CAPITULO II: EL HEREDERO.

CAPITULO II:

7 años después está historia comienza en la misma casita de las más humildes de Francia en el año 1927 cerca de los alrededores del palacio de Saint Germain en Laye. Eran las 6:50 AM y comienzan a sonar unas trompetas, era una gran concentración de trompetista anunciando el décimo año de gobierno del rey Agustín. Anett se levanta toda aturdida y mira el reloj y se dio cuenta lo tarde que era para ir a trabajar como mucama al palacio así que corrió rápido a buscar sus pantalones y franela para salir corriendo, pero como siempre ya iba un poco retrasada y debía de dar una buena impresión, ya está tenía lista su ropa y sus zapatos solo le faltaba arreglarse el cabello, comenzó a pasar el peine por su melena dorada mientras se veía con esos ojos azules como estaba quedando, un poco desaliñada pero igual muy lindas llevo su mano hasta la mesa y agarro una muñera para hacerse una cola de caballo en el pelo ya que era lo más rápido y necesitaba salir, al terminar salió corriendo hasta la puerta de su casa mientras pensaba – Mi mamá me va a matar, fue lo primero que me dijo ¡No llegues tarde al palacio, a ellos les encanta la puntualidad! Ahh patrañas, solo les gusta tenerte esclavizado todo el día. – siguió su camino dándole rápido al trote para tratar de llegar a la hora.

Al llegar al palacio se encontró a su madre Clarissa está la miraba con unos ojos de rabia mientras se acercaba lentamente hacia Anett.

— ¡Nuevamente tarde, tu solo llegas tarde cuando yo duermo en la casa! ¿Qué es lo que te ocurre Anett? ¿cuál es la falta de irresponsabilidad? No quiero que vuelvas a llegar tarde ¿Qué imagen darás de mi? Hoy tuve que cubrirte y avisar que ya habías llegado cuando no es así… – Espero un segundo y le susurró – dije que te encontrabas en el baño. ¡Pero eso sí, vuelves a llegar tarde yo mismo diré que te despidan!

— ¡Disculpa mamá, nuevamente me quedé dormida! Pero tranquila no volverá a pasar, vine a descubrir que fue lo que pasó con mi papá, me lo recuerdo cada día!

— ¡Ya sácate eso de la cabeza tú viniste aquí a trabajar, necesitamos dinero para las cosas de la casa y el arriendo! Así que no busques problemas y simplemente trabaja. Clarissa volteo y le hizo señas a Anett de que viera que se aproximaban el soldado Isaac, al cabo de pocos segundos llegó hacia donde se encontraban ambas Isaac Bonhomme el soldado mano derecha del rey para informarle a Clarissa Deschamps que debía de subir a la sala ya que el rey necesitaba su presencia. Clarissa enseguida le responde afirmando de forma cortes y sale en busca del rey Agustín XII junto con su hija Anett, entraron ambas al palacio en busca de este y preguntando les dijeron que el se encontraba en su habitación, subieron y al al encontrarse al rey finalmente baja la mirada le hizo una reverencia y le dijo:

— Su majestad me informaron que me necesitaba ¿Para que soy buena?

— Hoy tendremos una gran ceremonia vendrán varios invitados, no sé si lo sabes pero hoy se celebra mi décimo año al mando de Francia como rey, necesito que todo quede impecable, sin faltas Clarissa, sabes que confío en ti.

El rey le guiñó el ojo y justo después de que terminara de hablar entro aquella bella doncella Anett Deschamps a informarle a su mamá que la reina la solicitaba.

— Mi rey, la reina Adelaide Bellerose me necesita ¿Puedo retirarme?

El rey quedó anonadado por un segundo, viendo la hermosa doncella de cabello rubio como el sol y ojos azules como el mar, que entraba por la puerta vestida de sirvienta, impropiamente el rey tartamudeando le dijo:

— ¿E-Esta sirvienta desde cuándo trabaja aquí y quién es? Es primera ves que la veo por aquí.

A lo que Clarissa respondió rápidamente.

— Su majestad ella es mi hija, se llama Anett Deschamps tiene unos días trabajando aquí, disculpe la molestia, pero necesitamos el dinero ya que…

El rey interrumpió Clarissa sin apartar los ojos de su dulce hija.

