Capítulo 5

POV ZAHIRA 

-Estás tan hermosa, como siempre -dice Edward esbozando una sonrisa pícara.

-Y a tí lo cínico e hijo de p**a no se te quita ni porque te vayas a casar -replico con cierta molestia en mi voz.

Tengo ganas de arrancarle la cabeza, pero me contengo.

-Veo que no has dejado de pensar en mi -me dice en ese tono malditamente sensual que a él lo caracteriza, ese que me hacía sucumbir, pero esta vez ya no funcionará-. ¿Tanta falta te hago? -pregunta con cinismo y cada partícula de mi ser vibra por la ira.

-Oh...por favor...-bufo colocando mis ojos en blanco -. Ya quisieras tú que yo te prestara así sea una pizca de mi atención -agrego juntando ligeramente mi dedo indice con mi pulgar para indicar lo dicho.

-¿Ah, si? -dice con sarcasmo mientras acerca su rostro a centímetros del mío y me atrae hacia él, enrollando de nuevo sus brazos en mí-. Todo tu cuerpo dice lo contrario -susurra en mi oído erizando cada vello de mi piel.

¡Maldita sea...! Lo peor es que es verdad lo que dice, mi respiración se ha tornado más agitada, siento que ya no puedo contener más el impulso de tirarmele encima para besarlo y decirle cuanto lo he echado de menos, pero no. 

Debo ser fuerte.

-Pues estás muy equivocado -siseo algo nerviosa, pero lo disimulo-, mejor vete con tu novicia, no vaya a ser que al verte cerca de mi se muerda los codos de los celos -añado levantando la comisura de mis labios para dedicarle una sonrisa triunfal.

-Ella no ha venido, estoy aquí solo para ti -susurra de nuevo y trago duro por la magnitud de sus palabras.

Mis piernas tiemblan un poco y me obligo a enfrentar esta situación de manera estoica.

Lo miro de manera inexpresiva, tratando de mante er un gesto imperturbable y con mi mano, lo empujo lento apartandolo de mí. No quiero verme envuelta en un escándalo con el futuro esposo de una de los miembros reales de la corte londinense y eso sin contar los problemas que se acarrearía mi padre contal de defender mi honor...ese mismo honor que se llevo este hijo de perra entre sus piernas hace tiempo.

-No estoy para niñerias, solo mantente lejos de mi y estaremos bien -declaro alejandome de él.

Noto que Edward me sigue de cerca y trato de escabullirme entre el gentío, tratando de librarme de él, pero como siempre el universo me recuerda cuanto me odia y el karma me dice una vez más "Aquí tienes hija de perra para que te sigas quejando", me estampo de frente con un hombre de pecho fornido, facciones angulosas y un rostro endemoniadamente guapo, elevo mi vista para enfocar sus ojos y de inmediato lo reconozco. El tipo de la playa...lo que me faltaba.

Maldito universo, te dije que no me lo quería topar más nunca en mi vida y como si fuese un castigo. Pum...aquí me lo pones.

Estoy tan embelesada viendo al guapo troglodita el cual aún no sé su nombre y este me sostiene la mirada manteniendo su rostro inexpresivo, abro mi boca tratando de gesticular palabra cuando por fin mi cerebro conecta con mis neuronas, pero Edward me toma con fuerza del brazo y me gira con brusquedad.

-Yo no he terminado aún -sisea apretando más el agarre que sostiene sobre mi muñeca.

-Ya sueltame -me quejo mientras me sacudo de su agarre.

-No Zahira...tu hoy te irás conmigo, sé que te mueres por hacerlo -gruñe Edward cerca de mi oído.

-¿Acaso no has escuchado que la sueltes? -la voz tranquila, pero firme del hombre de la playa hace que Edward desvíe su mirada hacia él.

El hombre de la playa toma la mano de Edward y la quita de un tirón liberandome de su agarre, pasa una de sus manos por detrás de mi espalda y me atrae hacia él para abrazarme de forma posesiva.

-¿Estas bien, Zahira? -me cuestiona y yo todavía sigo estupefacta por lo que está ocurriendo.

-Yo...

