de mejor humor. 

Está nevando allá afuera, así que me abrigo bien mientras ya llevo puesto mi viejo uniforme de la escuela. Tuve tanta suerte de ser una de las elegidas para venir a Londres. Aunque tengo que ser sincera, no fui la mejor estudiante de mi generación, ni tampoco fui la más perspicaz en donde hice mi servicio. Fui una alumna más con calificaciones promedio, pero soy muy apasionada y comprometida, daría lo mejor de mí. 

Toda mi vida era a base de optimismo, así que tenía que hacerlo bien.

No desayune nada en la mañana por falta de dinero, así que sabía que tendría que esperar hasta que me den mi pago para poder probar un bocado.

Después de escuchar a mi estomago rugir más de una vez, me dirigí al metro de Londres, lo cual también fue una locura por mañana, ya que todos van al trabajo. Tenía que llegar a las siete de la mañana, ni un minuto antes, ni un minuto más tarde, así que estuve un poco estresada al ver que el metro estaba muy lleno.

Y al llegar por fin al hospital, todas mis expectativas se hicieron realidad. Era el mejor hospital de Londres, todo era de lujo y la tecnología era bastante impresionante. Y como esperaba, la sala de esperas estaba llena de pacientes enfermos de gripe, ya que el clima aquí es terriblemente frío.

De lejos puedo ver a una mujer con bolsas negras bajo sus ojos, qué está trabajando en la recepción, así que de inmediato me acerco a ella.

–Hola, soy Jane Jefferson.–Me recargue en barra de madera de la recepción, mientras que la mujer parece estar agonizando de cansancio.–Busco a la enfermera Ross.–Dije con ánimos, leyendo un papel con las indicaciones que me dieron por teléfono, antes de llegar a Londres.

–Arriba.–Murmura malhumorada, mientras está masticando una goma de mascar. Después solo me señala con sus dedos largos el ascensor.–Segundo piso.

–Gracias.–Le contesté agradecida, tomando mi bolso y caminando hacia el elevador. Y al subirme al ascensor, me empecé a sentir feliz puesto que ya había llegado a mi nueva vida. Estaba llena de ilusiones y sueños que quería realizar en esta nueva vida, que he decidido tomar. Pero al mismo tiempo, también me sentía nostálgica al dejar mi vida atrás, incluso a mí familia y amigos.

Y al llegar al segundo piso, las puertas del ascensor se abren lentamente, dejándome ver a miles de enfermeras caminando de un lado a otro con pequeños carritos de metal, dónde llevan los muestrarios y las medicinas para los pacientes.

Con lentitud y timidez, me acerco a la sala principal, en donde descansan las enfermeras, mientras intento buscar a Ross, aun sabiendo que no sé cómo luce ella.

–¿Disculpen, busco a Ross?–Pregunté a los cuatro vientos, mientras nadie contesta mi pregunta. Después me doy cuenta, que delante mío pasa una chica rubia y de ojos azules, mientras que ella se ve menos acelerada que las demás compañeras.

–¿Disculpa...?–Llamó su atención mientras ella me mira de inmediato.

–¿Sí?–Me responder mientras sus ojos azules son tan cálidos y pintorescos, que no dudó en sonreír.

–Busco a la enfermera Ross.–Ahora yo sonrío al estar cómoda con su actitud.

–Soy yo.–Me sonríe despreocupada, mientras recibo la primera sonrisa de mí llegada a Londres.–Tú debes ser la nueva interna, ¿Jane? Si no me equivoco. –Me pregunta mientras sonríe amablemente, recordando mi nombre.

–Sí, soy yo.–Le respondí de inmediato, mientras sonrió al saber que mi nombre ya está tomado en cuenta en este hospital.

–Bien.–Ella toma una lista y la mira por algunos segundos.–Tu jefe aún no ha llegado, así que te tomaré como ayudante. ¿Puedes sacar muestras de sangre a la habitaciones 304 y 305? Tenemos el tiempo contado.–Ella me revisa el uniforme, mientras me esta hablando.–Buena presentación, te deseo suerte.–Me dice con una sonrisa mientras me da algunos papeles, dando por sentado que tendría que hacer esas tareas por ella.

–Gracias.–Le contesté agradecida moviéndome con torpeza, pero ella me detiene antes de que salga volando por los pasillos del hospital.

–Tu carro.–Me señala el carro de metal con muestrarios. Así que torpemente tome mi carro, mientras ella se mofa al ver mis nervios.

Y después de acomodar el catéter del paciente de la habitación 305 y de una prueba de sangre, camino a la habitación 304. Ya en el lugar, me encuentro con una niña de alrededor de diez años, acostada sobre la cama viendo la televisión.

–Hola.–Llamó su atención al entrar.– Soy Jane y voy a hacer tú enfermera.–Me presentó formalmente, ya que eso es lo que tienes que hacer siempre al entrar a una habitación.– Te sacare sangre.–Ella solo estira su brazo sin preocupación, mientras sigue viendo la televisión con mucha atención.

Por mi parte, preparó los instrumentos, para luego desinfectar su brazo con alcohol.–Te dolerá un poco.–Le advierto mientras que se de antemano que la mayor parte de los pacientes se ponen nerviosos cuando ven una aguja, pero ella estaba bastante tranquila, mientras puedo ver qué tiene bastantes moretones, supongo que ha estado mucho tiempo internada.

Lentamente pongo una liga alrededor de su brazo, para luego darle algunos golpecitos en la zona del antebrazo donde está la vena cefálica. Y mientras doy golpecitos esta se inflama y me da una buena visibilidad.

Tomé mi aguja en mano y lentamente la introduzco en su brazo. Después aprieto de está un poco, pero de inmediato me doy cuenta no sale nada de sangre. 

Preocupada la muevo más de una vez, haciendo que la niña tuviera dolor al instante.

–¡Sácala!–Me grita con fuerza, mientras yo estoy entrando en pánico.–¡Sácala, tonta!–Me grita una vez más. De inmediato sacó la aguja, temiendo por mi vida.

Después le doy un algodón con alcohol para que su sangre deje de salir, ella por su parte, lo toma y se frota el brazo.–¿Tú eres enfermera?–Me pregunta aun cuando me presente formalmente con ella, hace algunos momentos.

–Si.–Le conteste con miedo, puesto que parece que es ruda a pesar de que se ve que es una niña indefensa o algo débil.

–Me dolió, tonta.–Créanlo o no, una niña me estaba insultando como nadie de su edad lo había hecho. Yo estaba sorprendida, porque incluso ninguna persona mayor que yo, me había hablado de la misma manera que la que ella me estaba hablando.

–¿Qué pasa aquí?

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