¡Mentiritas!

             La temperatura comienza a subir, nuestras bocas juegan entre sí, su lengua toma el dominio de mi boca y su mano que está en mi trasero sube hasta mi cintura y guiando mis pasos hacia atrás caemos en el cómodo colchón del ahora nuestro hotel. Aparte su boca de la mía y con una pequeña sonrisa pervertida me mira directo a los ojos.

           Muerdo mi labio mirando a sus ojos, que profundos y siniestros son. Me lo pienso y me pregunto si es buena idea, pero al final solo se trata de dejarme llevar. Aplasta nuevamente sus labios contra el mío.

               Pego una vuelta ayudándome con mi pierna para quedar arriba suyo, su mano de desliza por mi cuerpo y luego se detiene en el cierre de mi vestido, lo desliza hacia abajo. Continúo besándolo, luchando con su lengua por tomar el dominio de su boca. El me baja lentamente el vestido acompañado de una caricia apasionada y cuando me deshago de él, se pone arriba mío sin apretarme demasiado y sin mirar mi cuerpo como si fuera una comida apetecible para él. Me mira a los ojos y me besa de nuevo.

            Desprendo los ultimo botones de su camisa y puedo apreciar como el tatuaje en su hombro derecho ocultaba una cicatriz, beso su cuello lento mientras acaricio su cabello. Huele delicioso. Pero me detengo no he sido del todo sincera y solo tengo diecisiete años. 

—No puedo, lo siento—me acuesto a mi lado. Él me mira con una pequeña sonrisa y entrelaza nuestros dedos.

—No te disculpes, Cassie. 

          Y estamos tan abatidos del cansancio de bailar y beber toda la noche que al quedar tirados en está cama no pudimos pronunciar más palabras, lo miro para notar su cabello aplastado en su frente por la transpiración de su cuerpo y sus ojos cerrados. Su respiración agitada, percibo una sensación de paz en mi cuerpo. Recuesto mi cabeza y quedo dormida inmediatamente.

           Me despierto apretando los ojos para que la luz de la ventana no me los lastime y sentándome en la cama miro a mi costado. Él está durmiendo, me sonrío, no había sido un sueño erótico. Miro mi celular, hay un mensaje de Dylan, pero no me interesa, lo borro sin leer. Seguido veo las llamadas de mi tía, salto de la cama para vestirme, tiro sin querer algo de la mesa de noche haciendo que se despierte.

—Buenos días—me dice.

 Inmediatamente me siento avergonzada a pesar de solo estar en interiores—No me mires—le digo. Él se voltea dándome la espalda. Me visto rápido—Ya puedes voltear.

Él se voltea con una pequeña sonrisa—¿Quieres pedir para desayunar?

Niego con la cabeza—Tengo que ir a casa.

—¿Ya? Asiento muy tímida—Bueno, te llevaré. Se pone de pie, abro mis ojos cuando lo vi en boxer y miro para otro lado. Escucho sus pasos y el cierre de su pantalón subirse. Se da la vuelta y se arrodilla ante mío. Lo miro con una ternura—¿No te arrepientes de quedarte a dormir conmigo?

—No podría, aunque quisiera—admito. Él beso mi labio con sutileza. Estamos a una cuadra de casa; no quiero que estacioné en frente porque mi tía me mata y de paso a él.

—¿Tu tía te pone horarios?—me pregunta sorprendido.

Niego—Es que es una señora muy mayor y sin mi ayuda no puede hacer nada—le miento. «Mi tía es muy joven pero más joven soy yo, mi amor y no puedes saber eso, no aun»

—Ah—me dice entendiendo, pero frunce el ceño—¿Pero, porque estacionó a una cuadra?

—Porque…como es vieja, suele tener pensamientos antiguos y si te ve, va a querer que me casé contigo—vuelvo a mentir.

—Ah, okay—dice sin preguntar más nada. Me estoy preparando para bajar, pero me agarra del brazo—Sí no le molesta a tu tía ¿puedo invitarte a cenar?

—Me encantaría—le respondo emocionada—¿Te parece a las 21hs aquí?

—Aquí estaré.

            Cuando el auto se aleja corro para entrar a mi casa, mi tía Eloy está con el celular en la mano muy preocupada, sentada en la mesa con una taza de té está su mejor amiga Susan. Me apoyo en el marco de la puerta por si algo sale mal, escapar.

—¿Qué horas son estas de llevar, Cassandra?—me grita enojada.

—Bueno…es qué, dormí hasta tarde—me excuso.

—Sí, en la cama de quien sabe quién—me grita de nuevo. ¿Cómo sabe?

—La mamá de Lydia llamó preocupada porque le informaron que nuestras niñas salieron con desconocidos de un bar—me cuenta en un tono alto. Muerdo mi labio disgustada—¿No pensaste en llamarme? ¿En decirme algo?

—Realmente…no—le confieso.

—¿Quién es él?—me pregunta preocupada.

No puedo decirle que es un hombre mayor o que es un hombre directamente va a querer conocerlo, y me matara y no iré a la Universidad—Dylan Scott—le digo rápido. Su nombre fue el primero que se me viene a la mente. ¿Por qué?

Frunce el ceño. Su mejor amiga deja la taza en la mesa y me observa indignada—¿Tu ex novio? Asiento—¿El chico te rompió el corazón?

Creo que no fue tan buena idea decirle que fue Dylan. Asiento—Fue cosa del alcohol, luego a la mañana cuando nos levantamos, peleamos y juramos nunca más volver a vernos—les miento, de nuevo. Estoy mintiendo mucho para recién empezar el día—Si me permiten, me iré a bañar.

