Capítulo 6

Valentino como intuyendo que algo andaba mal, trato de cambiar de tema y empezó a preguntarle sobre sus estudios sin darle tiempo para que pudiera decirle lo que estaba sintiendo, de pronto Luana no aguanto más y exploto en llanto, Valentino no sabía cómo calmarla, hacía tanto tiempo que no la veía llorar, se sentía inquieto por esta situación, tenía miedo de perderla; sospechaba que algo estaba sucediendo con su novia y sentía miedo un miedo indescriptible.

—Valentino, quiero que nos demos un tiempo, necesito un tiempo para mí, me siento asfixiada con esta relación, te pido por favor que nos separemos por un tiempo, luego veremos qué pasa —Logro decirle entre sollozos.

Valentino quedo mudo al oírle hablar, sentía que el mundo se abría a sus pies, no podía creer lo que estaba escuchando, su corazón exploto en mil pedazos mientras sus piernas empezaban a temblar hasta el punto que tuvo que apoyarse en el umbral de su puerta para no caer. No podía creer lo que estaba pasando en ese momento.

—Creo que el amor que sentía por ti se ha terminado —Continuo Luana —de verdad lo siento, no sé qué paso con nosotros, quizá sea que llevamos tanto tiempo juntos que la monotonía y la costumbre se apoderó de nuestra relación, de verdad lo siento mucho, lo siento en el alma.

—Por favor Luana, rogaba, Valentino, no me hagas esto, no me dejes, ¿qué será de mí sin ti? Tú sabes que todo lo que hago, lo hago pensando en ti, para ti, eres el amor de mi vida, siempre quise darte lo mejor de mí.

—Ves Valentino, eso es lo que pasa —respondió enfadada Luana y secándose las lágrimas de un porrazo — no me gusta que todo el tiempo me repitas lo mismo, quiero que seas tú, que vuelvas a ser el Valentino que conocí, independiente sereno, estable, no como eres ahora, así no...

—Luana, yo puedo cambiar, ser el que tú quieres que sea, pero no me dejes por favor —repetía insistentemente Valentino— no me dejes.

—Lo siento Valentino —respondió fríamente Luana —este es el fin.

Valentino trato de retenerla, sintiendo que la estaba perdiendo para siempre, sabía que ella era de las personas que jamás retrocedía cuando tomaba una decisión, se quedó parado en medio de la calle, aguardando su regreso; un regreso que el fondo sabía nunca sucedería.

Más serena, Luana se levantó de su asiento, hacía tanto tiempo que no lloraba de esa manera, volver a ver a Valentino, volver a sentirlo tan cerca, había despertado en ella un amor que había tratado de ocultar por mucho tiempo, se sentía débil, frágil y eso era algo que ella siempre había detestado, trato de borrar aquel beso, que le quemaba los labios, quería dejar de pensar, quería dejar de sentir, quería dejar atrás la confusión que sentía en ese momento.

En medio del silencio de su oficina se sintió observada e inquieta, levanto la mirada.

—Hola Luana, ¿puedo pasar? —le preguntaron.

El corazón de Luana se sobresaltó al darse cuenta quien era la persona que la había estado observando, sintió una especie de vacío en el estómago, cuando recordó lo que su madre le había contado, pero, por otro lado, no podía creer que Valentino estuviera frente a ella, tan cerca.

Cerro los ojos creyendo que era una ilusión de su mente, al abrirlos nuevamente vio que él estaba allí frente a ella, mirándola como antes, con amor y con ternura, no podía creer, lo confundida que había estado por tanto tiempo, como había permitido que su estúpido orgullo no le permitiera disculparse con Valentino a tiempo y evitar que él se casara con otra.

Cuanto tiempo había transcurrido desde la noche en que lo dejara solo parado en medio de la calle, pidiéndole una explicación, rogándole que no lo abandonara, pero su juventud y su necedad arruinaron la hermosa relación que habían construido, luego el tiempo decidió todo, Valentino se casó, tuvo hijos.

Mientras ella sufría en silencio y lo peor aún seguía sola, nunca pudo rehacer su vida, nunca encontró el amor que había perdido, cada relación que tenía era comparada por su mente y su corazón. Todas terminaban perdiendo, nadie podía ocupar el lugar que dejara Valentino.

Finalmente, había decidido olvidarse de él y vivir el día a día, dejar que fuera feliz y así lo había hecho durante varios años, nunca imagino que Tino aún la amara a pesar de todo, a pesar de todo lo que había pasado, a pesar de todo lo que ella le había hecho.

—Nena, ¿te pasa algo? —pregunto Valentino, inquieto.

—No Valentino — contesto ella, tratando de disimular su tristeza —estoy bien, no te preocupes, ya se me pasará.

—Quisiera hablar contigo, sobre lo que paso el día de ayer, no me siento bien después de lo ocurrido, nunca quise que esto pasara, la verdad es que no quiero lastimar a mi esposa.

— ¿De verdad? — Replico Luana desconcertada — ¿no quieres lastimarla a ella? ¿Y a mí qué? ¿Qué me parta un rayo? Por Dios Valentino en que carajos pensaste cuando te atreviste a besarme, ¿querías burlarte de mí? Pues bien, lo conseguiste, ahora vete y déjame sola por favor.

Luana se sentó frente a su escritorio y empezó a revisar los correos que ya había revisado, su corazón latía con rapidez y sus piernas temblaban con increíble fuerza. Quería gritarle para que se fuera, pero sabía que si hablaba solamente le pediría que se quedara.

Valentino callo un rato antes de responder, no quería irse y dejarla creyendo en sabe Dios qué otras tonterías, sentía lástima por lo frágil que se veía a pesar de tratar de hacerse la digna, su cuerpo reacciono a su presencia y se sintió incómodo, no debería haber bajado, pero al verla llorar con tanta desesperación no pudo quedarse en su oficina como si no pasara nada, la culpa corroía su alma.

Verla en ese estado solo le provocaba tomarla por la cintura y besarla en los labios, pero seguía pensando que era incorrecto, tan incorrecto como estar allí parado frente a ella.

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