"sembrando dudas"

Ricardo todavía charlaba con Norma en su hotel, acerca de los planes que tenía con Bianca, cuando recibió una llamada inesperada, era Lorena, su ex suegra, cada vez que a Ricardo le tocaba cruzar alguna palabra con aquella mujer, que eran ocasiones muy escasas, su mente ya estaba preparada para hacer frente a las palabras arrogantes que solían salir de la boca de aquella dama, quién siempre estuvo en desacuerdo con la relación de Beatrice y Ricardo, porque según ella, el era todo lo contrario a lo que Lorena imaginó para su hija, no era rico de cuna, y además, el nunca accedió a los caprichos de aquella vieja malhumorada, que siempre quiso manejar la relación de Ricardo y Beatrice a su antojo, Beatrice como amaba a Ricardo, decidió alejarse de su madre para construir su vida al lado del hombre que ella decía amar, por un lado, hizo su fortuna con trabajo duro, y en menos de lo que se imaginó, se convirtió en un magnate de la industria Hotelera, en el más respetado de toda Italia

Cuando el teléfono de Ricardo sonó,  el lo miró con desagrado al darse cuenta de quién era, pero, no tuvo más remedio que contestar, después de todo, era la abuela de su hija Carmina, no podía negarle ese derecho, aunque ella misma se había alejado

—ah, es usted –dijo Ricardo al atender la llamada

—Hola Ricardo –respondió ella del otro lado, he llamado para saber de mí nieta

— tranquila, su nieta está bien, no tiene de qué preocuparse– le contestó Ricardo de manera cortante

—pueblo hablar con ella– preguntó la mujer

—Lo siento señora, no estoy cerca de ella, me encuentro en Venecia, en cuanto llegue a la casa, le comunicaré que usted llamó, ¿Algo más?

 –Preguntó él para finalizar la conversación, porque no se sentía nada cómodo al teléfono

—Ricardo, dijo Lorena y guardó silencio por unos segundos, —lo siento, no pude asistir al funeral de mí hija, al enterarme me hizo muy mal, y quedé interna por unos días, cuando desperté, ya era muy tarde

—ah por favor señora, no siga –sugirió Ricardo, creyendo que era toda una historia montada de aquella mujer

—es cierto Ricardo, tengo como probarlo –aseguró ella

—esta bien señora, no me tiene que probar nada, eso dígaselo a su conciencia, ahora debo cerrar, le diré a Carmina que usted llamó –concluyó el, cerrando la llamada

Norma, quien se había alejado para recorrer un poco el lugar mientras Ricardo conversaba se le acercó, lo vió tan inquieto y nervioso, que le tomó la mano, ambos caminaron para salir del hotel, pero antes, Ricardo se detuvo unos minutos en la recepción para firmar unos papeles, luego, prosiguieron a salir

Una vez afuera, Ricardo respiró profundo, se veía tan perturbado, que Norma le preguntó

—no entiendo porqué hablas con Lorena, si siempre terminas así, nervioso, ansioso

—que querías que hiciera, es la abuela de mí hija –le dijo Ricardo pasando una mano por su cabeza 

—Que bien, ¡que!, ahora se acuerda que es la abuela de Carmina, tu y yo sabemos que a esa mujer no le importa un carajo Carmina, es más, ni a la misma Beatrice le importó mucho su hija, así que–concluyó Norma dándole la espalda

—pero ven acá, le dijo Ricardo a su amiga —¿porqué estás tan enojada?

—Es que estoy cansada de verte hecho un estropajo, cada vez que hablas con esa mujer, desde que entraste a esa familia, te volviste otro hombre, inseguro, confundido, y así caíste a las peticiones de Beatrice, y le ocultaste una importante verdad a Carmina, ella no se lo merece

Norma estaba bastante molesta esa mañana, cómo la mejor amiga de Ricardo y casi hermana, había vivido junto a el, algunos de los ultrajes a los que fue sometido por su propia mujer Beatrice, que en resumidas cuentas, era un tanto parecida a su madre, manipuladora, victimaria, y Ricardo como la amaba, complació mucha de sus peticiones, de las que luego se arrepintió

—tienes razón amiga –afirmó Ricardo, —pero, necesito tu apoyo hoy más que nunca, me siento perdido, y sabes qué, tengo miedo–le confesó él, mientras caminaba a su auto.

