"LA MUJER DEL MILLONARIO"
"LA MUJER DEL MILLONARIO"
Por: Johabel
“Despidiendo a Beatrice” (Enero 2019) “La mujer misteriosa

–Amados hermanos, estamos aquí reunidos, para despedir los restos de quien fuera en vida, Beatrice Alfonsina Ferrari—dijo el sacerdote, mientras oficializaba el funeral de la esposa de Ricardo

Ricardo estaba devastado, estaba junto a su hija sentado al frente de la caja funeraria, mirando por última vez, el rostro de su amada esposa, que había muerto por un extraño virus, el cual los médicos todavía estaban investigando

El ataúd estaba cerrado por seguridad sanitaria, y solo se podía ver el cuerpo a través de un pequeño hueco cubierto de cristal, que tenía la tapa de la caja, a Ricardo y a su hija, le quedaban apenas unos minutos más, para despedirse, de Beatrice, mientras el veía a sus familiares y otros seres queridos pasar frente al féretro y le daban el pésame por su pérdida

–Que tristeza hijo— le expresó esa mañana su mamá, quien estaba sentada detrás de su hijo, vestida de negro, con un sombrero de arandelas anchas, y un pañuelo en manos, que de tanto usarlo esa mañana, había quedado empapado de lágrimas y mocos

–Es momento de decir el último adiós, a los restos de esta fiel y devota mujer—anunció el padre, la ceremonia había finalizado, y los restos de Beatrice iban a ser trasladados a otro lugar para ser cremados, tal como ella lo había pedido. Ricardo entonces divisó entre los presentes, a una desconocida mujer que se fue acercando poco a poco al féretro, ella iba vestida para la ocasión, además,  llevaba puesto anteojos oscuros, una vez frente al ataúd, fijó su mirada al pequeño hueco que había en la puerta de la caja, y ahí, vio  al cuerpo tendido de Beatrice, Ricardo notó que aquella mujer lloraba angustiada, como quien había perdido a alguien importante,  y acariciaba el ataúd con añoranzas, Ricardo estaba sentado adelante  del cajón,  y aquella damisela de espalda frente a el,  él volteó hasta su madre y le preguntó si conocía a la misteriosa dama, pero tanto ella como su hija, desconocían a la enigmática mujer, entonces, el pensó en ponerse de pie, para acercarse hasta ella, pero no fue necesario, ella,  se dirigió hasta  ellos

Una vez frente a la familia, la mujer  preguntó

–Es usted Ricardo Ferrari—le dijo esa extraña mujer con acento latino

–Si, para servirle—respondió el

–Mi mas sentido pésame—le expresó ella, sacándose los anteojos

  y le extendió la mano delicadamente, y al agacharse para darle un beso, dejó notar sus exuberantes pechos a través del escote de su vestido.

–Gracias—le retribuyó Ricardo, mirándola un poco desconcertado, pero no podía sacar su mirada de los ojos de aquella mujer, ella tenía una atrapante mirada y el mismo color de ojos de su fallecida esposa, ambos se quedaron por unos segundos inmersos en ese vistazo, hasta que ella reaccionó y le dijo:

–Perdón, soy Bianca, una vieja amiga de su esposa.

–Encantado—dijo Ricardo.

Enseguida, Ricardo presentó ante su madre e hija a aquella recién aparecida, quien decía ser una gran amiga de su esposa, aunque ellos nunca habían escuchado hablar a Beatrice sobre ella, pero Bianca, parecía conocer mucho sobre esa familia, ella se aproximó hasta Carmina la hija de Ricardo y la miró con tanta dulzura

 –Tienes el mismo rostro de tu madre—le dijo, ella sin duda te amaba, agregó.

En medio del velatorio, la familia de la fallecida, tuvo una pequeña charla con Bianca, Ricardo no dejaba de observarla, sin duda, esa dama recién aparecida, tenía algunos rasgos que le recordaban a su esposa, aunque un poco mas joven que su fallecida mujer, pero sus enormes ojos grises y su cabellera negra ondulada, le revolvían recuerdos de esa mujer, con la que había contraído matrimonio hacía muchos años atrás.

Durante el tiempo de conversación que sostuvieron  Bianca Ricardo y su familia, ella dejó notar, que sabía bastante sobre la vida de Beatrice, de Carmina, y el resto de la familia,  luego de esa charla, Bianca salió al patio, mientras en la sala de velatorio, Ricardo seguía saludando a las personas que se acercaban a darle el pésame, a la mayoría de los asistentes Ricardo apenas los reconocía, no era un hombre muy sociable, su trabajo, absorbía su tiempo por completo, pero su mujer, era todo lo contrario a lo que era el. 

