Capítulo 18

Bianca.

Temblé de miedo, de pánico. No podía ser. No podía ser. Simplemente no podía ser.

Yo vi el cuerpo sin vida de mi bebé. Ese bebé no era mío, simplemente no era. Porque mi hijo estaba muerto, su corazón no resistió. Era prematuro y le faltaba aún formación.

La mano dura de Giovanni se clavó en mi brazo, me jalo para que pusiera mi atención en él. Acunó mi rostro suplicándome que se lo dijera, que le contara todo lo que estaba pasando.

Pero no podía.

No podía hablar. Ni respirar.

—Bianca no te dirá nada —una voz emergió desde dentro de las escaleras que llevaban a la parte baja del yate —. ¿Verdad, muñequita? Haz las cosas bien y tú valioso tesoro no saldrá dañado.

Maxim Nóvikov salió como un espectro, Giovanni me puso contra su espalda cuando giró hacia su dirección y divisó que nos estaba apuntando con el arma. Los ojos se me llenaron de lágrimas.

—¿Quién demonios eres tú? —cuestionó él—. Baja el arma o te destripo.

Maxim se rió. El yate de pronto se encendió, desplazándose po
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