—Tranquila, infórmale todos sus deberes y espero sea tan leal a mí, como usted lo ha sido conmigo.

Clarissa viendo algo extrañada la cortesía del rey asintió.

— Así será su majestad.

Sin decir más ambas se retiraron de la habitación donde se encontraba el rey y fueron a el cuarto de la reina.

Clarissa no quiso decirle nada a su hija por lo que simplemente se enfocó en el trabajo con la reina.

— Mi reina ¿En que puedo servirle?

Esta se encontraba de espalda y haciéndole señas a la sirvienta con su dedo el cual apuntaba hacía el baño.

— Necesito que alistes mi bañera, tu ya sabes cómo me gusta, hoy hay que estar linda ya que hay un evento especial.

Al voltear, la reina se da cuenta que atrás de la sirvienta había una nueva criada y le dio curiosidad está por su lindura.

— Clarissa ¿Quién es esta chica que se encuentra atrás de ti?

Clarissa respondió con rapidez y temor.

— Mi reina está es mi hija, fue contratada hace unos días atrás, su nombre es Anett Deschamps.

A lo que la reina respondió:

— Está bien, explícale cómo son las cosas en el palacio, no quiero errores.

A lo que respondió Clarissa Deschamps:

—Claro mi reina, sin errores, Anett, busca por favor todo lo que necesito para alistar el baño a mi reina, se encuentra todo en el tocador del rey.

A lo que sin insistir Anett Deschamps salió de la habitación, al subir las escaleras se cruza al soldado mano derecha del rey Isaac Bonhomme quien interrumpe su caminata.

— ¿Tu eres la hija de la criada Clarissa Deschamps?

A lo que ella respondió sin vacilar.

— Si ¿En qué le puedo servir?

— El rey la solicita, se encuentra en su habitación, no haga esperar al rey – explicó el soldado con voz trémula sin apartar su incómoda mirada de ella. –

—E-Estaba buscando unas cosas para mí reina…

A lo que Isaac interrumpiendo respondió.

— Sin escusa, aparte las cosas que tiene que hacer para después y no haga esperar al rey.

Sin más que decir Anett desvío su camino hasta la habitación del rey y tocó la puerta sintiéndose extraña por estar ahí en esas habitaciones. La madera crujió en sus nudillos cuando llamó sin embargo quiso anunciarse ella misma. – Su majestad soy Anett Deschamps ¿Puedo entrar?

Sin vacilación el rey respondió desde el interior de las habitaciones. – Claro, adelante y toma asiento.

Anett entró a su habitación y sin dudar tomó asiento ligeramente incómoda por estar ahí a solas con el rey. — Dígame mi rey ¿En qué le puedo ayudar? Me informo el soldado Isaac Bonhomme que me necesitaba.

A lo que el Rey Agustín XII respondió. — Desde hoy, tú estarás al cargo de mis cosas, vas a limpiar mi cuarto, traerme la comida, preparar mis baños ¿Quedó claro?

— ¿Por qué yo? Me acaba de conocer y no tengo tanta experiencia, si le sirve mi madre estaría súper agradecida por cumplir sus necesidades.

— El problema es que no quiero que tú mamá trabaje para mí, quiero que tú lo hagas.

 Empieza a acercarse a ella poco a poco haciendo que el corazón de la mujer lata aún más de prisa de lo que ya lo hacía. — Desde que te vi, supe que tienes un gran potencial.

Comenzó a acariciar su cabello por la espalda inclina su cuerpo hasta acercar sus labios a su oreja mientras que la respiración de Anett se comenzó a acelerar poco a poco.

— Además no puedo evitar en decirte que eres la plebeya más linda que ha entrado a mi reino.

Anett sin que decir solo aprieta el sillón de los nervios y en ese preciso momento abren la puerta de golpe y entra a la habitación del rey el soldado Isaac.

— Mil disculpas su majestad por la interrupción, acabamos de encontrar 2 españoles tratando de entrar al palacio haciéndose pasar por nuestros soldados franceses, ya los tenemos capturados ¿Qué haremos con ellos rey?

Silencio incómodo en la sala, el rey da la vuelta y golpea la pared.

— Necesito que le saques toda la información del por qué esas malditas ratas están invadiendo mis tierras y tú Anett Deschamps, retirate ya.

