Infancia Interrumpida

No tardamos mucho en darnos cuenta de que eramos el uno para el otro, Asher era todo lo que había soñado. Nos enamoramos demasiado rápido, creo que ninguno de los dos entendía que era lo que nos sucedía.

¿Conocen esa sensación que te da en la boca del estomago cuando estas en el parque de diversiones y te subes a la atracción que tanto querías?.

Así era como me sentía yo, constantemente.

También sentía mucho miedo, como cuando te subes a la montaña rusa más increíble del parque y mientras va ascendiendo lentamente sabes que la caída sera emocionante y divertida pero al mismo tiempo tienes miedo de que algo salga mal.

Nos llevó cuatro citas entender que debíamos estar juntos y al mes de conocernos ya eramos novios.

Me lo pidió de la manera más original, en una de mis presentaciones con la orquesta, estuvo todo el tiempo en primera fila viendo el concierto y cuando terminó, sacó un letrero enorme.

Después de eso, fuimos inseparables.

—No puedo creer que Mad Max sea tu película favorita.—dijo soltando una pequeña risita mientras miraba la televisión.

—¿Por qué no puedes creerlo?.—levanté mi cara que estaba recostada en su pecho para verlo.

—No lo sé.—se encogió de hombros.—A veces eres super refinada y otras veces no...yo creí que te gustarían las películas más clásicas o los dramas históricos.

—Mi vida es un drama constante, Asher, por eso recurro a la acción y ciencia ficción.—me eché a reír y robándole un beso en los labios.

—¿Tu vida es un drama?.

—Sí.—asentí dándole otro beso.—Mi familia es un poco exasperarte...

—Sé de lo que hablas.—asintió.—Cada vez que hablo con mis padres me preguntan lo mismo, si voy a volver a casa, cuando me voy a casar...—suspiró apoyando la cabeza del respaldo del sofá.—Es increíble que tengamos tantas cosas en común.

—Lo sé.—sonreí.—Iré por más palomitas.—me levanté del sofá tomando el tazón vacío.

—¿Por que haces eso siempre?.—lo miré extrañada.—Cuando saco el tema de la familia tú pareces incomodarte.

—¿De verdad?...no lo había notado.—me encogí de hombros restandole importancia.—¿Quieres que le ponga trocitos de chocolate?.

—Y lo haces de nuevo...

—Mi amor, le estás dando demasiadas vueltas al asunto, no me incomoda hablar de mi familia es sólo que, no quisiera pasar toda la tarde hablando de ellos y de mi aburrida infancia.—hice una mueca y caminé a la cocina para escabullirme y que dejara de preguntarme cosas.

—Yo quiero escuchar todo sobre tu aburrida infancia.—continuó y respiré profundamente, él no dejaría ir el tema.

Metí la bolsa de palomitas en el microondas y mientras observaba como daba vueltas dentro del aparato comencé a pensar en mis padres. ¿Sería un buen momento para contarle a Asher lo que realmente pasaba?.

Teníamos un mes y medio siendo novios y aunque estaba de acuerdo de que eramos el uno para el otro, no creí estar lista aun para contarle.

El sonido de las palomitas explotando dentro del microondas me espabiló, sacudí la cabeza y esperé hasta que estuvieran listas para sacar la bolsa y llenar el tazón. Volví al sofá mientras metía varias palomitas en mi boca y dejé el tazón sobre sus piernas.

—¿Me extrañaste?.—sonreí rodeando su cuello con mis brazos.

—Demasiado...—ronroneó encima de mis labios besándome despacio.—Me encantan los besos con sabor a palomitas.—dijo rompiendo nuestro beso y me eché a reír.—Quiero saber más de ti, Isabela...—besó mis labios de nuevo haciendo que nuestras narices se rozaran cariñosamente.

—Sabes todo de mi...

—Conozco a la Isabela actual, pero quiero conocer a la pequeña Isa.—sonrió.—Yo te he contado cosas de mi infancia, hasta las vergonzosas, no me parece justo que no sepa las tuyas.—suspiré, mirándolo a los ojos.

—Es que me da pena porque tú tuviste una infancia increíble y divertida.—hice un puchero causándole risas a él.—Cuando yo era pequeña, pasaba mi tiempo estudiando idiomas, recibiendo clases de etiqueta, de música...nunca tenía tiempo para divertirme o hacer cosas de niñas.

—¿Estudiaste idiomas?.—preguntó sorprendido y asentí.—¿Cuantos idiomas hablas?

—Fluido, hablo cinco.

—Wow...—sonrió ampliamente.—Y yo me sentía genial por hablar tailandes.—reí y aproveché de entrelazar nuestros dedos.—¿Tu familia tiene dinero?.

—Sí.—asentí mientras jugueteaba con sus dedos.

—¿De que parte de Europa eres?.—subí la mirada rápido.

—Dinamarca...—respondí cautelosa.—¿Cómo sabes que soy de Europa?.

—A veces se te nota un poco el acento inglés.—sonrió.

—No se te escapa nada, ¿no?.—negó sin borrar esa sonrisa de su rostro.—Mi mamá es del norte de Inglaterra y cuando cumplí trece me enviaron al mismo internado a donde ella fué, ahí adopté el acento.

—Mi mamá es de Queens.—dijo divertido y ambos nos echamos a reír.—¿Qué más hacías de pequeña?.

—Tenía prohibido salir de mi casa sola así que nunca fui de esas niñas que salían a jugar afuera cuando nevaba y esas cosas. Recibí educación en casa hasta la secundaria y eso me hizo una niña solitaria, mi única amiga era la hija de la señora que hacia el aseo...como dije ates, no hay mucho que contar.

—¿A que edad llegaste a este país?.

—A los dieciocho, luego de graduarme, vine aquí para estudiar música y afinar mis conocimientos, luego me seleccionaron para la orquesta y me quedé aquí más tiempo de lo acordado.

—Tuve suerte entonces...—se acercó para besar mis labios cortamente.—¿y tu cabello ya era lila o te lo pintaste?.—me eché a reír empujándolo juguetonamente por el pecho.—Oye, sólo quiero saber, nunca he visitado Dinamarca así que no sé como lucen las chicas de ahí...

—Claro, no tienes referencia.—negué sin dejar de reírme.—Me pinté el cabello como mi único acto de rebeldía, siempre estuve bajo las exigencias y las reglas de mi familia y pintarme el cabello de un color alocado es toda una revolución para mi.

—Eres toda una chica mala y rebelde.—elevé mis cejas varias veces y él sonrió.—Se me acaba de ocurrir algo muy loco.

—Ay no, tus ideas me asustan.

—No puedo devolverte la infancia pero si puedo hacer que hagas las cosas que te perdiste, claro que no será lo mismo pero creo que te lo mereces...se lo debes a la pequeña Isa.

—Ojalá pudiera decirle a la pequeña Isa que no se preocupara, que en unos años un guapo sujeto le devolverá la infancia que nunca tuvo.

—Se te olvidó decirle que ese guapo sujeto estará loco por ella.—asentí mirándolo a los ojos completamente embobada.

—Y que ella estará completamente loca de amor por ese sujeto—sonreí acariciándole la mejilla.—Te amo...

—Creí que no lo dirías nunca.—me miró de una manera tan especial que a pesar de que no lo dijo de inmediato, supe que él sentía lo mismo.—Te amo, Isabela.

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