Ella lo detuvo y lo miró de frente

—¿miedo de qué? –Preguntó Norma

—de decirle la verdad a Carmina ahora que Beatrice se ha ido –respondió él

—no Ricardo, eso no –contestó Norma —esa niña te ama, tu eres su papá, y siempre has estado para ella, aún más que la propia Beatrice que se la pasaba viajando por el mundo a costa de tu dinero, y es mejor que le digas tu la verdad a tu hija, a que Carmina se entere por otro lado –concluyó Norma

A la verdad que la vida de Ricardo y su familia, estaba envuelta en muchos secretos, que él mismo, quiso mantener por años, por miedo, por consentir a su esposa, pero Ricardo mismo, ya no aguantaba más, habían cosas que debían serles  reveladas a su hija Carmina hace mucho tiempo y el las calló, pero, existían muchos más secretos alrededor de esos, que el ni siquiera sabía, pero se iba a enterar de la peor manera, y de manos de quién el menos esperaba

—sabes que, –dijo Norma antes de despedirlo en el auto, —me pareció extraña esa llamada de Lorena, yo que tú, me pongo alerta, ella es capaz de contarle todo a Carmina, abre los ojos amigo, ahora que estás a tiempo, corre de esa familia, pero, veo que con la recién aparecida en la familia panizzoli, dudo mucho que lo hagas

Norma se despidió de Ricardo y lo dejó con miles de dudas en la cabeza, el se quedó unos minutos al volante de su auto, y luego, emprendió el camino hasta Florencia

La historia se estaba complicando para Ricardo, el  debía hacer frente a muchos de sus asuntos del pasado que habían quedado congelados mientras Beatrice vivía, pero ahora que ella no estaba, el sentía que debía claudicar ante ello, y la llamada inesperada de Lorena, más, las advertencias de su amiga Norma, lo hicieron encender el alerta en su mente.

Mientras iba en el camino conduciendo, Ricardo también dudo por un segundo de la aparición de Bianca, ¿y si ella había llegado justo para eso, y si ella andaba detrás de la verdad que el sabía, de la que no se atrevió a hablar con Carmina, y por qué se había ofrecido a cooperarle con sus quince años? El corazón de Ricardo se aceleró de repente, y frenó el auto de golpe, aquella abrupta maniobra, provocó un embotellamiento enseguida de los autos que iban detrás de el, cientos de bocinazos sonaron enseguida, Ricardo no reaccionaba, se puso la mano en el pecho sintiendo sus latidos tan  acelerados, apretó su corazón pensando que se le saldría, en eso, alguién que iba detrás de el en otro auto, se acercó con el interés de saber si el estaba bien

—amigo, puedo ayudarle, ¿está todo bien?

Ricardo, tragó la saliva que tenía en medio de su garganta y contestó Volteando su rostro a su costado izquierdo para ver quién le hablaba

—si, está Todo bien, al parecer, tuve un bajón de azúcar, estoy buscando algún caramelo en mí cajuela, pero no encuentro nada –contestó Ricardo apurado,mientras sostenía el volante fuertemente y sus manos estaban media temblorosas

El chico que le hablaba desde afuera, amablemente sacó del bolsillo de su camisa, un caramelo y se lo alcanzó, ya habían dado el aviso de que había una persona descompuesta en la carretera, Ricardo se llevó enseguida el caramelo a su boca, y en eso, aparecieron los paramédicos en una ambulancia que se abría paso en el camino

Enseguida, sacaron a Ricardo del auto, el dio aviso para que llamarán a su chófer mientras le revisaban el pulso y miraban sus pupilas, en efecto, su azúcar estaba baja, pero, era cuestión de minutos para que el caramelo que le había regalo aquel hombre que seguía a su lado,   hiciera efecto en su organismo.

Mientras la policía que se había  acercado al lugar del hecho, daba paso a los autos para que el resto de las personas que habían quedado varado siguieran su camino, Ricardo, estaba recostado boca arriba,  en la camilla de la ambulancia, casi a la mitad del camino a su casa en Florencia, pensando, en lo extraño que le había pasado, cómo sus pensamientos lo habían traicionado, desencadenando lo que los médicos llamaron, un estado elevado de estrés

—su corazón está en buen estado, usted es un hombre muy joven, pero bajo mucho estrés, necesita descanso –le dijo la simpática enfermera que lo atendió

—¿Eso es todo? –preguntó él sonriendo

—si, contestó ella, pero, no ignore el diagnóstico, eso le ayudará a evitar estos accidentes, –le contestó ella, y le dió el acceso para que continuara con su camino. El chófer de Ricardo ya lo esperaba a fuera de la ambulancia

—señor, está usted bien, me ha pegado tremendo susto, –dijo el al abrirle la puerta del auto

—tranquilo Esteban, todo está en perfecto estado, ¿nos vamos? –agregó

—como ordene, –dijo Esteban y emprendieron el camino

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