Capítulo ciento sesenta y uno: Presos del miedo.
Después de lo ocurrido, ambas mantenemos la esperanza de que alguien nos encuentre pronto y ninguna de las dos se atreve a llevarle la contraria a Rebecca que ahora está peor que antes, pues perdió la poca cordura que le quedaba. La maldad que la carcome es tan grande, que llevamos mucho rato escuchando cómo habla sola, insulta y pelea con alguien que solo existe en su propia mente.

Cuando volvió a entrar en la habitación, yo estaba con contracciones y apenas podía moverme. Llevaba así desde hacía varias horas o, por lo menos, eso creía, midiendo mi propio tiempo entre una y otra. Así que aprovecho la situación para arrebatarme a Aurora, aunque quise aferrarme a la joven y ella a mí una nueva contracción me hizo gritar perdiendo el agarre de Aurora.

— Parirás sola y me comeré a tu bebé frente a tus ojos antes de acabar contigo— fue lo último que dijo saliendo de la habitación con ella.

Podía oír los gritos, el llanto y súplicas de Aurora junto a los golpes que Rebecca le daba.
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