Anett se levanta de la silla y sale de la habitación casi corriendo por lo que había pasado ahí dentro.

— ¿Qué es lo que quieren estás basuras de mi? Bonhomme necesito saber todo y cuando me refiero a todo es hasta lo más mínimo, necesitamos saber si hay un enemigo o son varios enemigos ¿Cuento contigo Bonhomme?

— Claro mi rey.

Isaac procedió a salir de la habitación ordenándole a los otros soldados que llevarán a los españoles a la habitación de tortura.

— No le vayan a hacer nada hasta que yo lo ordene ¿Entendido?

— Entendido.

Al otro lado del palacio se encontraba Anett Deschamps recostada sobre una pared súper nerviosa, con el corazón latiendo a mil por segundo, era primera vez que algo así le sucedía y no sabía si decirle a su mamá o solo callarlo.

— ¿Qué hago? ¿Qué quiere el rey de mi? No sé si estoy loca o quiere algo conmigo.

Sin pensar en nada más, salió a buscar a su mamá, la cuál se encontraba en la habitación donde la reina, guardaba sus mejores vestidos ya que estaba buscando la ropa que iba a utilizar esta para la noche especial.

— Mamá, el rey me ha elegido para que sea la criada solo de él y sus cosas.

— Eso está súper genial Anett ¿Por qué tan agitada? Solo llevas menos de una semana y ya eres la criada oficial del rey.

— No es eso madre, me hizo algunas insinuaciones.

— Shhhhh.

La silencio rápidamente sin permitir que Anett terminara de hablar.

— No digas eso hija, estas paredes tienen oídos, esto no lo debe de saber nadie.

De repente la cara de Clarissa cambio de forma pícara al igual que una sonrisa cruzó por su cara dejando desconcertada a Anett.

— ¿Estas segura de lo que dices? Podríamos sacarle un poco de provecho a esto.

Anett con una cara de enojo le respondió.

— ¡¿Qué provecho?! No tengo el mismo pensamiento basura que todas tienen, enamorar al rey, hacer que se divorcie, yo quiero conseguir mis cosas por mi cuenta, así me lleve 50 años de trabajo fuerte.

— Que tonta eres… ¿Qué vas a conseguir? Las mujeres estamos condenas a conseguir al mejor pretendiente y formar un hogar, lavar, planchar, ahora tu imagínate formando un hogar con alguien que te puede dar los lujos y las joyas que tú mereces, eres muy hermosa mi niña, utiliza el raciocinio, deja de ser tan tonta y no creas en cuentos de hadas. Ahora vete si eres la criada oficial, debes alistar toda la ropa del rey.

Anett sale de la habitación y se dirige hacia la habitación del rey, su corazón volvió a acelerarse con el pensamiento de estar con él sola otra vez, al llegar a la habitación escucha que se encuentran Isaac Bonhomme hablando con el rey Agustín XII.

— Rey escucharme bien, estos españoles no quieren soltar ni una sola palabra, pero créame que algo traman, nadie haría la locura que hicieron sin algún propósito.

— Isaac no me interesa que no quieran decir ni una sola palabra, escúchame bien tu sácale las palabras de la boca.

— Claro majestad pero entiéndame debemos sacarlo a usted lo más rápido posible de aquí, uno nunca sabe lo que se nos puede avecinar.

— Yo no daré un paso fuera de aquí, créeme que les da temor ver como empieza a crecer la Gran Francia, ahora entiende si quieren guerras, se le dará guerra, pero solo debemos de armar una buena estrategia además de que debería asegurar mi linaje, necesito un futuro heredero al trono, tengo muchos enemigos ya que varios quieren ser reyes de Francia.

— Perfecto, ya que no va a cambiar de parecer ordenare a que haya más vigilancia en el palacio.

— Está bien Isaac, te puedes retirar.

Anett al escuchar esto salió corriendo hacia el pasillo que conectaba con el baño en donde se encontró a la reina de frente horrorizándose en el acto.

— ¿Qué haces corriendo por los pasillos? ¿No te han dicho que es de mala educación hacerlo?

— Disculpe mi reina es que me urge ir al baño.

— Que no vuelva a ocurrir ¿Está bien?

La reina se empieza a mover y se percata de que Isaac Bonhomme sale de la habitación del rey, luego de esto la reina se acerca a la habitación de su esposo, entra enseguida a este y lo abraza por detrás.