Beatrice era una mujer muy comunicativa, siempre estaba al servicio de los demás, era abogada, y tenía un bufete con el que ofrecía ayuda desinteresadamente a quienes lo necesitaban sin cobrar ninguna ganancia, así que a su velorio habían concurrido aquellas personas por las que ella había luchado, y le había dado una nueva razón para seguir adelante, Ricardo cuando vió a Bianca, pensó por un momento que ella era una de esas mujeres a las que su esposa había ayudado. 

Ricardo continuaba sentado por unos minutos más, mientras batallaba con la pesadez que le generaba tener que saludar a tanta gente, pero, hizo su mejor esfuerzo, con una escasa sonrisa en su rostro, dos o tres apretones de manos, y un beso en la mejilla de alguien, cuando fuere necesario.

Ricardo, al percatarse que habían transcurrido algunos minutos y Bianca no regresó a la sala,  se escapó por un momento, y salió al patio con la esperanza de encontrarle, pero ella se había ido sin dejar rastro alguno, Ricardo se dirigió hasta la puerta de la entrada, y revisó el libro de registro de los presentes, y ahí estaba su nombre, “Bianca” solo Bianca, ningún apellido, ni ninguna otra información, aunque  el esperaba encontrase con la dirección o número telefónico de ella, o al menos el apellido, pero en cambio, quedó muy desconcertado con esa visita, no podía sacarse  de su iris, el rostro de Bianca i el sonido de su voz de su cabeza, y ese mismo día, Ricardo se propuso en descubrir, que era lo que vinculaba a aquella mujer con su difunta esposa, el cuento de que eran las mejores amigas, el no se lo creyó, nunca había escuchado hablar de ella, y su rostro, apenas, lo conoció ese día

Tras el término del velorio, Ricardo se fue directamente a su mansión, se sentía devastado, Beatrice, había sido el amor de su vida, desde que eran adolescentes, con la que había construido una linda familia, y se culpaba por haberla perdido de esa manera, pero paralelamente, pensaba en su cabeza, como dar con el paradero de aquella mujer que acababa de conocer.

Dispuesto a buscar información sobre Bianca, Ricardo indagó en la internet, descubrió en una cuenta de F******k, a una tal Bianca Panizzolli, y si, en efecto era ella, ahí estaba su foto de perfil, era la misma mujer encantadora con esos grandiosos ojos grises, que trastornó a Ricardo, pero, descubrir su apellido, fue aun mas desconcertante para el “ panizzoli, ese, era el apellido paterno de su difunta esposa, en ese momento, a Ricardo le invadió la duda, y se preguntó, ¿quien era esa mujer, con que intenciones se había aparecido en el funeral de Beatrice? y descartó enseguida, la versión de la supuesta amistad entre ellas, pero, ¿Qué buscaba Bianca con esa visita? Era algo que él tenía que investigar.

Ricardo se fue a su habitación, aprovechó para recorrer los recuerdos de Beatrice, que todavía permanecían vivos en su cuarto matrimonial, se sentó en la cama, que aun conservaba el camisón de ceda color beige que a su esposa le encantaba usar, lo tomó y lo apretó en sus manos, y se derramó en lagrimas de inmediato sin poder contenerlo, Carmina su hija,  quien había llegado a la casa en ese momento, entró a la pieza que  estaba abierta, y vio a su padre en esa condición, ella se sentó a su lado, pero prefirió guardar silencio, y lo abrazó por la espalda recostándose de su hombro derecho.

–Ay mi pequeña—dijo Ricardo al darse cuenta que Carmina estaba a su lado, él se secó las lágrimas y la abrazó también

–Extraño mucho a tu madre—dijo sollozando –,se supone que yo debía acompañarla en ese viaje, nos iba a servir para avivar nuestra relación, agregó el desganado mientras volvía a poner en la cama el camisón de seda de su mujer y poniéndose en pie, se dirigió hasta la ventana de su cuarto y añadió –debí haber ido con ella, tal vez hubiera muerto yo en su lugar.

Ricardo se sentía culpable por cómo habían terminado las cosas con su esposa Beatrice, los asuntos entre ellos, últimamente, no estaban marchando bien, y Ricardo anhelaba solucionarlo, pero, ella murió antes de que eso pudiera ser. Esa tarde en el cuarto de sus padres, Carmina escuchó todos los reproches que se hacía a si mismo su padre, pero, prefirió no avivar más ese fuego, por lo contrario, le cambió la conversación

–Papá, no te pareció misteriosa Bianca—dijo Carmina

Ricardo volteó la cabeza sacando la mirada de la ventana, y miró a su hija

–Lo mismo pensé—dijo él— ¿seguro que tu madre nunca te habló de ella—le preguntó él interesado?

–No papá, para nada, además, ya sabes que mami y yo, no teníamos una buena comunicación, pero, te fijaste que los ojos de Bianca, son idénticos a los de mi mamá, agregó Carmina. 

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