-¿Y tú quién carajos eres para meterte en asuntos que no te conciernen? -la voz irritada de Edward me interrumpe, varias personas ya se han percatado de la escena y nos miran curiosos.

Eso era precisamente lo que no quería.

-Soy el que te partirá la cara por no saber respetar a las mujeres y si no te alejas ahora mismo, te sacaré a patadas del lugar -sisea el desconocido mientras mira a Edward de manera amenazante.

El hombre me aprieta más en sus brazos y debo admitir que después de mucho tiempo me siento protegida.

-¿Ah, si? -pronuncia Edward en tono burlón-. Tú y cuantos más.

Miro al hombre de la playa apretar su mandíbula y empuñar con fuerza una de sus manos, si no hago algo esto se va a poner bien feo y aunque desearía con toda mi alma ver como le fracturan cada hueso a Edward, optó por ser razonable y me coloco en medio de los dos tipos como barrera, para evitar que se vayan a los golpes. u

Una idea se me cruza por mi cabeza y de antemano sé que es una muy...pero muy pésima. Sé que me costará mucho, pero es la única opción que veo por el momento.

Entrelazo mi mano con la del hombre desconocido haciéndolo aflojar el puño y este me mira enarcando una de sus cejas.

-Él es mi novio, Edward -pronuncio levantando mi mentón con orgullo-. Y nos acabamos de comprometer, en un par de meses nos cansaremos -agrego y no puedo describir la satisfacción que me da ver como se desencaja el rostro de Edward por la noticia.

Por otro lado miro al hombre de la playa suplicante para que me siga el juego y este me sonríe de manera divertida.

Hijo de p**a...

-Mentira -expresa Edward haciendo que enfoque mi mirada en él de nuevo-. Sé que no me has superado Zahira, eso lo pude notar en cuanto me acerqué a ti.

Abro mi boca para insultarlo, pero la varonil y sensual voz del hombre desconocido hace que la vuelva a cerrar.

-¿Es que acaso estás sordo? -inquiere tajante mi supuesto novio-. Ahora lárgate y deja a mi prometida en paz -dice el hombre de la playa fingiendo enojo...y vaya que es bueno mintiendo, porque si no lo acabara de conoces, hasta yo misma me hubiese convencido de que es cierto.

Me suelta de la mano y vuelve a rodear mi cintura para enrollarme en un abrazo protector, uno que se siente tan bien.

El olor de su colonia masculina llena mis orificios nasales y puedo reconocer su fragancia, fue la que sentí minutos atrás a mis espaldas. Era él, el que estaba detrás de mi y tocó mi cabello.

-Mira, tú....como te llames...

-Allarik -lo corrige el hombre de la playa que ahora sé que su nombre es Allarik.

Allarik...hasta su nombre es tan perfecto como el.

¿Pero en que rayos estoy pensando? 

Hago un avispamiento con mi cabeza y me enfoco en lo verdaderamente importante.

-Como sea que te llames, eres un mentiroso y eso se te puede notar al solo mirarte -brama Edward en un ataque de celos y no creo que haya un hombre tan cínico en esta tierra como él.

-¿Me estás llamando mentiroso? -inquiere Allarik dejándome a un lado con delicadeza, para luego hacerle frente a Edward.

Allarik es más alto que Edward por varios centímetros y su gran postura amenazante hace retroceder un poco al pelirojo que hasta hace unos momentos trataba de intimidarme.

-Vuelve a llamarme mentiroso y me tomaré la molestia de romperte todos los huesos de tu maldito culo europeo -gruñe Allarik mientras se lleva sus manos a los bolsillos y se yergue aún más.

Edward ha enmudecido por completo, desde que se fue supe que era un cobarde, pero verlo casi cagado del miedo comprueba los hechos.

-Vamonos Zahira -pronuncia Allarik girando su rostro para verme-. No es bueno que sigas en presencia de gente tan dañina como lo es este tipo -me guiña un ojo de manera pícara mientras ladea una sonrisa y tengo que contenerme para no colocar mis ojos en blando.