            A la noche me preparo para ir a cenar con Frank, me pongo un pantalón engomado y mi top de tirantes blanco, me pregunto si luzco demasiado adolescente, busco entre las cosas de mi tía algo para ponerme, pero realmente nada me gusta, todo es o muy floreado o muy largo.

—¿Qué estás haciendo, Cassie?—me pregunta entrando con un plato de papas fritas—La cena ya está lista.

—Busco algo para ponerme—le contesto—Voy a cenar con Lydia, ya empezó mis vacaciones, tía. No me esperes despiertas. Salgo de la pieza sin nada en mi mano y tomando mi abrigo camino rápido hasta la esquina. No viene. Me empiezo a preocupar de que no llegué. De repente su auto se estaciona, me subo, luce incluso mejor que la noche anterior y viste con una camisa negra y huele a una fragancia que jura que me lo recordará por siempre. De esos olores particulares que si lo sientes en algún sitio te traerá recuerdos.

—Disculpa la demora—me dice inclinando para besar mi cachete—Tuve que hacer unas llamadas. Conduce con prisa

—Por cierto, ¿a qué te dedicas?

—Manejo una empresa de moda—me responde Estoy sorprendida. Con razón se viste tan bien—¿De qué te recibiste?

Me quedo callada, decirle o no decirle—Economía.

Asiente contento—Me gustaría entrevistarte si vas a España algún día—me dice con una sonrisa—No es la cede oficial, pero siempre se necesita personal.

—Si voy te aseguro que iré por una entrevista—le digo muy nerviosa—Pero…para que hablar de esas cosas, mejor conozcamos la personalidad de cada uno. Sonrío amplió.

Él ríe leve—Claro.

Siento que engaño a todo el mundo, a mí tía diciéndole que la noche la pase con Dylan, a Frank diciéndole que soy mayor de edad. Soy una m*****a estafadora y todo esto puede explotar en cuestión de minutos. Sin embargo, no voy dejar que el pensamiento recurrente de ser una m****a de persona me atormenté esta noche. Entramos a un restaurante super fino, por suerte no hay ningún compañero de la secundaria con sus padres festejando porque si no todo se podría muy feo.

—¿Qué deseas tomar?—me pregunta amablemente mientras llama al mozo. Si pido alguna bebida me van a pedir identificación y la identificación falsa se quedó en el bolso de Lydia.

—Yo paso, jugo está bien—le digo. Él me mira raro—Resaca.

Él asiente entendiéndome—Un jugo de naranja y un wiski—le dice al mozo. Este le entrega la carta. Por lo menos con Lydia había degustado muchas de las comidas del menú así que no me siento una extraña—¿Quieres algo en particular?

—El especial de la casa—le digo. Siempre pido eso cuando ordeno con Ly. Ordena dos especiales de la casa.

—Y cuéntame… ¿Qué planes tienes para el futuro?

Abro mis ojos grandes y bebo de mi jugo. Realmente contesté la pregunta de dónde te ves en cinco años, pero se supone que ya pasaron esos cinco años. Suspiro—Bueno…supongo que casada.

—Conmigo, me imagino—bromea. Sonrío algo nerviosa—No te pongas nerviosa, es normal, no saber que queres hacer en el futuro, pero ¿Cuánto tienes 23? ¿24? Eres muy joven aún.

—Sí. Me río incomoda—¿Y tú?

—Veintisiete. Vuelvo a beber de mi jugo ¿27? Es solo diez años más grande que yo, casi nada. Además, es muy joven. Su celular Comienza a sonar. Se levanta para atenderlos y luego de unos minutos regresa—Cassie, vas a tener que perdonarme, tengo que irme. Lo miro como ¿En serio?

—Ah.

—¿Te llevo a casa?

—No, está bien, voy a llamar a Ly y pues, que me acompañe.

—De acuerdo. Me da un beso en la mejilla y se va Me quedo perpleja por unos minutos hasta que decido agarrar el móvil para marcar. Pero una mano en mi hombro me distrae. Solo llego un mensaje y la ubicación antes que hable.

—¿Por qué tan solita?—me dice Dylan y se sienta frente a mí donde estaba sentado Frank. Rodeo los ojos—¿Te dejó plantada Romeo o es que ya se tomó el veneno?

Bufo—Espero a Lydia—le respondo enojada—¿Y tú ejercito?

—Voy a cenar con… mi novia—dice. Parece costarle mucho decir esas palabras. No como cuando estaba conmigo que le encantaba decirle a cada chico que se me acercaba en las pocas fiestas que asistió conmigo.

—Vale, pues, hagamos de cuenta que ni nos conocemos, ¿somos expertos o no?—me refiero a él y las veces que ni me miro en los pasillos de la escuela.

—Anoche te llamé, quería…

—¿Qué carajo?—dice Zoé acercándose y poniendo sus manos en su cadera—¿En serio? Exijo una jodida explicación.

—Solo me molestaba mientras te esperaba—le explico y agarro el wiski casi sin tomar de Frank y le doy un trago para el mal rato.

—Mira, perra. Deberías superar a mi novio de una m*****a vez.

—Zoé, no—le dice Dylan haciéndole gestos—Ahora no.

—No entiendo, tú puedes molestarla al punto de que te saquen de un bar y ¿yo no puedo decirle nada? ¿A caso sientes pena por esta cosa?—emboza una sonrisa antes de comenzar a reírse mirando fijo a Dylan—¡Ay! No puedo creerlo, piensas que ahora que terminó la secundaria va a perdonarte y vol… Él se levanta de golpe de la silla y se la lleva para afuera. Intento ver su pelea, pero el cuerpo esculpido de mi mejor amiga aparece.

—¿No perdí de nada?—me pregunta sentándose.

—No. De nada.

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