CAPÍTULO 5 –Cruel amor

—¿Cómo puedes decirme eso y de esa forma tan?...

Cuando escuché la voz de mi madrastra a mis espaldas, elevé una ceja confundida ya que se supone que debería estar en una camilla, ¿Qué hace de pie como si el accidente no hubiese sido de gravedad?

Ella estaba llorando mientras se acerca a nosotros, Emilia corrió hacia a ella para consolarla por lo que estaba pasando, nuevamente siento que mi esposo me brinda su apoyo al tomarme del brazo gentilmente, su comportamiento extraño conmigo, primero se comporta como si fuera su peor desgracia y encima, abraza a mi hermana para luego decirme que soy mezquina y que solo pienso por mí misma

—¡Todo esto… es tu culpa!! —masculla entre dientes Magdalena —Si no fuera por ti, Bernardo no estaría ahora en coma.

—Señora, necesita calmarse. Ella se encuentra aun en shock por lo que ha pasado así deben comprenderla —observo su brazo enyesado —Sufrió una fractura en su hombro que le tomara unos meses en sanar.

Eso es lo que el medico dijo antes de marcharse de la sala de espera, cuando nos encontrábamos los 4, mi madrastra rabiosa me tomó del cabello jaloneándome mientras me gritaba que todo era mi culpa, molesta me defendí de su ataque y la empuje con todas mis fuerzas para quitármela de encima

—¡Que rayos te pasa, es mi madre!

Al ver las intenciones de mi hermana en golpearme con una cachetada, reaccioné antes que ella y le abofeteé, mi mano ardía y cuando ella me vio a la cara, noté que en su mejilla estaba marcada con una marca roja donde se ceñía perfectamente la palma de mi mano, mi pecho sube y baja mientras ambas mujeres me ven con tanto odio que presentía que me atacarían en cualquier momento

Observo a mi esposo de reojo, no se mueve de su lugar, solo se mantiene en silencio mientras ignora lo que estaba pasando; mi madrastra estaba por tomarme del brazo, pero una enfermera aparece y dice que ya se podía ir mi madrastra a casa.

—¿Puedo quedarme con mi padre? —pregunto a la enfermera antes de que se marchara.

—No puede, el se encuentra en el área de cuidados intensivos, tendrá que retirarse junto con su familia

No quería dejar a mi padre solo, pero no serviría de nada si me quedo así que tuve que irme. Cuando llegué al auto, vi a mi hermana en el asiento de copiloto. Ella me mira con desdén para luego hacer como si yo no existiera

Los truenos comenzaron a resonar en el cielo, anunciando una gran tormenta eléctrica, impaciente le dije a mi hermana que se moviera, pero ella solo grita eufórica que cierre la boca

—Ese es mi lugar, tú tienes que ir atrás con tu madre.

—No me importa lo que digas, —hace un gesto de desagrado —Además, no quiero ni verte, y mucho menos estar en el mismo espacio que tú

—Entonces, sal del auto, y busca un taxi. ¿no vas a decir nada Leo?

Él no podía darme la espalda, soy su esposa y me apoyaría pese a que no le agrade nuestro matrimonio.

—Si ella no quiere estar contigo, será mejor que tomes un autobús o un taxi antes de que comience la tormenta, —mi mente se quedó en blanco. Estúpidamente me rio y le pregunto si estaba bromeando —¿Acaso tenemos esa confianza para bromear?.

—Yo soy tu esposa Leo...

—El que lo seas no significa que seas insensible con tu hermana o su madre, acaso no te das cuenta que están sufriendo mas que tú por el estado en el que se encuentra tu padre.

—¿Cómo puedes asegurar que ellas están sufriendo mas que yo? — el nudo se forma en mi garganta mientras las lagrimas nublan mi vista —Ellas me culpan por lo que pasó cuando tal vez la razón fue porque quería que Emilia se casara contigo, pero como no pudo convencerlo…

—Aléjate del auto.

De pronto Leo acelero el auto y antes de que pudiera alejarme, una de mis manos sufrió un fuerte golpe al no quitarlas de la ventana; la lluvia comenzó a caer mientras mi dolor por el golpe se mezcla con el dolor de mi corazón, lo único que puedo hacer es ver como desaparece de mi vista.

—Le daré unos antibióticos para el dolor en su mano. Debe tener mas cuidado

—Lo tendré.

