Capítulo 6

Sofía

–¿Qué sucedió? – pregunto llevando una mano hacia mi cabeza cuando una punzada de dolor me atraviesa.

Cierro mis ojos unos momentos y cuando los vuelvo a abrir él esta frente a mí mirándome con preocupación. Sus ojos recorren mi rostro en busca de algo y mi corazón comienza a palpitar más fuerte cuando se acerca para mirarme más de cerca.

–¿No recuerdas lo que sucedió? – pregunta alzando su mano para apartar un mechón de mi pelo y meterlo tras mi oreja.

Niego mientras miro fijamente su rostro, mi cerebro esta nublado con su cercanía y las palabras simplemente no salen de mi boca.

Sus dedos recorren mi mejilla con delicadeza, su aroma varonil llega a mi nariz deleitándome, creo que nunca había olido algo tan delicioso, todo en mi cuerpo grita que acerca más, que me deje envolver por sus brazos, por su calor, pero mi mente juega en contra alejándome de mi pequeña ilusión para mostrarme fragmentos de lo que sucedió.

La gala, Mateo, fui al baño y Tomás.

Me intercepto, me encerró, me enfrentó y luego aparecieron los golpes. Intente escapar, pero me lo impedía, su fuerza era mayor a la mía, siempre sería mayor que la mía. Sus palabras llegan como si me las estuviera diciendo en este mismo momento, aprieto mis ojos ante el dolor de cabeza que vuelve a aparecer.

–¡Ey! ¿Todo bien?

Su tono de voz preocupado logra que abra los ojos de golpe, su ceño esta fruncido mientras me mira fijamente, su mano ya no está sobre mi rostro y desearía que lo hiciera. Conecto mis ojos con los suyos perdiéndome momentáneamente en ese color miel, hasta que el recuerdo de esos mismos ojos resplandeciendo en otro color me devuelven a la realidad.

–¿Eres como él cierto? –hablo finalmente jugando con los dedos de mis manos –. ¿Un hombre Lobo?

A pesar de que espere que lo negara o incluso que quizás se sorprendiera con mi pregunta, su rostro permaneció impenetrable en todo momento.

–Sí.

Asiento al mismo tiempo que trago saliva para pasar el nudo que se formo en mi garganta. Es como él.

–¿Estas bien? – niego con la cabeza alejándome de su tacto cuando su mano se alza para tocarme.

Evito su mirada y vuelvo a negar cerrando los ojos cuando suelta un gruñido bajo que logra erizarme la piel. Los cuales escuche muchas veces en Tomás y nunca terminaba bien.

–Debo irme – vuelvo a hablar intentando levantarme de la cama –. Me quiero ir.

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ERIC

–Espera, no puedes irte – intento agarrarla, pero se aleja de mi contacto logrando que Owen gruña otra vez.

–Me quiero ir – susurra y el olor a miedo se hace más grande.

–Deja de gruñir m*****a sea, la asustas – le reclamo a mi Lobo.

–¿Por qué no quiere que la toquemos? – lloriquea –. No nos quiere.

–Debes descansar – logro retenerla en la cama –. Si quieres me iré, pero debes descansar.

Se queda quieta abrazándose a sí misma y eso lo tomo como una clara señal. Me levanto de la cama dándole una ultima mirada y comienzo a caminar hacia la puerta.

–En ese momento dijiste que era tuya – su voz me detiene y mi corazón de acelera al oírla –. ¿Qué querías decir con eso?

Maldigo en voz baja antes voltearme, no me mira a mí, sino que mantiene su vista en la ventana.

–Por que lo eres – respondo sin pensar en las consecuencias –. Eres mía.

Sus hermosos ojos grises conectan con los míos y avanzo un paso hacia ella por inercia.

–¿Eso que significa?

–No sé que tanto sabes sobre nosotros – me encojo de hombros –. Pero eso significa, que eres mi compañera.

–¿Tu qué? – alza una ceja –. No sé mucho sobre ustedes, solo lo básico creo. Tomás nunca comento mucho al respecto.

–Una compañera es aquella persona designada por la diosa luna para cada hombre lobo – continúo avanzando hacia la cama –. Es nuestra otra mitad, nuestro complemento, la persona con la que podremos tener hijos, la que nos entrega paz, estabilidad a nuestros lobos y esa eres tú.