Allarik se acerca a mí con paso firme, me toma de la mano y me comienza a llevar lejos de Edward, no quiero ir donde quiera que me lleve este tipo y menos quiero que me tome de la mano así como lo está haciendo ahora, pero si no le sigo el juego todo esto habrá sido en vano, giro mi cabeza para ver el rostro lleno de ira de Edward y me río sin molestarme en ocultar lo satisfecha que estoy por su reacción.

Subimos por las escaleras hasta llegar a la segunda planta, hay menos personas que abajo y el ambiente es más agradable, trato de soltar mi mano del agarre que mantiene el hombre pero este al notar mis intensiones la aprieta más, seguimos caminando y cada vez hay menos personas a la vista, no me gusta como se está tornando la situación y menos las intenciones que tendrá este tipo conmigo, atravesamos una gran puerta que da acceso a uno de los balcones del edificio y siento un poco de frío por la brisa helada de la noche.

-Sueltame -me retuerso para librarme y cuando se asegura de que estamos completamente solos, lo hace.

Me toma con una de sus manos por el mentón, pero no me aprieta y me estampa con sutileza contra la pared, presiona su cuerpo con el mío dejándome sin escapatoria y comienzo a maldecir recalcandome a mi misma que esta ha sido la peor idea que se me ha podido cruzar por la cabeza.

El hombre llamado Allarik acerca su rostro tanto al mío que puedo sentir como su aliento mentolado golpea mis labios y comienza a deslizar su mano libre por la pierna que me queda descubierta por la apertura del vestido que llevo puesto.

-Entonces Zahira, pasé de ser solo un desconocido a ser tu prometido ¿En qué? ¿Una semana? -susurra mientras acaricia mi nariz con la suya y sube su mano delicadamente haciéndome tragar duro.

-Me lo debías. ¿No? -le digo colocando mi mano en la que el mantiene en mi pierna para luego quitarla con brusquedad.

-¿Te lo debo?

-Si -confirmo dándole un empujón pero no logro moverlo ni un centímetro, su cuerpo aplasta aún más el mío y es casi asfixiante tenerlo así de cerca-. ¿O acaso te tengo que recordar lo sucedido en la playa? 

-Pero te pedí disculpas -susurra ahora a la altura de mi oído haciéndome cosquillas al pronunciar cada palabra.

Pasa la punta de su lengua por el lóbulo de mi oreja y cada partícula de mi ser comienza a alterarse.

-¿A eso le llamas tú una disculpa? -digo con sorna, pero mi voz sale un poco temblorosa.

¡Maldita sea...! Odio como mi cuerpo reacciona de esta manera, ante las técnicas de manoseo que me aplica este hombre tan engreído.

-Que te puedo decir -se encoje de hombros-. Eso de disculparme no se me da muy bien y más cuando tú has sido la primera a la que se las he pedido -confiesa despreocupado y no me cabe duda lo imbecil que es.

-Bueno, ya no te tienes que esforzar mucho por hacerlo, con lo de hoy ya has hecho suficiente -digo lográndome escapar de su enorme cuerpo y le doy unas palmaditas en el hombro antes de empezar a caminar.

-Que tal si aceptas que te invite a cenar -habla antes de que pueda irme.

Giro mi rostro para verlo y suelto una carcajada sarcástica.

-Ya te dije que hemos quedado a mano -pronuncio lento- y si mal no recuerdo, también te dije que solo aceptaría algo de ti cuando el mar Mediterráneo se congele -cito la frase que le dije la última vez que nos vimos.

Una sonrisa divertida se dibuja en sus labios y él se vuelve a acercar a mi, baja a la altura de mi oído y me susurra en tono sensual.

-Ni que fueras la tipa más hermosa del mundo...solo eres una arrogante.

-Y tú eres el típico hombre que no acepta un no por respuesta -replico-. Te afecta tanto que te rechace por segunda vez que buscas ofenderme con palabras vacías -agrego y lo veo descomponer su gesto.

BINGO...LE HE DADO EN SU HOMBRÍA.

Allarik adopta una posición seria y se aparta de mi con el rostro inexpresivo, puedo sentir su molestia pero aún no he terminado, quiero que nunca más se vuelva a cruzar en mi camino, ya bastante he tenido con Edward como para ahora lidiar con otro imbecil.

-¿Qué pasa? ¿Acaso tu corta imaginación se ha quedado sin ideas para seguirme ofendiendo? -canturreo.