— ¿Cómo se prepara su majestad para el evento de esta noche?

— Pues bien, aunque… No nada olvídalo.

— ¿Olvidar que? Su majestad debería saber que conmigo puede hablar lo que sea, yo soy una tumba, además sus problemas son mis problemas.

— Pues… Puede que se avecine una guerra, mis soldados encontraron a otros 2 intrusos españoles intentando se pasar por seguridad real, debes de tener cuidado.

La reina Adelaide empezó a acariciar los hombros del rey mientras besa su cuello, luego subió su boca hasta su oído y le susurró.

— Tranquilo mi rey, estoy aquí para servirle y bajarle ese estrés.

Agustín XII se voltea de sus silla y empieza a besar a Adelaide Bellerose de forma apasionada apretando sus blancos pálidos glúteos y montándola encima de él.

— Que deliciosa te ves hoy, reina mía.

Llevo sus manos a los hombros de Adelaide y procedió a quitarle poco a poco el vestido que usaba la reina Adelaide comenzando desde sus tirantes, al soltar los tirantes quedaron sus atributos al aire, esté acercó su cara a el cuello de la reina y comenzó a besarlo y poco a poco comenzó a pasar su lengua por todos lados haciendo la sentir en el propio paraíso.

— Ahh, sigue así mi rey, eres el mejor en lo que haces. – Lo dijo con mucha pasión mientras agarraba y acariciaba la cabeza del rey –

Adelaide no aguantaba ya con las ganas que le tenía a Agustín y empieza a soltar los botones que tenía la camisa y está lo hacía de forma desesperada por el nivel de deseo que sentía hacia el rey.

Seguían los besos apasionados entre el rey y la reina, las caricias, los leves golpes, mientras todo poco a poco iba tomando un punto más y más ardiente. Agustín agarra la mano de Adelaide y la lleva hasta su pantalón el cual aún seguía con botón para que esta se deshiciera de este.

— Adelaide lúcete con tu boca, muéstrame lo mejor de ti.

Adelaide se arrodillo y comenzó a mostrarle lo que sabía hacer con su boca, al pasar el rato Agustín XII cargo a la reina y comenzó a introducirlo. Agustín empezó a besar su cuello mientras seguía con sus embestidas brutales.

— Ohhh ya casi, casi llego.

En ese momento aprovechó Adelaide y gimió en medio del éxtasis divino.

— Quiero un niño, hazme un niño.

Y sin pensarlo dos veces Agustín dejo salir todos sus fluidos dentro de Adelaide, su reina.

Ambos soltaron el mismo quejido de pasión desbordada.

— Extrañaba ya estos momentos con mi rey, últimamente te la pasas ocupado.

Agustín se levanta de encima de Adelaide y empieza a colocarse su ropa.

— Lamento no dedicarte tiempo, últimamente he estado muy ocupado con todos los preparativos de la fiesta de hoy ¿Ya tienes con lo que vas a vestir? Si quieres podemos hacer unas compras.

— Tranquilo mi rey, tengo todo lo que necesito, hoy me veré espectacular.

Ella se levantó de la cama y comenzó a colocarse su ropa.

— Eso no lo dudo, tu eres espectacular con todo lo que usas.

— Gracias mi rey, lo mismo digo de ti —Le dio un beso y procedió a salir de la habitación

Luego de ver salir a su reina, el rey se acostó en la cama dejando salir un suspiro de sus labios.

— Espero sea un niño, necesito un próximo heredero.

Sin más, cerró los ojos y trató de descansar un rato.

Caminando por los pasillos se encontraba Isaac Bonhomme buscando la habitación de tortura, hasta que llega al lugar, abre la puerta y pregunta — ¿Qué les han dicho los Españoles?

— Por los momentos nada, no sabemos que hacer para que hablen estas ratas. – Respondió uno de lo soldados, furioso ya que quería matar a golpes a los invasores.

— Al parecer no saben hacer bien su trabajo, deben de saber como aplicar la fuerza con esos malditos invasores, la piedad solo es un síntoma de debilidad y recuerden que el reino de Francia nunca debe mostrar ningún tipo de debilidad, ahora vayan y atenlos a una silla, ya me encargare yo mismo de esas malditas escorias.

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