La amante del heredero.
La amante del heredero.
Por: Caroline Carraway
Prólogo – confrontando la verdad.

–¡Has dejado el nombre de esta familia por el piso, no te mereces ni una cama en la que dormir! – le gritó Antoni a Catalina, la mujer que a pesar de todo seguía siendo su esposa.

Él la agarró con rudeza del brazo, la obligó a entrar en la habitación y la arrojó contra la cama, haciéndola caer de forma violenta, en ese momento sentía que la odiaba más que nunca. Catalina siempre había sido una inservible, no era la mujer que le había prometido su padre cuando se la había entregado en matrimonio, pero ahora la veía como tan poca cosa que lamentaba el día en que se habían casado.

–¿Creías que ibas a poder escapar de aquí y que nada sucedería? – le gritó.

Ella le sonrió amargamente, aún se cuestionaba cómo era posible que ese hombre tan violento fuera su primer amor, el mismo al que le había prometido amor eterno en el altar.  

–Solo tenías que hacer una m*****a cosa, ¡Darme un hijo! – le gritó hincándose en la cama – pero ni capaz de eso eres.

Ella había escuchado palabras peores, pero ya no seguía siendo la misma Catalina tonta e ingenua que se había escapado de aquella casa.

–Mi cuerpo no es capaz de engendrar un hijo para ti. No te lo mereces – susurró entre dientes, lo suficientemente audible solo para que él pudiera entenderle.

–¿Qué dijiste?

–¡Que ya sé toda la verdad! – ella se puso en pie rápidamente, preparada para luchar con las uñas si es que tuviera que hacerlo – sé del trato con tu padre, sé que eres un hijo ilegítimo de la mafia – le gritó con rabia.

Antoni abrió la boca para hablar, pero la cerró de inmediato, el hombre solo frunció el ceño y se sorprendió por el arribismo de su esposa.

–¿Por qué te quedas callado? ¿Tanto miedo tienes de que sepa la verdad? ¿O lo que te asusta es que tu hermano tenga un hijo antes, se quede con la herencia y tú te quedes en la calle como un perro?

–Eso no va a pasar – él caminó lentamente hacia ella, lleno de ira, Catalina acababa de echar leña a un fuego que ya estaba ardiendo – mi hermano no se quedará con la herencia porque tú vas a darme ese hijo que tanto necesito, y vamos a engendrarlo ahora.

Antoni la agarró con fuerza de las manos y juntó su cuerpo al de ella, intentó besarle la boca, pero ella puso tanta resistencia que él dejó de intentar y simplemente decidió llevar la situación por las malas, le arrancó la blusa y la dejó únicamente en sujetador.

–No voy a darte un hijo. ¡Ya estoy embarazada! Pero no es tuyo.

–¿De quién es ese bastardo? ¡Dime, descarada!

Catalina soltó una risa.

–El único bastardo aquí eres tú – le dijo.  

Totalmente devorado por la furia, Antoni levantó la mano derecha preparado para golpear a su esposa, pero antes de hacerlo, ella agarró su mano.

–Hoy no vas a tocarme un pelo – lo detuvo – como me hagas más daño estarás amenazando al padre de mi hijo, una de las personas más poderosas del mundo.

–¿De quién estás embarazada? – volvió a preguntar con la sangre hirviendo.

–De Benjamín Mascherano, el heredero de Bratva.  

En cuanto Catalina soltó esas palabras se escuchó como la puerta era forzada desde afuera. Benjamín, quien se había enterado de toda la verdad, llegó a Italia dispuesto a sacar a Catalina de allí, el hombre violó la seguridad de Antoni y llegó hasta la habitación en donde ellos dos discutían.

Benjamín hizo fuerza con sus brazos hasta que consiguió abrir. Antoni le reconoció de inmediato y su furia se hizo más grande, ese maldito se había metido entre las sábanas de su esposa. Catalina por otra parte, sintió que el corazón se le hinchó de felicidad, él había ido a salvarla.

–¡¿Qué crees que haces aquí?! – gritó Antoni, rojo por la rabia.

–He venido a llevarla conmigo – dijo Ben con valentía – ella ya no está sola, no vas a hacer con ella lo mismo que hacías antes – la defendió.

Antoni miró con odio a Catalina, no podía creer que ella le hubiera revelado todas sus verdades.

–Lo sé todo, Antoni, sé de tus planes con Vivian, sé de los engaños y las mentiras, pero no voy a caer en ellos – sentenció – porque la amo – se dirigió a Catalina – y ahora que sé que está embarazada no dejaré que le pongas un dedo encima.

Antoni intentó llamar a la seguridad de su casa para que echasen como un perro a Benjamín, pero nadie respondió.  

–¡Ella lleva en su vientre el futuro rey de Bratva! Y como te metas con nosotros, no habrá mafia en el mundo que pueda protegerte, lo prometo – amenazó.

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