CAP 5 LE GUSTAS

Casi al terminar don José le preguntó a Daniel. “¿Cuántos años tienes?”.

Daniel contestó. “Veinticuatro”.

Don José sonrió, era muy joven y se notaban los deseos de aprender. ¿De dónde me dijiste que venías?

Daniel miró al hombre mayor. “De USA”.

“Tienes familia que dejaste allá?”.

Daniel agacho su mirada a la caída y tomó un trozo para comer. “No”.

Don José terminó el interrogatorio y al final le preguntó. “¿Cuándo puedes empezar?”.

Daniel lo miró y le dijo. “Después de encontrar un lugar donde vivir, estaré puntual aquí”.

Don José amablemente negó. “No tienes por qué buscar un lugar, aquí en la azotea tengo un cuarto libre, es solo darle limpieza y estará listo”.

Daniel le dijo. “No quiero incomodarlos”.

Don José miró a su hija y le explicó a Daniel. “Solo somos mi hija y yo, ella casi no está en casa, estudia y trabaja, no creo que para ella sea un problema”.

Marina sonrió y le dijo confirmando la idea de su papá. “Puedes quedarte”.

Al final Daniel asintió aceptando.

Marina sonrió. “El cuarto no se ha usado en mucho tiempo, yo te puedo ayudar a limpiar”.

Daniel miró a Marina de forma significativa, ella sintió muy intensa su mirada y agacho su rostro por unos segundos.

Daniel sonrió. “Me encantaría”.

Al terminar de comer, Don José y Beto se fueron al taller, Marina los siguió llevando a Daniel a unas escaleras que estaban afuera de la casa en el patio trasero, subieron a la azotea, era un patio grande, había dos cuartos, uno tenía las ventanas pintadas con flores, Daniel se asomó y observó muchos cuadros y botes de pintura, marcos y telas por todos lados.

Marina sonrió explicándole. “Este es mi cuarto de pintura, yo soy pintora, aquí trabajo en mis ratos libres”.

Daniel escuchaba a Marina mientras observaba a la habitación por la ventana.

Marina camino un poco más adelante, abriendo la puerta del segundo cuarto. “Este es el lugar, como ves solo hay algunas cosas que debemos sacar, puedes usar los muebles que quieras solo necesitan algo de limpieza”.

Daniel entró observando el lugar, había algunas cajas de cartón y varios muebles pequeños con una cama que estaba levantada, era como un lugar donde guardaban objetos que no utilizaban.

Marina se quedó en silencio mirando a Daniel quien no se movía. “¿Si algo no te gusta podemos arreglarlo y ...”

Daniel miró a Marina interrumpiéndola. “Es perfecto”.

Después de que Daniel dijo eso, ambos se quedaron mirándose por mucho tiempo, había algo en Daniel que llamaba la atención de Marina y ella no podía entender porque se sentía de esa manera, ya había tenido un novio antes pero el sentimiento era diferente.

Juntos sacaron los muebles del cuarto, limpiaron el piso y las ventanas, Daniel acomodo una mesita, la cama y un ropero en el cuarto, las demás cosas las acomodaron afuera de la casa, Beto ayudó a Daniel a sacarlas para que la basura se las llevara.

Al final el lugar quedó acogedor y limpio, Daniel puso su maleta de deportes en la cama y sacó la ropa que llevaba, eran solo cuatro cambios de ropa, Marina terminaba de acomodar un jarrón con algunas flores y observó las cosas de Daniel. “¿Es todo lo que tienes?”.

Daniel levantó la mirada para verla. “Es todo lo que necesito”.

Ella asintió y terminó limpiando sus manos. “Bueno… ya terminamos iré a preparar la cena”.

Ella caminó hacia la salida, Daniel la llamó y ella giró.

“Gracias”.

Ella sonrió y asintió. “Gracias a ti por venir a ayudar a mi padre”.

Más tarde a la hora de la cena, Marina servía los platos cuando su padre le dijo. “Daniel no cenará con nosotros, tiene algo que hacer hoy”.

Marina entendió y solo sirvió lo de su padre y ella, Beto también se había ido temprano.

Don José observó a su hija y le preguntó. “¿Qué te parece Daniel?”.

Marina levantó su rostro. “Está bien papá, es bueno que encuentres alguien que te ayude en el taller”.

Don José siguió. “¿Te molesta que lo haya invitado a vivir con nosotros?”.

Marina negó.

Don José suspiró tranquilo. “El chico acaba de llegar de USA, me dijo que ya no tiene familia y viene a buscar una vida tranquila en este país”.

Marina frunció el ceño. “¿Pero habla muy bien el español para ser de USA?”.

Don José asintió y le explicó. “Si, me dijo que sus padres son de este país, pero se fueron hace muchos años a tener una mejor vida allá, su madre le enseñó desde niño ambos idiomas”.

Marina entendió y siguió comiendo.

Dinora llegó al día siguiente muy temprano. “Ahora si dime, ¿Dónde está ese bombón que dices?”.

Dinora miraba alrededor buscando a Daniel.

Marina rodó los ojos. “Su nombre es Daniel y solo dije que era guapo”.

Dinora camino por la habitación. “Igual quiero conocerlo, para que te haya gustado debe ser realmente guapo, nunca te interesas en nadie”.

Se escucharon pasos en la entrada, era Daniel.

Dinora observó al chico y si era realmente muy guapo. “Hola, soy Dinora amiga de Marina”.

Daniel estrechó su mano sonriendo. “Hola, soy Daniel Montoya”. El giro para ver a Marina y la saludo. “Buenos días Marina”. Pero lo dijo con un tono de mucho encanto, Dinora lo noto al instante y vio como su amiga se sonrojo contestando.

Dinora hizo una mueca divertida y sonrió en completo silencio.

Ambas salieron de la casa después de desayunar con el señor José y Daniel.

En el camino iban en silencio, Marina seguía recordando cada palabra que Daniel decía cuando conversaba con su padre.

Dinora chasqueó la lengua, “Tan lindo, pero… no es mi tipo”.

Marina la miró extrañada. “¿No es tu tipo? ¿Por qué?”.

Dinora sonrió y paró su caminar mirando a su amiga al rostro. “No es mi tipo porque le gustas tú”.

Marina se sonrojo. “¿Yo?, ¿Cómo crees?”.

Dinora se carcajeo. “Se nota amiga, como te vio todo el tiempo mientras comíamos, las sonrisas que mostraba al escucharte charlar”.

Marina negó. “No lo creo”.

Dinora afirmó. “Créeme le gustas”.

-Final del recuerdo-

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