Asiente una vez sin apartar su vista de mis movimientos, he avanzado lo mas lento posible hasta donde ella se encuentra para no espantarla. Vuelvo a sentarme junto a ella esperando que me responda algo.

–¿Cómo sabes quien es tu compañera? – pregunta humedeciendo sus labios.

–Por tu olor.

–¿Mi olor?

–Ajá – sonrió antes de inhalar el aire.

–¿Y a que huelo? – sus ojos brillan con curiosidad.

–¿Quieres saberlo? – asiente con nerviosismo cuando me acerco a su cuerpo nublado por su esencia, todo huele a ella y el tenerla frente a mí no ayuda a mi auto control –. Hueles a… – llevo una mano hacia su nuca manteniéndola en su lugar, entierro mi nariz en la curvatura de su cuello y su corazón da un brinco –. Chocolate…– arrastro mi nariz por su piel –. Vainilla – arrastro mis labios por su mandíbula quedando a escasos centímetros de sus labios –. Caramelo.

Su respiración es superficial al igual que la mía, nunca pensé que me podría sentir así con alguien. Todo mi cuerpo hormiguea por su cercanía, quiero estrecharla con mis brazos, quiero besar cada rincón de su cuerpo, hacerla mía, para que ningún hombre vuelva a acercarse a ella.

Si tan solo me inclinara unos centímetros más podría saborear esos carnosos labios.

–¿Huelo como un postre? – pregunta frunciendo el ceño.

Una risa sale de mis labios y me mira sorprendida.

–Como el más delicioso de los postres – respondo acariciando su nuca con mis dedos.

–Pero… soy humana – se aleja volviendo a fruncir sus cejas –. ¿Cómo podría ser tu compañera? ¿No debería ser una de tu misma especie?

Niego enroscando un mechón de su pelo en mi dedo.

–A la Diosa Luna no le interesa eso.

–Pero… Tomás dijo que eres un Alpha, ¿es eso cierto?

–Sí.

–¿No debería tener una compañera fuerte? – lanza su pregunta dejándome sorprendido –. Yo solo soy una humana, no tengo nada, no soy fuerte ni nada parecido.

–Para mi lobo eres perfecta, él está feliz contigo.

Se remueve inquieta en la cama y alejo mi mano de ella.

–¿De que color es tu lobo?

–Negro – respondo con una sonrisa.

–Y crees que… ¿Qué pueda verlo?

–¿Quieres verlo? – vuelvo a preguntar con asombro, definitivamente esta no es una reacción que esperaba.

–¿La escuchaste? Quiere verme – chilla de alegría Owen –. Déjame salir, mi chiquita quiere verme.

–Sí, me gustaría verlo – asiente con una sonrisa en su rostro y olor a felicidad que emana me encanta.

–¿Te parece si esperamos hasta mañana? – pregunto y el gruñido de Owen más el ceño fruncido de ella me indican que ninguno esta feliz con esta propuesta

–¿Por qué hasta mañana?

–Debes descansar y si dejo salir a mi Lobo se volverá loco contigo alrededor y puede dañarte.

–¡OH! ¿Qué? Yo jamás haría eso – replica ofendido.

–Estoy segura de que podrás controlarlo, déjame verlo.

Suelto un bufido antes de ponerme de pie.

–Está bien.

Ríe mientras da pequeños saltos en la cama y una sonrisa de forma en mis labios, es adorable. Comienzo a quitarme la camisa bajo su atenta mirada, sus ojos pasaron de estar fijos en mi rostro a recorrer cada milímetro de mi torso descubierto, dejo la camiseta sobre la cama y paso a la siguiente prenda, el pantalón.

Sus ojos se abren mas de la cuenta cuando comienzo a desabrocharlo, sus pupilas se dilatan y un pequeño sonrojo se instala en sus mejillas. Una leve sonrisa se forma en mis labios al ver cómo es inevitable para ella dejar de verme y Owen ronronea complacido con su reacción cuando el olor picoso a la excitación llega a nuestra nariz cuando deslizo la prenda fuera de mis piernas quedando solo en bóxer frente a ella.

Antes de que su boca se abra para decir algo dejo salir a mi lobo, quedando en cuatro patas negras frente a sus ojos curiosos.

