Capítulo 5

  Preguntó de forma simpática, con una sonrisa. Sin embargo, Lola lo observaba con una expresión neutral y totalmente desconfiada de su parte. Pues hasta donde ella tenía conocimiento, las únicas personas que sabían su nombre eran debido a que ella tenía intención que así fuese. Pero este sujeto en particular, podría asegurar que no lo había visto nunca antes. Ni por la zona, ni tampoco fuera de ella. 

  Sin ningún reparo por disimular, ella le dio una mirada de arriba abajo, de forma desconfiada. 

_¿Quién eres? 

Preguntó finalmente, en un tono defensivo. 

  Él le extendió su mano con intención de estrecharla con la de ella, pero sólo recibió la mirada fría y desconfiada de Lola mientras aguardaba por su respuesta. Finalmente, sólo guardo su mano nuevamente dentro de su bolsillo mientras procedía a aclarar su garganta para contestar. 

_Mi nombre es Jim. Un gusto conocerte. 

_¿De dónde sacaste mi nombre, Jim? 

  Preguntó ella, mirando hacia el estante de botellas de la barra, mientras le daba un sorbo a su copa. 

_Quizás no lo recuerdes, pero tuvimos una cita alguna vez hace un tiempo. 

 Ella se giró hacia él con desdén y su semblante en una línea recta. 

_Mientes. 

  Respondió sin siquiera dudarlo. Esta rápida respuesta sacó un poco de eje al masculino, que se mantuvo perplejo por unos segundos ante la seguridad de sus palabras. 

_ ¿Cómo estás tan segura de ello? 

_ Porque de ser así, lo recordaría. Soy muy cuidadosa con la gente que salgo. -Soltó, tomando de lleno el contenido de su trago para luego volver a dirigirse a él. -Además, tu traje de alquiler cuesta veinte dólares. Los trajes de los hombres con los que yo salgo, valen más de mil. 

  El hombre se miró a sí mismo, observando si realmente había alguna falla en su vestimenta que lo delatara, aunque a simple vista no parecía encontrar nada. 

_¿Cómo es que logras saber el valor de mi traje? -Preguntó finalmente, sin poder esconder su sorpresa. 

_Tendrás que comprarme otro trago para que pueda responder a eso. -Comentó ella de forma cínica, aún sin expresión alguna. 

El hombre dudó, pero finalmente sacó unos billetes de su cartera y pidió otros dos tragos en la barra. Lola apenas le dedicó media sonrisa ante este acto de fe. 

_Los botones. -Respondió finalmente, mientras él la miraba con el ceño fruncido, sin entender. Ella levantó una de sus manos y señaló su traje, logrando que se mire a sí mismo. -Se sabe que un traje es imitación cuando sus botones son de plástico en vez de ser hechos en metal. 

Él levantó sus cejas, mirándola completamente sorprendido ante su capacidad. 

_Eres bastante observadora por lo que veo. 

Ella soltó un suspiro, bajando de su asiento mientras colgaba su bolso en su hombro. 

_Lo sé, me lo dicen seguido.-Soltó de forma ególatra.- Ahora, si no te importa, tengo cosas más interesantes para hacer esta noche. 

_Espera, no te vayas.- Pidió él, intentando detenerla mientras caminaba fuera del lugar.- Quiero hablar contigo sobre una propuesta. 

Sin siquiera girar a verle, ella le respondió sin detener su paso. 

_Sea cual sea, estoy segura de que no me interesa en absoluto. 

_¿Y si te digo que tengo información sobre tu hermana? 

Lola detuvo su paso en seco. ¿Acaso había escuchado correctamente? 

  Se dio la vuelta, observando a aquel desconocido frente a ella. Rápidamente caminó hacia él con rapidez hasta quedar frente a frente. 

_ ¿Qué sabes sobre ella? 

El masculino señaló nuevamente unos asientos en una parte del bar, invitándola a sentarse. 

_Escucha, mantén la calma. Sólo toma asiento y hablemos. 

 Ella, en su desesperación al oír a alguien hablar sobre su hermana estuvo a punto de aceptar, de no ser porque visualizó como detrás de aquél hombre se encontraba el joven al que le había robado su billetera tan sólo unos minutos atrás. Parecía estar buscando entre la multitud a alguien, y algo dentro suyo le decía que se trataba de ella misma. Finalmente, volvió su mirada hacia el hombre mientras soltaba el aire contenido en su nariz en un resoignado resoplido. 

_De acuerdo, tú ganas. Hablaremos. Pero no aquí. 

_¿En dónde, entonces? 

Ella inclinó su cabeza en dirección a la puerta de salida. 

_Sólo sígueme. 

  Aquél misterioso hombre parecía lo suficientemente predispuesto, por lo que sin queja alguna ambos salieron del bar hacia las frías calles de Dakota. Sin perder tiempo Lola extendió su mano hacia la calle, deteniendo un taxista que justo pasaba por allí. Se metió dentro del vehículo lo más rápido que pudo, intentando que no la viera nadie en su intento por huir de allí ilesa. El hombre que la acompañaba subió a su lado en silencio. Ella indicó la dirección y el auto finalmente arrancó a destino. 

  Lola no parecía dispuesta a socializar demasiado. Se mantuvo todo el viaje mirando hacia la ventana en un completo silencio. Se notaba algo nerviosa por los reiterados movimientos de sus manos, pero en cuánto se notaba demasiado inquieta ella misma se aseguraba de respirar hondo e intentar calmarse. 

  Finalmente llegaron a las calles del barrio en el cual estaba la casa de Lola. Él fue quien pagó por el taxi, mientras ella bajaba despreocupadamente, dirigiéndose a abrir la puerta. Cuando él se encontraba a su lado, la curiosidad terminó por ganarle, rompiendo con el silencio que les rodeaba. 

_¿Dónde estamos? 

_En mi hogar. -Respondió ella, entrando en el lugar. 

Él la siguió detrás, dándole una vista al lugar. 

_Se ve bastante acogedor. 

_ ¿Quieres algo de beber? -Preguntó ella de forma arisca, dirigiéndose a la cocina e ignorando completamente el cumplido que le había hecho. 

El hombre se mantuvo dubitativo por un momento, para luego responder. 

_Sólo un vaso de agua, gracias. 

  Luego de responder, tomó asiento en el gran sofá de la sala. Momentos más tarde, Lola aparece frente a él con dos vasos de agua que deja sobre la mesa ratona frente al sofá. A pesar de que aún ella no toma asiento, él se dispone a recoger el vaso de agua con su mano con una sonrisa ante la hospitalidad. 

  Pensamiento que, rápidamente se esfuma de su cabeza en cuánto siente el sonido metálico del seguro de una pistola siendo quitado. Lenta y cuidadosamente levanta su vista haciendo el menor movimiento posible. Allí le espera la mirada de ella, desde arriba. De pie, sostiene frente a él una pistola casi en su frente con una expresión completamente vacía.

_¿Quién eres y qué es lo que sabes sobre ella?

  Preguntó en un tono demandante ante el masculino, al que notó como rápidamente comenzaba a ponerse nervioso al respecto. 

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