Ni siquiera pude buscar una mejor mentira, tuve que regresar de nuevo al hospital porque el golpe había sido fuerte y mi mano había tomado un color morado que me asusto ya que se había inflamado, por suerte solo fue un mal golpe y no una fractura pero que debo cuidarme para que el dolor cese.

El pensar que me dejo abandonada me dolía demasiado, no podía controlar mis emociones y terminaba llorando de dolor, el se enfadó tanto por lo que dije que no le importó acelerar de esa forma tan peligrosa mientras aun me sostenía de la ventana.

—¿Aun le duele? —la enfermera revisa mi mano preocupada al verme llorar —Pero si le di una dosis suficiente para aliviar el dolor… es extraño.

Me sentía mal por hacerle creer que mis lagrimas eran por el dolor de mi mano, pero no tenia el valor para decirle que la razón de mi llanto era porque mi esposo me había dejado abandonada solo por intentar decirle la verdad

Se supone que es él quien debería estar a mi lado apoyándome, calmar mis angustias mientras me refugio en su pecho, mi compañero, mi mejor amigo, pero en cambio, se aleja de mí, cualquier intento por ganarme su afecto, es como intentar reparar algo que ya no tiene solución.

No podía irme ya que la tormenta en vez de calmarse, había empeorado, incluso se había ido la luz, pero por suerte en el hospital, tenían una planta, regresar a casa era mi única opción, no podía ver a mi padre ya que las visitas al área intensiva, era de media hora por la mañana

Pero al pensar en regresar al lado de él, solo me entristece porque el me lo ha dicho muchas veces, no me quiere y seria una mayor felicidad si le hago el favor de nunca regresar. Desde que lo conocí solo pensaba en que seria muy feliz con él, que nunca desearía separarme de su lado porque me cuidaría y amaría

            «No todo lo que brilla es oro»

—Señora ¿aun sigue aquí? —la misma enfermera que me atendió aparece en la sala de espera —Váyase a casa. Debe cambiarse o pescara un resfriado con esa ropa empapada. ¿no dijo que había venido acompañada?

Cierto, lo había olvidado, ella era la misma enfermera que se encontraba con el medico que está al tanto del estado de mi padre, seguramente me escuchó cuando dije eso. Le mentí al decirle que él se había ido a dejar a mi hermana y madrastra a su casa y que por esa razón aún seguía en el hospital, ella no parecía creerme, pero dijo que si necesitaba algo que la buscara.

Saqué mi celular del bolsillo de mi pantalón, busqué el numero de la casa de los Ross, estaba por marcar, pero mi dedo se detuvo mientras recuerdo lo que he pasado, dejé de dudar al recordar que al menos tenia el apoyo de sus padres que siempre me animan a que siga luchando para ganarme el amor de su hijo

Pensé que nadie respondería, pero la llamada fue tomada, pero me quede en silencio al escuchar una voz diferente, una mujer y estoy segura que no era la madre de Leonardo, ella decía: “¿Hola? ¿Quién es?”

No quise responder y corté la llamada, no entendía lo que estaba pasando, sus padres nunca dijeron que llegarían visitas en estos días, así que volví a llamar y esta vez hablé y una mujer me respondió nuevamente, su voz era diferente a la anterior que me respondió, al saber que era una empleada me reí conmigo misma ya que mi miedo me hizo pensar lo peor y no con calma ya que seguramente fue una empleada que me respondió

—Busca a Leo por mí, dile que necesito que venga por mí al hospital.

La chica dejo la llamada en línea para buscar a Leo, pasaron al menos cinco minutos y aun nadie atendía la llamada, estaba demasiado ansiosa ya que la misma enfermera no me quitaba los ojos de encima

—¿Acaso lo único que sabes hacer es molestar a los demás?

—Puedes venir por mí al hospital por…

—Deja de fastidiarme y toma un maldito autobús o lo que sea para regresarte, déjame de joderme la puta vida. —mis labios tiemblan mientras le pido por favor que venga por mi. Nunca antes había viajado en taxi o autobús, siempre tenia un chofer disponible para mi porque papa así lo deseaba ya que mi madre murió cuando abordó un autobús, un hombre la estaba siguiendo para secuestrarla y al final la mato cuando intento huir —Me interrumpes solo para algo estúpido como ir a traerte. Deja de joderme e interrumpirme en algo importante.

La sangre se me congela mientras escucho un “bip, bip” constante indicando que me había cortado la llamada

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