Él me toma con fuerza de uno de mis brazos y me acerca a el con brusquedad haciendo que nuestros cuerpos choquen, no debo negar que siento un poco de miedo pero mi madre siempre me ha enseñado que debo mantenerme firme ante cualquier situación.

-Estoy tan seguro que si hundo mis dedos en tu interior ahora mismos, comprobaría lo húmeda que estás, porque sé que muy en el fondo te mueres porque te toque.

Suelto un resoplido y después me río en su cara, este hombre piensa que hablándome de esta manera me hará mojar las bragas y aunque debo aceptar que me gusta un poco su atrevimiento, hace falta mucha más que esas simples palabras para hacerme sucumbir.

-Eso quisieras tú, pero estás muy lejos de llegar a conseguir así sea solo un beso mío -alardeo acercando mi rostro dejándo mi boca a centímetro de la suya -. Estoy segura que en estos momentos el que está desesperado y con su miembro a punto de explotar deseando enterarse en lo más profundo de mí, eres tú.

Me suelta con rudeza haciéndome tastabillar, pero rápido recupero el equilibrio, mete las manos en los bolsillos de su pantalón mientras me fulmina con su mirada.

-Seras tú la que vengas a mí, Zahira -asegura-. Sé que me rogaras para que te toque y no vaya a ser que sea yo quién te rechace -dice sin quitarme su gélida mirada de encima.

El cinismo de este hombre no tiene fin y para completar tiene el descaro de ofenderse, cuando aquí la ofendida debería ser yo.

-Eso lo veremos, Allarik -pronuncio burlona y él sonríe después de mi.

Con esa endemoniada sonrisa que no me desagrada para nada, pero que no estoy dispuesta a aceptarlo ante él.

-Ya lo veremos -es lo último que lo escucho decir antes de irme.

Recorro el pasillo que conduce a la gran sala de exposiciones del segundo piso y el sitio está casi desierto, bajo las escaleras no sin antes asegurarme de que Edward no se encuentra cerca, voy donde la chica que guardó mi bolso y salgo de la galería en cuanto me lo entrega, quiero irme a casa lo más rápido posible, pero solo cuando estoy afuera recuerdo que he venido con mi hermana.

M****a...

Con todo lo acontecido esta noche, se me había olvidado ese pequeñísimo detalle.

Busco mi teléfono, pero no se encuentra en mi bolso, recuerdo que lo dejé en casa para no tener distracciones cuando estuviera en la exposición se arte.

¡Carajo...!

No tengo manera de como ubicar a mi hermana y la verdad no quisiera entrar de nuevo para buscarla, trato de parar un taxi, pero ninguno se detiene y cuando creo que que la vida no me puede escupir aún más en la cara, un lujoso Lamborghini modelo Sian Roadster de color azul metálico se detiene en frente mío, la ventanilla del copiloto se baja y coloco mis ojos en blanco al ver al conductor.

-Sube -me ordena en tono mandón y yo niego-. ¿De verdad te piensas quedar aquí a estas altas horas de la noche? -agrega y odio que tenga la razón.

Miro a mi alrededor y la calle está completamente desierta, odio que tenga razón y me subo al auto refunfuñando sentándome en el asiento del copiloto, no termino de abrocharme el maldito cinturón de seguridad, cuando el muy hijo de perra de Allarik arranca a toda velocidad, mi cuerpo se impulsa hacia delante y tengo que sostenerme con fuerza del asiento de cuero refinado y de la puerta del auto para no estampar mi cara en el tablero del lujoso vehículo, pronto me acoplo a su manera monstruosa de conducir y me acomodó mejor en el asiento. 

No le tengo miedo a la velocidad y mucho menos es la primera vez que viajo con un maniático al volante, he sobrevivido antes a mi hermano Zahel que conduce muchísimo peor que el loco que tengo al lado y no dudo que podré sobrevivir a esto.

-¿Hacía dónde quieres que me dirija? -me pregunta y yo empiezo a darle las indicaciones de la casa de mi hermana.

Algo me dice que nada que tenga que ver con este hombre es bueno y me arrepentiré de esto toda mi vida.

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