Owen se mantiene tranquilo, admirándola, analizando su reacción. Hasta el momento solo nos ha mirado, pero el brillo de curiosidad y de como si fuéramos lo más increíble que ha visto en su vida abunda en su mirar.

–Dios mío… eres realmente hermoso.

Una sonrisa interna se forma en mi mente, Owen ronronea al escucharla, pero gruñe en total desacuerdo cuando comienza a ponerse de pie, quitándose las frazadas de encima.

–No me gruñas – reclama hincándose frente a nosotros quedando con su rostro a nuestra altura –. Solo quiero verte más de cerca.

Puedo sentir como mi lobo se controla para no saltarle encima, su aroma es aún mas fuerte cuando nos encontramos de esta manera, ya que los sentidos se agudizan mucho más a cuando estoy yo al mando.

Nuestro cuerpo entero vibra cuando Owen comienza a ronronear debido a que una de la mano de su compañera se acerco hasta nuestro cuello para acariciarnos.

–Eres muy suavecito – sonríe sin dejar de acariciarnos –. Como una nube.

–Quiero marcarla, ¿puedo marcarla? – ronronea mi lobo.

–No, no puedes.

–Quiero que tenga mi olor – gruñe despacito, pero vuelve a ronronear cuando Sofía acerca su nariz a la nuestra restregándola –. ¡ME ACABA DE BESAR! ¿LO VISTE?

Antes de poder responder se lanza contra ella robándola una carcajada, cae al suelo con el cuerpo mi lobo encima que se restriega contra ella impregnándola con nuestra esencia.

–Es mía – se restriega contra su cuello –. Mía, mía, de nadie más.

Mientras ella ríe Owen lengüetea su rostro totalmente absorto por el aroma a felicidad que ella desprende en este momento. Deja caer un poco más su peso sobre ella y vuelvo a tomar el control cuando un quejido de dolor sale por su boca.

–¡TE DIJE QUE TUVIERAS CUIDADO! – le reclamo cuando vuelvo a mi forma humana inclinándome hacia ella para levantarla del suelo.

–Lo siento, ¿la herí? – pregunta afligido –. Solo quería estar con ella un poquito más.

–¿Estas bien? – pregunto levantándola y volviendo a acostarla –. Lo siento, es un poco intenso a veces.

–Estoy bien, solo es por los recientes golpes – se cubre antes de mirarme, un grito de sorpresa sale de sus labios y cubre ambos ojos con sus manos–. ¡ESTAS DESNUDO!

Suelto una risa admirándome y efectivamente, estoy desnudo.

–Lo siento – respondo colocándome con rapidez el pantalón –. Ya puedes ver.

Hace un pequeño hueco con sus dedos dejando un ojo descubierto para ver que sea cierto lo que digo y cuando ve que es así descubre por completo su cara.

–Es muy lindo tu Lobo – vuelve a sonreír oliendo a felicidad –. ¿Cómo se llama?

–Owen – respondo terminando de abrochar la camisa –. El también te encuentra linda.

–¿De verdad? – se impresiona.

–Ajá – la miro cuando abrocho el ultimo botón –. Él muy feliz con que seas tu compañera.

–¿Él? – frunce el ceño –. ¿Tú no lo estas?

La admiro unos segundos antes de ordenar mis ideas y poder responder.

–No, no lo estoy – digo finalmente viendo como su cara se contrae, pero se recompone rápido –. Yo no te estaba buscando, no esperaba encontrarte. No quería tener una compañera y definitivamente no quería una humana.

–Oh… – responde cabizbaja y el delicioso aroma a felicidad es remplazado por la tristeza –. Entiendo.

Maldigo internamente por haber sido tan brusco al decirlo, no me gusta el olor que tiene ahora y mi lobo me gruñe por haberla herido.

–Escucha solo…

–Creo que debería descansar – me interrumpe sin volver a mirarme –. Quisiera dormir.

–Claro – la miro esperando que me devuelva la mirada, pero no lo hace –. Te dejare descansar.

Se acomoda dándome la espalda, tapándose hasta el cuello. El aroma a tristeza solo se intensifica y mi pecho se contrae por haber provocado eso. Retrocedo hasta la puerta dándole una ultima mirada, pero solo recibo silencio antes de salir del cuarto.

Soy un imbécil.

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